18 de marzo de 2013

“La niña que iba en hipopótamo a la escuela”, de Yōko Ogawa

la niña que iba en hipopótamo a la escuela Yoko Ogawa
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Yoshiko Sugiyama
Editorial: Funambulista

SINOPSIS:
Al cumplir doce años, Tomoko, huérfana de padre, deberá cambiar de ciudad y separarse de su madre para ir a estudiar primero de secundaria.
Para ello irá a vivir a casa de su prima Mina, una lujosa mansión  de estilo occidental, cerca de Kobe, donde todo es singularmente diferente: su prima se pasa el día entre libros, o jugando con cerillas, su tío (director de una conocida fábrica de bebidas) es mestizo y se ausenta misteriosamente de la casa, y su tía abuela Rosa es alemana y habla a duras penas japonés. Pero, sobre todo, en la finca (que en su tiempo había albergado un zoo) vive un hipopótamo enano, que Mina utiliza como medio de transporte para ir a la escuela primaria, debido al asma crónica que la aqueja.
Esta novela (Premio Tanizaki 2006), llena de optimismo mágico y de poesía, ambientada en los años 70, se inscribe en el ciclo dedicado a la amistad y la infancia iniciado por Yoko Ogawa (la novelista japonesa más conocida en su país y fuera de Japón) con La fórmula preferida del profesor, best-seller internacional, del que se vendieron más de dos millones de ejemplares sólo en Japón.
«Si se quisiera explicar con tan sólo unas palabras quién era Mina, se podría decir que era una niña asmática a quien le gustaban los libros y que se desplazaba a lomos de un hipopótamo. Pero si se quisiera demostrar que se trataba efectivamente de Mina y no de cualquier otra persona, sería preciso añadir que era una niña que sabía encender con gracia las cerillas…"

OPINIONES:
Tomoko recuerda, años después, su primer curso en el instituto, a los doce años, que pasó en casa de sus tíos en Ashiya. La narradora evoca el día a día de la familia, todo un universo que aunque limitado físicamente por poco más que la inmensa casa occidental en la que viven, está lleno de personajes peculiares y entrañables: Mina, la niña de salud delicada que va al colegio en hipopótamo, la tía abuela alemana Rosa, la señora Yoneda, la tía que busca erratas en los textos, el tío que se ausenta días y días, Pochiko… Es una historia sencilla y tierna sobre la infancia y la amistad que me ha encantado. Como negativo, es una pena que la edición de la Editorial Funambulista tenga errores en el texto.
Esther Rodríguez

"—¿Qué le pareció La casa de las bellas durmientes? —me preguntó el señor Cuello alto en cuanto me vio. Desde que había solicitado una tarjeta de préstamo y pedido prestado La casa de las bellas durmientes, acudía prácticamente todos los sábados por la tarde a la biblioteca municipal de Ashiya, pero al no coincidir nuestros horarios, no lo había vuelto a ver.
...
—Sí, es una novela muy interesante —le contesté con voz queda, asustada ahora que las cosas empezaban a desarrollarse tal como lo había deseado.
...
—Bueno, entonces bien. Me preguntaba con inquietud si no la había presionado demasiado para que lo pidiera cuando en realidad no le apetecía.
—No, en absoluto. Sacudí la cabeza.
—¿De verdad?
—Pues claro. Es cierto que pensé que este libro era un poco raro. Porque a excepción del anciano, tan sólo hay mujeres que duermen y que no cruzan palabra. Pero lo entendí.
Ese anciano se está entrenando para morir. Al pasar la noche junto a jovencitas que han dormido con medicamentos y que casi parece que estén muertas, es como si estuviese durmiendo con la muerte. Entonces, intenta familiarizarse con ella. Así, llegado el momento, no huirá asustado"…
Este es mi cuarto encuentro con esta premiada autora japonesa, que se ha convertido en una de mis favoritas.
Con el estilo poético, sencillo y delicado que la caracteriza, Ogawa nos cuenta en esta novela, una entrañable, extraña y divertida historia familiar japonesa con el ingrediente, picante y penetrante como el wasabe, de una tía "casada con extranjero".
Por circunstancias de la vida, dos niñas primas hermanas, se conocen, conviven y llegan a quererse mucho. En un ambiente hogareño bastante irregular, aunque no falto de amor y calor familiar, pero de mucha opulencia, una niña asmática de sangre japonesa y alemana va a la escuela montada en una hipopótama enana, es muy aficionada a la lectura, tiene una inteligencia y madurez superiores, colecciona cajas de cerillas y para cada ilustración de las cajitas de cerillas, compone una preciosa historia llena de imaginación, fantasía y poesía; sabe encender los fósforos con mucha gracia, lo que le gusta mucho; además es muy frágil y muy bella.
Con esos elementos se va desarrollando la historia día día, durante el año de 1972, llena de púberes enamoramientos, sensualidad, aventuras emocionantes, literatura, voleibol mucho voleibol, Juegos Olímpicos, momentos jocosos, pequeños suspensos y misterios, y alguna tragedia ... siendo el misterio más notorio la repentina y no comentada desaparición del tío, el cabeza del hogar y dueño de la fábrica de refrescos más popular del Japón, guapísimo, cariñoso, eficiente y misterioso.
Está bella historia japonesa me ha cautivado y distraído mucho durante la cuarentena del COVID19 ... me ha encantado y la recomiendo como las anteriores.
"—«El premio Nobel de literatura, el señor Yasunari Kawabata, entre paréntesis setenta y dos años, se ha suicidado en la noche del día 16 introduciéndose un tubo de gas en la boca, en su puesto de trabajo, en el tercer piso del “Marina Mansion”, en Zushi. No se ha encontrado testamento, y mucha gente de su entorno se pregunta perpleja por los motivos del suicidio, aunque se comenta que desde que le operaron de apendicitis el mes anterior, su salud dejaba que desear…». Todo el mundo estaba en su sitio, prestando atención a la lectura de Mina. La abuela Rosa con las manos cruzadas sobre el pecho, la señora Yoneda untando con energía mermelada de fresa en unas rebanadas de pan, mi tía removiendo su té. El sol de la mañana que entraba por las ventanas orientadas al este iluminaba el perfil de Mina. No se había atascado ni una sola vez y leía correctamente todos los caracteres chinos, incluso los más difíciles. —«… el cuerpo ha sido trasladado, de madrugada, durante las primeras horas del día 17, a su casa de Kamakura, donde ha sido recibido por la familia, la gobernanta y gente del vecindario». Cuando Mina acabó de leer, todo el mundo dejó escapar un suspiro de tristeza. —Este señor Yasunari Kawabata, ¿era un amigo de la familia? —lancé la pregunta al aire. —No —me contestó la abuela, separando sus manos cruzadas. —Es que parece que os ha afectado tanto"…
Lucila Argüello

1 comentario:

  1. Qué delicia de libro... este fue el primero que leí de Yoko Ogawa y me gutó tanto tantísimo que lo devoré en pocos días. Y desde entonces que ya forma parte de mis autoras fetiche. Recuerdo que la parte de Pochiko y la historia que se cuenta del el zoo me hiceron llorar... y encima estaba en una cafetería y la gente me mirando!

    Ahora tengo por leer La fórmula preferida del profesor. Espero que me guste tanto como la historia de Mina y Tomoko.

    Un abrazo!

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