30 de septiembre de 2013

“Los atajos de Yuko”, de Yu Nagashima

FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa, Relatos
Traducción: Isami Romero Hoshino
Editorial: Quaterni

SINOPSIS:
El narrador de esta historia es un completo desconocido para el lector: no sabemos cómo se llama ni qué aspecto tiene, solo que trabaja en una tienda de antigüedades, la Furacocoya, que le gusta dormir hasta tarde y que tiene aversión al trabajo.
A través de sus ojos nos colaremos en el pequeño mundo que le rodea, un mundo dibujado con desapego y humor: los sorprendentes atajos de Yuko, la pasión por el sumo de Françoise, el proyecto de fin de carrera de Asako, los secretos de Mizue… Y, sin embargo, bajo su indiferente mirada cada pequeño detalle vibra y cobra vida propia convirtiéndose en una aventura fascinante, en un misterio intrínseco.
Una novela que comienza en Tokio y termina en un París impregnado de una extraña magia, como polvo de oro en una taza de té verde.
Una colección de cuentos exquisitos, no exentos de crítica social y escritos con mucho humor. Una novela sobre el mundo y la sociedad actual contemplada con nostalgia desde los ojos de la juventud.

OPINIONES:
Como es habitual en las novelas de producción nipona, nos encontramos ante una historia dónde es más significativo las pausas y los silencios, que lo que se cuenta y se percibe a simple vista. Es un relato escrito en capítulos cortos e independientes, en el que subyacen numerosos temas de la sociedad actual, el divorcio, la estabilidad laboral o personal en sentido emocional y, principalmente, la soledad o el hecho de echar raíces en un lugar determinado, que comprenden la propia experiencia del autor, cuyos progenitores se separaron y fueron a vivir a sitios distintos. 
El narrador, del que apenas se conocen datos de la vida pasada, es un dependiente de una tienda de antigüedades que entablará una curiosa relación con los vecinos de la zona; el gerente/propietario del local, el casero y sus dos nietas (Yuko y Asako) y Mizue. Éste, de forma directa, hará participe al lector del pequeño universo cotidiano que les rodea, de las inquietudes e intimidades de cada cual. 
El estilo de la novela puede recordar o hacer que se establezcan comparaciones con otros autores nipones, por ejemplo Hiromi Kawakami, de la que leí “El cielo es azul, la tierra blanca” y, como he mencionado, en el fondo tienen cierto parecido, por esa sobriedad y la importancia que se da a la esencia de las pequeñas acciones o a detalles nimios, que les caracteriza. 
Recomendable, pero no para aquellos que no se hayan iniciado en la Literatura japonesa, sino, quien se atreva a leerlo sin haber probado antes que se disponga a saborear, no a devorar, en este aspecto los escritores japoneses son especiales.
Dolors Martínez

Mi primera toma de contacto con la literatura nipona ha venido de la mano de "Los atajos de Yuko". Se trata de un conjunto de cuentos que giran en torno a una tienda de antigüedades, la Furacocoya. Todos ellos conforman un relato de mayor entidad en el que no abunda la acción, pero sí los pequeños detalles, las conversaciones aparentemente intrascentes y las palabras que no llegan a pronunciarse. Es de la clase de obras que se disfrutan con calma. Realmente, empiezo a entender a qué se refieren los aficionados a la literatura japonesa cuando resaltan la originalidad y el carácter especial de la misma.
Ana Rayas

El narrador comienza su relato cuando lleva poco tiempo trabajando en la Furacocoya, una tienda de antigüedades encima de la cual hay un almacén en el que vive. En primera persona, va retratando su día a día en la tienda, la galería de personajes con los que se relaciona, todo ello con una prosa sencilla y sobria, sin grandes acontecimientos, sino fijándose más bien en los detalles y en los diálogos. Personalmente he ido disfrutando más de la lectura a medida que pasaba las páginas, pues poco a poco te encariñas con esa pequeña “familia” que forman el protagonista y sus allegados, y cuyas historias acaban siendo un reflejo de la sociedad actual en la que viven. El libro está formado por siete relatos que tienen continuidad en el tiempo, pero que también pueden ser leídos independientemente, a ratos. Es la primera novela traducida al español de Yū Nagashima, escritor japonés que promete, y con la que además obtuvo el Premio Kenzaburo Oé en el 2007. Es de esas historias que transmiten más de lo que dicen las propias palabras. Me ha gustado y creo que puede resultar una lectura agradable para los amantes de la literatura japonesa.
Esther Rodríguez

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