3 de noviembre de 2015

"Diario de una dama de provincias", de E. M. Delafield

Diario de una dama de provincias E. M. Delafield
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Patricia Antón
Editorial: Libros del Asteroide

SINOPSIS:
La dama de provincias vive en una preciosa casa de campo, tiene dos hijos encantadores y un marido que, cuando está con ella, acostumbra a dormitar tras las páginas del Times. Lleva un diario que le sirve para poner un poco de distancia con las cosas que le suceden; en él escribe sobre sus esfuerzos para equilibrar la economía familiar y lidiar con su temperamental cocinera y la sensible institutriz francesa de sus hijos; así como sobre su lucha constante por mantener a raya a su engreída vecina, Lady B., y sus denodados esfuerzos por estar siempre a la altura de las circunstancias.
Con el relato cotidiano de las desventuras de su protagonista, de sus agobios y preocupaciones, de sus pequeños triunfos, E. M. Delafield ha creado un vivísimo e inolvidable personaje con el que se identificará cualquier lector que se haya sentido alguna vez sobrepasado por los quehaceres del día a día.
Publicado por primera vez de forma seriada en una revista de los años treinta y recogido después en forma de libro, Diario de una dama de provincias es un hilarante retrato de la clase alta británica y una de las más divertidas novelas de la literatura inglesa del XX.

OPINIONES:
Escogí este libro pensando en obtener una lectura entretenida y ligera, las expectativas se han cumplido ampliamente. Además ha resultado ser bastante divertida.
El texto está escrito a modo de diario y recoge las impresiones de una ama de casa, mujer casada y madre de dos menores, durante aproximadamente un año, entre finales de 1929 y 1930.
Originalmente este texto se escribió en los años 30 y fue publicado por entregas. No creo que sea casual, pues en aquella época son importantes los movimientos feministas que más tarde culminarían personalidades como la de Betty Friedan.
La narradora va relatando de forma mordaz e incisiva los quehaceres que se le presentan relacionados con el servicio doméstico y la comunidad. Como mujer del hogar, sin oficio reconocido, es ella la que se encarga de administrar la economía familiar, de mediar con el servicio y, en definitiva de velar en pro de la comodidad de los habitantes de la casa.
Tampoco falta la preocupación por la educación y modales de su hijo e hija, ni las actividades ligadas a la comunidad, aunque en ocasiones se vea superada por la actitud de ciertas vecinas y los imprevistos.
Me ha hecho mucha gracia, sobre todo, la frescura con la que expresa sus pensamientos y eso a pesar de que algunos de ellos pueden considerarse típicos comentarios que una mujer podría hacer sobre un hombre, incluso en la actualidad (se podrían usar hoy para los monólogos del club de la comedia). Con frecuencia le asaltan cuestiones que ponen en duda su propia conciencia y moralidad. Es muy exigente con ella misma, pero divertida. A todo esto, no hay que dejar de mencionar a la niñera francesa, dramática hasta el extremo, y la cocinera de trato difícil o la odiosa vecina lady Boxes.
Una lectura para pasar muy buen rato, por lo que la recomiendo
.
Dolors Martínez

"Lady B. se queda a tomar el té. (Recordatorio: Rebanadas de pan con mantequilla demasiado gruesas. Hablar con Ethel). Hablamos un poco más sobre los bulbos, de la pintura de la escuela holandesa, de la mujer de nuestro párroco, de la ciática y de Sin novedad en el frente. (Duda: ¿Es posible cultivar el arte de la conversación cuando se vive todo el año en el campo?). Lady B. pregunta por los chicos. Le digo que Robin —a quien me refiero con indiferencia como «el niño» para que no piense que me tiene loquita— va bastante bien en el colegio, y que, según Mademoiselle, Vicky está pillando un resfriado. Lady B. comenta que esa manía de resfriarse es por completo innecesaria y puede evitarse administrándole a la cría, cada mañana y antes de desayunar, una ducha nasal con agua y sal. Las réplicas ásperas e ingeniosas a su comentario, por desgracia, solo se me ocurren cuando lady B. ya se aleja en su Bentley".

He gozado leyendo esta simpática y cómica obra, Diario de Una dama de Provincias, de E.M. Delafield (1890-1943) escritora inglesa contemporánea de Virginia Woolf.
Este divertido diario que se originó en una columna semanal en la revista liberal y feminista Time and Tide, es en parte autobiográfico.
Narra los detalles cotidianos de la vida una mujer casada, con dos hijos pequeños, que vive en provincias, su afición a la literatura y a pertenecer a diferentes clubes literarios y asociaciones feministas, sus problemas con el servicio doméstico y con su tendencia a gastar más de lo debido. También narra algunas enfermedades comunes y los remedios caseros que se usaban muy similares a los que se han puesto de moda con el COVID-19. Hay algunos días en que se dedica a contar ciertos sucesos de la vida de los vecinos, cuyos personajes están muy bien caracterizados. El esposo es anodino y casi nunca le contesta cuando ella le habla y se olvida lo que ella le dice.
Me llamó mucho la atención como algunos detalles de la vida doméstica de hace 100 años son bastante parecidos en muchos aspectos a los de nuestros días. Otra cosa que me ha llamado mucho la atención antes en otras novelas inglesas y también en ésta, es la gran sociabilidad de los ingleses y su preocupación enorme por el arte de la conversación, que cultivan en una forma, diría yo, profesional. Ignoro si esta costumbres de hace 100 años se conserva actualmente.
Me admiró que la dama de provincias tuviera unas ideas muy modernas para su época, pero al mismo tiempo que se declaraba mujer y madre moderna y feminista, se le notaba un poco de ironía al referirse a las feministas y la vez apoyaba con entusiasmo al movimiento, lo cual me dejó un poco confundida. Ella para ser feminista era muy femenina y muy preocupada por su guardarropa, que siempre estaba, según ella, demodé y escaso … y también su inquietud por no ser considerada una “madre perfecta” por las demás mujeres, lo cual sería anticuado … O sea, ella era una madre muy buena, pero trataba de disimularlo para evitar burlas. Tal vez es que ella encontró el balance justo entre el fanatismo feminista y la realidad femenina.

“11 de febrero. Robin me escribe otra vez para pedirme las tarjetas de las cajetillas de tabaco. Le mando las que he reunido y Vicky añade dos que ha conseguido gracias al jardinero. Descubro que la misión empieza a gustarme. Cuando voy a Plymouth u otra ciudad, ahora tiendo a examinar alcantarillas, aceras y suelos de tranvías en busca de aves de picos curiosos, futbolistas y cosas por el estilo. Hasta he llegado a implorarle a un perfecto extraño, sentado frente a mí en el tren, que no arrojara una tarjeta por la ventanilla y me la diera a mí. El perfecto extraño atendió mi ruego con aire de asombro cortés, y puesto que no pidió explicación, me vi forzada a dejarlo con la impresión de que solo trataba de obligarlo a entablar conversación conmigo. (Nota: ¿No podría escribir un breve artículo, adecuado para Time and Tide, sobre una premisa como «Extremos a los que puede llegar legítimamente el amor de una madre»? Pensándolo bien, abandono la idea, pues me trae ciertas reminiscencias de una cuestión démodée que planteó en su día aquella canción de The Two Gilberts: «¿Son buenas madres las gambas?»). Me entero de que lady Boxe ha regresado del sur de Francia y va a celebrar una fiesta en su casa. Mediante mensaje telefónico a través del mayordomo, me pide que vaya mañana a la hora del té. Acepto. (¿Por qué?)".
Lucila Argüello

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