14 de noviembre de 2016

"Lo bello y lo triste", de Yasunari Kawabata

Lo bello y lo triste Yasunari Kawabata
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Nélida M. de Machain
Editorial: Emecé

SINOPSIS: 
Impulsado por la nostalgia, Oki Toshio, un escritor casado, decide viajar a Kioto para oir las campanas del templo en el Año Nuevo. Pero además quiere ver a Otoko, antigua amante a la que había humillado. Todavía hermosa, Otoko, ahora pintora, vive con su protegida Keiko, una joven amoral, sensual y apasionada de apenas veinte años. Y lo que comienza como un reencuentro sentimental entre el maduro Oki y la discreta Otoko se convertirá, por voluntad de Keiko, decidida a vengar a su mentora, en un cruel drama de amor y destrucción.

OPINIONES:
Es el primer libro que leo del autor y me ha gustado bastante. Oki Toshio es un escritor cincuentón que decide viajar a Kioto para volver a ver a Otoko, una antigua amante con la que mantuvo una relación tipo "Lolita" muchos años antes y a la que abandonó. Otoko es ahora una pintora de éxito que vive con su discípula Keiko, una joven peculiar, apasionada y sin escrúpulos que decide vengar a su maestra. Ese reencuentro desencadenará una serie de relaciones, recuerdos, sentimientos y perversión. Es una narración sutil, con delicadas descripciones, en ocasiones erótica y sensual, que nos conduce realmente por lo bello y lo triste de esta historia. Muy bueno. Es un autor que pienso seguir leyendo.
Esther Rodríguez

"Era un jardín oblongo, no muy artístico; pero la Luna bañaba aproximadamente la mitad de su superficie, de modo que hasta las piedras lucían colores variados por efecto de las luces y sombras. Una azalea blanca parecía flotar en la oscuridad".
He vuelto a enamorarme de este viejo suicida nipón, feo pero bello, Premio Nobel, ya conocido por una anterior lectura: La Casa de las Bellas Durmientes.
Poesía... pasión ... pecado ... arte ... tribadismo ... madres ... fantasmas del pasado ... infantes mortinatos ... colinas, lagos, ríos, cascadas ... antiguos templos con árboles sagrados ... tumbas egregias ... coqueteos con la muerte y siempre presente la tentación del suicidio ...
Me subyugan esas descripciones divinas que parecen sedas al pincel de un artista japonés ... tonos pastel contrastando con fuertes colores, rojo, naranja, fucsia ... figuras destacadas con la audacia de un trazo en tinta negra ... y los jardines de piedras, con pátina, opuestos a esas flores multicolores y delicadas que simbolizan tanto...
Y esos diálogos atrevidos de sinceridad descarada ... que encubren con fingida inocencia pasiones volcánicas ... crueldad y venganza.
Y como siempre, Kawabata, utiliza esas chocantes diferencias de edades rayando en la pedofilia, de hombres mayores encariñados de jovencitas bellísimas y obsesivamente apasionadas, envueltas en amores pasionales tocando la locura, el erotismo y la perversidad.
La femineidad al desnudo: mujeres dulces, mujeres buenas, mujeres santas y sacrificadas, mujeres inocentes; mujeres malvadas, crueles, vengativas ... celosas ... Pero todas hermosísimas ... sensuales delicadas ... Como flores de loto en llamas, abiertas al disfrute del frío machismo masculino, a veces vestidas con lujosos kimonos descritos al detalle o simplemente desnudas, sus cuerpos satinados, olorosos, sensuales e impetuosos ...
He disfrutado mucho este complicado y trágico drama pasional japonés, obra cumbre del Nobel Kawabata, donde las emociones humanas se manejan con gran maestría y no se sabe quién se está vengando de quién.
"Cómo pensaba vengarse a través de mí? —preguntó Taichiro con voz dura. —En realidad, no sabría decirlo… Quizá fuera enamorándome de usted —dijo Keiko, y sus ojos adquirieron una mirada distante, como si contemplaran la margen opuesta del río—. ¿No le parece divertido? —¿De modo que, para usted, enamorarse es una venganza? Keiko asintió como si se sintiera aliviada. —Son celos femeninos —murmuró. —¿Celos de qué? —Estoy celosa porque la señorita Ueno sigue enamorada de su padre… porque no tolera que uno le guarde rencor. —¿Y usted la quiere tanto? —Estaría dispuesta a morir por ella.
...
Parecería que yo me estoy vengando de la señorita Ueno, por lo que le hizo una vez a mi madre".
Lucila Argüello

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