7 de enero de 2018

"La tierra de los abetos puntiagudos", de Sarah Orne Jewett

La tierra de los abetos puntiagudos Sarah Orne Jewett
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Raquel G. Rojas
Editorial: Dos Bigotes

SINOPSIS: 
El verano acaba de empezar y a la localidad costera de Dunnet Landing llega una escritora en busca de un lugar tranquilo donde refugiarse del ajetreo de la ciudad y poner punto final a su libro. Allí alquila una habitación en casa de la señora Todd, una experta botánica que vende remedios caseros preparados con las plantas de su jardín y con la que entablará una profunda amistad. Ella será la encargada de introducirla en la vida social de una comunidad que parece discurrir aislada bajo la imponente presencia de los abetos a los que alude el título.
Sarah Orne Jewett construye una magnífica novela que retrata con sensibilidad y nostalgia un mundo en vías de desaparición, y nos presenta una memorable galería de personajes femeninos: mujeres independientes y de gran entereza que defienden su derecho a la soledad y que conforman una sólida red de cuidados y afectos.

OPINIÓN:
Es una novela costumbrista ambientada en Dunnet Landing, un pueblecito costero ficticio situado en el estado de Maine. Allí llega la protagonista y narradora, una escritora de edad indefinida –pero ya no tan joven, según sus propias palabras–, que busca un poco de tranquilidad para escribir. Se aloja en casa de la señora Todd, una viuda sexagenaria experta en hierbas y remedios caseros, lo que provoca un ir y venir constante de pacientes e interesados en los productos que elabora. Entre anfitriona e inquilina surge una profunda amistad que abrirá las puertas a esta última a un sinfín de historias familiares y vecinales que la deleitan a ella a la par que al lector.
Tanto el entorno, pintoresco y lleno de los abetos puntiagudos que dan título al libro, como los habitantes de Dunnet Landing, son descritos con una visión muy aguda y realista. En realidad es una historia en la que no pasa gran cosa, se inicia con la llegada de la protagonista y finaliza con su marcha, se describen lugares y se narran sus encuentros con diferentes habitantes de Dunnet, unos solitarios y endurecidos por la vida en el mar, otros acogedores y encantadores, pero todos son entrañables y marcan la estancia de la escritora. El mar es también protagonista inmutable, puede pasar desapercibido pero es el que ha modelado a los habitantes del lugar, un pueblo pesquero sin otra fuente de vida que el sustento que proviene de él. Es también un relato de añoranza, en el que los mismos personajes recuerdan con nostalgia tiempos pasados.
Publicada originariamente en 1896 en cuatro entregas en una revista literaria americana, es curioso como fue considerada por la propia autora como una de sus obras menores y en cambio ahora se la considera su obra maestra, según el “Estudio crítico” que aparece como epílogo de la edición que he leído. Personalmente me ha gustado mucho, uno de esos libros que disfrutas leyendo relajadamente, tan bien narrado que paisajes y personajes se te meten en la piel, y tras su lectura casi sientes que has sido tú la que ha pasado unos meses en ese pueblecito marino.
Esther Rodríguez

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