24 de marzo de 2018

"El club de los mentirosos", de Mary Karr

FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Regina López Muñoz
Editorial: Periférica & Errata naturae

SINOPSIS: 
Cuando se publicó por primera vez, en Estados Unidos, El club de los mentirosos fue un éxito arrollador y elevó el arte de la narrativa memorialística a un nivel completamente nuevo. Fue recibido con entusiasmo por los lectores y la crítica, fascinados por este relato de una infancia de los años sesenta fuera de lo común, tremendamente conmovedor pero desprovisto de sentimentalismos.
La tragicómica niñez de Mary en una localidad petrolera del este de Texas nos presenta a unos personajes tan singulares como divertidos: un padre bebedor, una hermana que con doce años le planta cara a un sheriff, una madre con un sinfín de matrimonios a sus espaldas —y cuyos secretos amenazan con destruirlos a todos—. Precisamente, será la madre, ese personaje maravilloso, quien se convertirá a lo largo del libro en la clave de esta gran historia, de esta novela autobiográfica e inolvidable.

OPINIONES:
He leído EL CLUB DE LOS MENTIROSOS, novela autobiográfica de la escritora estadounidense Mary Karr, y me ha parecido una novela tan sorprendente como su propia voz narrativa, una niña díscola y maleducada, que página a página nos va desvelando los singulares y a veces caóticos acontecimientos de su compleja vida familiar en una abrupta zona de la América profunda de los años 60. Y lo hace con una franqueza demoledora, disfrazada a veces de comicidad que induce a menudo a una sonrisa, mientras sin embargo, entre mentiras y secretos surgen dolorosas verdades y episodios duros y lamentables, que, a pesar de la habilidad de la autora para narrarlos con ironía y sentido del humor, resultan a menudo experiencias dolorosas.
La narrativa de Mary Karr es dinámica, fluida y amena y en esta novela de contrastes, no exenta de dramatismo, pero también de ternura y humor, se vale de una protagonista excepcional (ella misma) para desentrañar sin tapujos los claroscuros del ser humano.
Una lectura desbordante y tragicómica, que no deja indiferente.

Yolanda Castilla Galdos

Es una lectura apasionante que me ha encantado desde el mismo prólogo. Escritas con una sinceridad abrumadora, las vivencias de la autora durante su infancia y adolescencia, narradas años después con bastante humor y sin ningún tipo de victimismo, son un disfrute constante.
La narradora-autora-protagonista crece en una familia disfuncional cuyo personaje más destacado es la madre, alocada, alcohólica y con fuertes altibajos emocionales. De fondo la compañía constante de Lecia, la hermana mayor, decidida y protectora cuando es necesario. Y el padre, cuyo grupo de amigos con los que Mary pasó muchos ratos da título al libro. Sin olvidar a la misma Mary Marlene, una niña de armas tomar.
La sucesión de historias que describen la infancia vivida por las dos hermanas como dramática y difícil, tiene su contrapunto en la fortaleza de la protagonista, la ternura que se desprende a lo largo de toda la obra y el innegable amor que reina en la familia. Es por ello una mezcla curiosa de tragedia y comedia, en que sucesos traumáticos y dolorosos son expuestos con tal naturalidad y dosis de ironía que es imposible no sonreír y encariñarse con los personajes. Personajes reales, psicológicamente muy interesantes, que no son más que un pequeño ejemplo de la amplia diversidad que hay en el mundo.
Escritas con un estilo desenfadado, agudo y mordaz, en mi opinión son unas memorias autobiográficas brutales, que aúnan lo mejor y lo peor del ser humano, pero donde prevalece el amor y la bondad. Me han gustado mucho y las recomiendo sin dudar.
Esther Rodríguez

"Pocos mentirosos natos emprenden conscientemente la senda de la verdad, ni siquiera quienes creen de una manera axiomática que dicho camino acabará por liberarlos".
Bajo el título de El club de los mentirosos se esconde un libro de memorias en el que -según su autora- no hay un ápice de mentira, todo es real porque "cuando el destino te pone en bandeja unos personajes así, ¿para qué inventar nada?"
Hay historias de las que es imposible salir indemne, y ésta es una de ellas. Una historia dura y desgarradora sobre la infancia de unas niñas a las que se les obligó a dejar de serlo antes de tiempo. Coprotagonista de estas memorias es su hermana Lecia, apenas un par de años mayor que ella, y que tiene que asumir un papel, creo, más complicado que ella en toda su historia.
Mary nos narra su convivencia con la violencia, el alcoholismo de sus padres, las enfermedades mentales y, sobre todo, del alma, con una prosa exquisita, cargada de ironía a veces, con sentencias profundas que se clavan en el corazón otras. Nos describe hechos y situaciones realmente atroces que cortan la respiración, pero sin ningún dramatismo ni regodeo en las miserias, lo que hace que sea una lectura relativamente llevadera.
Utiliza un lenguaje natural, campechano y con un punto de humor (siempre en primera persona) que ayudan a quitar carga emocional al relato. Este lenguaje fue el que al principio me llevó a equívoco con la traducción, pensando que era posible que la misma se hubiera hecho de una manera excesivamente literal, pero con el paso de las páginas me di cuenta de que la traducción era buena, y que era la propia autora la que usaba ese estilo.
Un libro de más de 500 páginas que engancha como una novela, en el que las mentiras ocultan verdades tan dolorosas que trastornan la mente y la vida de tres generaciones. Unas verdades que, una vez desveladas, tienen el poder de liberar y sanar no solo a quien las enuncia, sino a todo aquel que está cerca.
Por momentos se me ha hecho algo pesado, y el salto a la última parte del libro, en el que dejamos a una Mary niña y nos encontramos ya a una mujer adulta, no me ha acabado de gustar; me he quedado con la sensación de vacío, de que me falta información de la vida de Mary y su hermana en todos esos años. A pesar de todo es un libro que merece mucho la pena y que recomiendo.
Leo la última página y cierro el libro con sentimientos encontrados. Por un lado me parece demoledor, tristísimo, muy duro, pero no lo cierro con el sentimiento lógico de tristeza, sino con sensación de esperanza, de evolución y superación posibles. Con un mensaje resonando en mi cabeza que siento que es el mensaje que la autora quiere transmitir(me): todos tenemos nuestros traumas, algunos incluso tenemos nuestras nefastas infancias, pero es posible sacarlo todo y dejarlo al otro lado del muro. Es posible tener cicatrices que nunca desaparecerán, recordándonos aquellas heridas que tanto dolieron, pero esas cicatrices no tienen por qué condicionar el resto de nuestra existencia.

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