Género: Narrativa
Editorial: Debolsillo
SINOPSIS:
Cyrano -así lo llaman en confianza por su exagerada nariz- es escritor de oficio y heredero de la afición incontenible al espionaje que, durante generaciones, se ha cultivado en la familia. Vigila a los vecinos del barrio para documentar la novela en la que está trabajando, y bucea en las similitudes entre la escritura y el arte de la averiguación. Al tiempo, vuelve una y otra vez al que fuera el día más importante de su vida, aquél en el que tuvo que elegir entre un amor eterno y uno pasajero, entre una existencia conservadora u otra extrañamente revolucionaria.
OPINIÓN:
Empecé con mucho interés la novela porque no había leído nada de Vila-Matas y todo lo que había escuchado sobre el autor era positivo (incluyendo su candidatura al Premio Nobel, algo que se escuchaba el año pasado) y además se le relaciona con mi idolatrado Paul Auster, mas, finalmente, aunque no voy a decir que no me ha gustado, me ha sabido a poco.
Para empezar la sinopsis extiende cheques que las páginas no avalan: el tema del espionaje se reitera hasta el aburrimiento aunque sin apenas acción por parte del protagonista, quien sólo menciona detalles de la vida de un par de vecinos cuando uno espera que la obra sea un retrato coral de decenas de personas. El otro tema de la sinopsis, la disyuntiva entre amor eterno y pasajero, que era el que menos me llamaba, si tiene bastante presencia, pero también de un modo muy repetitivo y que, por lo tanto, llega a aburrir.
Además el personaje no me ha caído en gracia para nada. Claro que es un antihéroe, alguien cuya conducta no debe despertar admiración. Sin embargo, y creo a muchos lectores también le ocurrirá, uno llega a sentir mucha, o al menos cierta, empatía con este tipo de personajes de corte desagradable, como Ignatius Reilly (“La conjura de los necios”), Bruno Clement (“Las partículas elementales”) o el mismísimo Patrick Bateman (“American Psycho”). Sin embargo, en ningún momento he llegado a sentir empatía con este Cyrano, un individuo que desprecia a una mujer que claramente daría todo por él, que se mofa de los problemas psicológicos que tuvieron su padre y su abuelo y que hace comentarios sobre su hijo, medio autista, que ganas me han dado de dejar la lectura a la mitad.
Sin embargo aguanté y ya encarando el final de la novela, a raíz de un curioso incidente con el barbero del barrio, la historia empieza a cambiar un poco el tono, varían en cierta medida los temas que, como ya he dicho, era un constante dar vueltas sobre lo mismo y eso, unido al buen hacer como narrador de Vila-Matas, cuya estupenda prosa no pongo en duda para nada (de hecho es cierto que he encontrado similitudes entre su forma de narrar y la de Paul Auster) salvan un poco la historia.
Por lo tanto seguiré indagando la obra del autor pues estoy convencido que en su prolífica carrera debe haber novelas que sin duda me gustarán y, en cuanto a ésta, ni la recomiendo ni la desprecio y sólo puedo decir que me ha dejado, como reza el chiste, a cero grados: ni frío ni calor.
Para empezar la sinopsis extiende cheques que las páginas no avalan: el tema del espionaje se reitera hasta el aburrimiento aunque sin apenas acción por parte del protagonista, quien sólo menciona detalles de la vida de un par de vecinos cuando uno espera que la obra sea un retrato coral de decenas de personas. El otro tema de la sinopsis, la disyuntiva entre amor eterno y pasajero, que era el que menos me llamaba, si tiene bastante presencia, pero también de un modo muy repetitivo y que, por lo tanto, llega a aburrir.
Además el personaje no me ha caído en gracia para nada. Claro que es un antihéroe, alguien cuya conducta no debe despertar admiración. Sin embargo, y creo a muchos lectores también le ocurrirá, uno llega a sentir mucha, o al menos cierta, empatía con este tipo de personajes de corte desagradable, como Ignatius Reilly (“La conjura de los necios”), Bruno Clement (“Las partículas elementales”) o el mismísimo Patrick Bateman (“American Psycho”). Sin embargo, en ningún momento he llegado a sentir empatía con este Cyrano, un individuo que desprecia a una mujer que claramente daría todo por él, que se mofa de los problemas psicológicos que tuvieron su padre y su abuelo y que hace comentarios sobre su hijo, medio autista, que ganas me han dado de dejar la lectura a la mitad.
Sin embargo aguanté y ya encarando el final de la novela, a raíz de un curioso incidente con el barbero del barrio, la historia empieza a cambiar un poco el tono, varían en cierta medida los temas que, como ya he dicho, era un constante dar vueltas sobre lo mismo y eso, unido al buen hacer como narrador de Vila-Matas, cuya estupenda prosa no pongo en duda para nada (de hecho es cierto que he encontrado similitudes entre su forma de narrar y la de Paul Auster) salvan un poco la historia.
Por lo tanto seguiré indagando la obra del autor pues estoy convencido que en su prolífica carrera debe haber novelas que sin duda me gustarán y, en cuanto a ésta, ni la recomiendo ni la desprecio y sólo puedo decir que me ha dejado, como reza el chiste, a cero grados: ni frío ni calor.
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