Género: Relatos
Traducción: Juan José del Solar
SINOPSIS:
El presente volumen reúne quince relatos –localizados en su mayoría en un mundo rural inclemente, cerrado y opresivo– que nos hacen recorrer, tras la mirada viviseccionadora de una niña, escenas cotidianas en la vida de una pequeña comunidad de ascendencia suaba. El núcleo familiar, la muerte, los juegos infantiles, el sexo, la iglesia y la escuela, el baile, los animales y el huerto se van plasmando con una engañosa ingenuidad que convierte la realidad en brutal pesadilla. Por encima de la anécdota la naturaleza se impone, incluso en las breves escenas de la vida urbana, en cada una de las páginas del libro, destilando una intensa calidad poética con la fuerza de sus imágenes casi oníricas.
OPINIÓN:
En mi empeño por conocer autoras, pues se suma la lectura de la Nobel Herta Muller, a quien desconocía por completo hasta ahora. “En tierras bajas” ha sido una lectura corta, intensa y extraña dada la forma particular en que se expresa la autora. Los relatos están compuestos de frases y fragmentos cortos separados entre sí y la narración no es lineal, sino que en ella la autora va relatando una serie de hechos cotidianos que se combinan con descripciones de personajes y paisajes y donde los sueños y la realidad, en ocasiones, se confunden. La prosa es poética, profunda, a veces desgarradora, hasta el punto que me ha hecho pensar en lo “animal” que es el ser humano. En lo que describe hay belleza, pero también miseria, desgarro.No puedo explicar mucho más, porque en el texto no hay una historia, sino muchas, sin protagonista ni final definido, aunque el desenlace quizá lo conocemos todos de antemano, porque de lo que habla Muller es la vida, básicamente.
Supongo que no es una lectura que pueda gustar a todo el mundo, por estilo y su duro contenido, así que no la recomiendo en especial, más si se está con ánimo bajo. Yo aviso, por si acaso.
Dolors Martínez
Es un libro de relatos que tienen en común el ambiente de la vida rural de una comunidad de ascendencia suaba. Hasta ahí, pareciera que no tiene nada de particular. Pero la forma de la autora de entremezclar lo que está narrando con descripciones de este entorno, con un lenguaje poético -que no romántico-, le da esta particularidad. No solamente el lenguaje, también lo que elige contar -que no es todo, mucho hay que deducir- es diferente. Los detalles de la vida rural no son siempre los más agradables de conocer y no son las historias que estamos acostumbrados a leer. Me ha gustado mucho aunque entiendo que no sea para todos los gustos.
Silvina Romano
“Papá yacía en su ataúd en medio de la habitación. De las paredes colgaban tantas fotos que ya ni se veía la pared. En una de ellas papá era la mitad de grande que la silla a la cual se aferraba. Llevaba un vestido y sus piernas torcidas estaban llenas de pliegues adiposos. Su cabeza, sin pelo, tenía forma de pera. En otra foto aparecía en traje de novio. Sólo se le veía la mitad del pecho. La otra mitad era un ramillete ajado de flores blancas que mamá tenía en a mano. Sus cabezas estaban tan cerca una de la otra que los lóbulos de sus orejas se tocaban. En otra foto se veía a papá ante una valla, recto como un huso. Bajo sus zapatos altos había nieve. La nieve era tan blanca que papá quedaba en el vacío. Estaba saludando con la mano levantada sobre la cabeza. En el cuello de su chaqueta había unas runas. En la foto de al lado papá llevaba una azada al hombro. Detrás de él, una planta de maíz se erguía hacia el cielo. Papá tenía un sombrero puesto. El sombrero daba una sombra ancha y ocultaba la cara de papá. En la siguiente foto, papá iba sentado al volante de un camión. El camión estaba cargado de reses. Cada semana papá transportaba reses al matadero de la ciudad. Papá tenía una cara afilada, de rasgos duros. En todas las fotos quedaba congelado en medio de un gesto. En todas las fotos parecía no saber nada más. Pero papá siempre sabía más. Por eso todas las fotos eran falsas. Y todas esas fotos falsas, con todas esas caras falsas, habían enfriado la habitación”.
Este ha sido mi primer encuentro con la escritora rumano-alemana Herta Müller, Premio Nobel 2009.
¡Qué grata sorpresa ha sido para mí este descubrimiento literario!
Tierras bajas es un pequeño gran volumen de 126 páginas, 15 relatos entrañables y surrealistas, narrados por la inocente palabra de una niña.
Una niña pequeña o a veces una adolescente, que cuenta sin tapujos todo lo que ve y lo que siente, sus juegos y sus terrores, así como sucesos familiares: muertes, entierros, disputas, quejas, chismes, tradiciones, bailes y fiestas típicas, actos religiosos, vestuarios, peinados, costumbres, comidas, sus animales, el modo de vivir y la forma de amueblar y distribuir sus viviendas suabas (me divirtió mucho el baño suabo); el duro trabajo ... y todo lo que puede suceder en una aldea rural.
Cuenta la estricta forma en que es educada, con la dura crudeza campesina y la fuerte disciplina alemana; (las comunidades suabas eran alemanes afincados en Rumanía que formaban pueblecitos y se casaban solamente entre ellos), pues a esta sensible pequeña no se le permitía hablar en la mesa, ni llorar, pero sí la dejaban presenciar los actos cotidianos de la granja, que a sus ojos implicaban mucha crueldad, cuando se trataba de sacrificar animales para el consumo ...
Pero lo genial no es tanto lo que cuenta, sino cómo lo cuenta, cómo compone un colorido puzle de imágenes impresionistas en un estilo a veces totalmente surrealista ... ¡qué arte, pura poesía! Algunos cuentos son francamente oníricos ... pesadillas.
Y como sin querer, con su caleidoscopio de imágenes y retablos rurales, va desgranando las incongruencias del sistema comunista ... no crítica, no condena, pero expone hechos y resultados ...
En conclusión, me ha encantado y lo recomiendo.
"Mamá me ciñe la octava pretina en torno a la cintura. Las pretinas son blancas y angostas. Las pretinas son calientes y oprimen la cintura y me comprimen el aliento en la garganta. Peter aguarda sentado en una silla, a un extremo de la mesa. Las faldas bajeras, fruncidas en pliegues de piedra, están guarnecidas de encajes. Los agujeros de los encajes y su delicada osatura pesan y huelen a moho. Los encajes tienen venas calizas como las que recorren las largas paredes del molino viejo. La novena falda es de color gris claro como las ciruelas al amanecer. Flota sobre las faldas bajeras de piedra. Yo sólo siento su pretina caliente. La novena falda tiene flores blancas sobre un fondo de seda gris, penumbroso. Las flores son campanillas con la cabeza inclinada. Muchas de las cabezas quedan ocultas entre los pliegues. Sólo se ven cuando empiezo a girar, cuando el acordeón resuena, cuando el clarinete negro grita, cuando la piel de ternera del tambor zumba. Peter me hace girar en torno a su cara. Las campanillas blancas se marean y susurran una cadencia. Mis zapatos pisan una cadencia, los flecos de mi dengue tiemblan una cadencia, mis cabellos vuelan una cadencia".
Lucila Argüello
Por una de esas casualidades justamente tengo el libro delante, en esa misma edición que aparece en la fotografía (había otra con letra más pequeña), recién sacado el libro de la biblioteca. No me asusta que un libro tenga un contenido duro y tengo muy buenas referencias de esta autora, de la que no he leído nada.
ResponderEliminarUn saludo
Pues menuda casualidad. A ver si te gusta, hay gente que no resiste lecturas de este tipo. En este libro en concreto hay un episodio con una ternera, en el capítulo En tierras bajas que me dio impresión. Y no digo más, lo que cuenta es bastante crudo, en general.
Eliminar¡Saludos!
Me gustará conocer esta prosa tan personal, Dolors, pero esa advertencia tuya al final me obliga a posponer su lectura un poco. Ya te contaré...
ResponderEliminarUn abrazo,
Ay, Dolors, que acabo de leer tu respuesta a Ana y queda descartado Si hay episodios de crueldad hacia los animales me olvido del libro ya. No puedo con eso.
ResponderEliminarPues mejor queda descartada, Carmen. No es que sean muy numerosas las escenas de maltrato animal, pero me conmovió el episodio con la ternera, ay. Te contaré si pruebo con otra y no hay escenas de ese tipo.
EliminarLo de los animales lo vi como las cosas que pasan en el campo, contadas con detalles porque las relata una niña, me parecieron duras pero no exageradas.
EliminarA mí me está afectando más cómo tratan a los niños, como cuando cuenta que no podía hablar durante la comida, aunque sea para pedir agua y se estuviera muriendo de sed... Ya dejaré mi opinión cuando lo termine, adelanto que me está gustando mucho.
Coincido también, que el trato que recibe la niña es terrible, sobre todo por su madre. Lo de la ternera me conmovió no solo por el final que le aguarda al animal, sino por como ve el hecho la niña.
EliminarEso, solamente era aclarar que no es algo morboso ni exagerado. Sí que es cierto que transmite muy bien las sensaciones y sentimientos sin necesidad de muchas palabras.
Eliminar