Género: Narrativa
Traducción: María Campuzano
Editorial: Seix Barral
SINOPSIS:
Bajo el título de uno de ellos, La balada del café triste, se
agrupan en este libro varios de los relatos más significativos de la
singular y sutil narrativa de Carson McCullers, que han accedido ya a la
consideración de clásicos de la moderna literatura norteamericana y
constituyen incursiones en la silenciosa, secreta y sagrada intimidad
del alma de sus personajes.
«Wunderkind», «El jockey», «Madame Zilensky y el rey de Finlandia», «El transeúnte», «Dilema doméstico» y «Un árbol. Una roca. Una nube» custodian esta balada de impronta inconfundible en la que la frontera entre la prosa y la poesía se disuelve con maestría.
Narrados con un prodigioso sentido de la construcción, los relatos de Carson McCullers alcanzan una resonancia interior que va mucho más allá de su sencilla y directa observación de la realidad. El mundo punzante, desesperanzado y profundamente poético de Carson McCullers constituye, en palabras de Edith Sitwell el legado de «una escritora trascendental».
«Wunderkind», «El jockey», «Madame Zilensky y el rey de Finlandia», «El transeúnte», «Dilema doméstico» y «Un árbol. Una roca. Una nube» custodian esta balada de impronta inconfundible en la que la frontera entre la prosa y la poesía se disuelve con maestría.
Narrados con un prodigioso sentido de la construcción, los relatos de Carson McCullers alcanzan una resonancia interior que va mucho más allá de su sencilla y directa observación de la realidad. El mundo punzante, desesperanzado y profundamente poético de Carson McCullers constituye, en palabras de Edith Sitwell el legado de «una escritora trascendental».
OPINIÓN:
Podría parecer un libro variado. Son siete relatos, el primero, que titula el volumen, iguala la extensión de los otros seis juntos con sus 75 páginas. Encontramos varios asuntos. Amor, alcoholismo, deporte, música.
Es un libro uniforme. Igualado por varias capas de pintura triste y desesperanzada. No hay personajes felices, ni siquiera simpáticos apenas. Si nos identificamos con alguno, es pensando en cuando somos desgraciados.
¿Se puede disfrutar de una lectura así? Sí. Es el poder de la buena literatura.
El talento de esta mujer sureña, georgiana, que vivió medio siglo. Nos gusta cómo lo cuenta.
Ni una palabra de más o de menos. No sobra ni falta nada en la descripción de personajes y paisajes, rurales y urbanos. Todo crudo y claro y,extrañamente quizá, poético. Como un cuadro de Brueghel el viejo. Todo se ve, aunque el lienzo, el café, estén llenos de gente. ¿Caricaturesco por momentos? Sí, como el alcohol barato, el dolor amoroso, la vida.
Leo la séptima impresión de Seix Barral, de mayo de 2011. 155 páginas. 15 euros.
Podría parecer un libro variado. Son siete relatos, el primero, que titula el volumen, iguala la extensión de los otros seis juntos con sus 75 páginas. Encontramos varios asuntos. Amor, alcoholismo, deporte, música.
Es un libro uniforme. Igualado por varias capas de pintura triste y desesperanzada. No hay personajes felices, ni siquiera simpáticos apenas. Si nos identificamos con alguno, es pensando en cuando somos desgraciados.
¿Se puede disfrutar de una lectura así? Sí. Es el poder de la buena literatura.
El talento de esta mujer sureña, georgiana, que vivió medio siglo. Nos gusta cómo lo cuenta.
Ni una palabra de más o de menos. No sobra ni falta nada en la descripción de personajes y paisajes, rurales y urbanos. Todo crudo y claro y,extrañamente quizá, poético. Como un cuadro de Brueghel el viejo. Todo se ve, aunque el lienzo, el café, estén llenos de gente. ¿Caricaturesco por momentos? Sí, como el alcohol barato, el dolor amoroso, la vida.
Leo la séptima impresión de Seix Barral, de mayo de 2011. 155 páginas. 15 euros.
Luis Miguel Sotillo Castro
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