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3 de octubre de 2014

"Del color de la leche", de Nell Leyshon

Del color de la leche Nell Leyshon
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Mariano Peyrou
Editorial: Sexto Piso

SINOPSIS:
Elias Canetti escribió que en escasas ocasiones las personas logran liberarse de las cadenas que las atan para, inmediatamente después, quedar sujetas a otras nuevas. Mary, una niña de quince años que vive con su familia en una granja de la Inglaterra rural de 1830, tiene el pelo del color de la leche y nació con un defecto físico en una pierna, pero logra escapar momentáneamente de su condena familiar cuando es enviada a trabajar como criada para cuidar a la mujer del vicario, que está enferma. Entonces, tiene la oportunidad de aprender a leer y escribir, de dejar de ver «sólo un montón de rayas negras» en los libros. Sin embargo, conforme deja el mundo de las sombras, descubre que las luces pueden resultar incluso más cegadoras, por eso, a Mary sólo le queda el poder de contar su historia para tratar de encontrar sosiego en la palabra escrita.
En Del color de la leche, Nell Leyshon ha recreado con una belleza trágica un microcosmos apabullante, poblado de personajes como el padre de Mary, que maldice a la vida por no darle hijos varones; el abuelo, que se finge enfermo para ver a su querida Mary una vez más; Edna, la criada del vicario que guarda tres sudarios bajo la cama, uno para ella, y los otros para un marido y un hijo que no tiene; todo ello, enmarcado por un entorno bucólico que fluye al compás de las estaciones y las labores de la granja, que cobra vida con una inocencia desgarradora gracias al empeño de Mary de dejar un testimonio escrito del destino adquirido, al cual ya no tiene la posibilidad de renunciar. 

OPINIONES: 
Es una novela breve, en mi opinión una pequeña joya. La protagonista y narradora es Mary, una chica de 15 años que le cuenta a alguien los hechos que sucedieron en su vida un año antes, en 1830. Mary vive y trabaja con sus hermanas en el campo de sol a sol, bajo la férrea voluntad de un padre tiránico; ella no tiene ni voz ni voto, y tampoco puede oponerse cuando su padre la manda a trabajar a casa del vicario, a cuidar de su mujer que está enferma. Allí todo un universo distinto y desconocido se abrirá ante sus ojos, aunque no será hasta las últimas páginas que descubriremos por qué escribe su historia.
Al principio se me hizo un poco extraña la lectura, pues no hay mayúsculas, y la prosa es sencilla y bastante peculiar, pero a medida que avanzaba, la aparente incorrección me fue pareciendo más bien una virtud, cómo la autora se pone en la piel y voz de una niña sin educación que acaba de aprender a escribir.
El valor de la novela radica sin duda en la protagonista, con la que es imposible no empatizar, un personaje de carácter fuerte y pragmático, sincero y con una lengua afilada que en ocasiones le da un toque de humor a la lectura. También el resto de personajes, aunque menos definidos, me han parecido bien logrados. En conjunto la autora recrea maravillosamente una época y un modo de vivir. Es una historia dura, pero a la vez preciosa y que se lee con emoción. Como resumen, me encanta una frase que aparece en el prólogo: «¿Qué hubiera pasado si una joven de clase baja en el siglo XIX hubiera sabido leer y escribir?» Muy recomendable. 

Os copio el fragmento inicial de la novela:
éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano.
en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno he llegado a la edad de quince años y estoy sentada al lado de mi ventana y veo muchas cosas. veo pájaros y los pájaros llenan el cielo con sus gritos. veo los árboles y veo las hojas.
y cada hoja tiene venas que la recorren.
y la corteza de cada árbol tiene grietas.
no soy muy alta y mi pelo es del color de la leche.
me llamo mary y he aprendido a deletrear mi nombre. eme. a. erre. i griega. así es como se escribe.


quiero contarte lo que ha pasado pero tengo que tener cuidado de no apresurarme como hacen las vaquillas en la entrada, porque entonces iré por delante de mí misma y puedo tropezarme y caerme y de todas maneras tú querrás que empiece por donde se debe empezar.

y eso es por el principio.
Esther Rodríguez

“Del color de la leche”, de Nell Lehyshon, considerada la mejor novela de 2014 por el Gremio de Libreros de Madrid, es una obra que conquista de entrada por la originalidad y sencillez del lenguaje y por la poderosa voz narrativa que te atrapa sin fisuras desde la primera frase: “este es mi libro y estoy escribiendolo con mi propia mano”, así, sin mayúsculas ni puntuación correcta, pues quien lo escribe es una campesina de quince años que acaba de aprender a leer y escribir y con quien se empatiza inmediatamente por su carácter sincero y despierto, y que con una enorme fuerza narrativa, por medio de un texto transgresor y a la vez sencillo, a modo de diario, nos va desvelando una conmovedora historia de dolor y de miseria, de una forma natural, poética e íntima, que se devora sin paliativos.
Aunque la última parte me pareció un poco truculenta, he disfrutado mucho con esta singular novela.

Yolanda Castilla Galdos

“Este es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano”, así comienza la novela corta “Del color de la leche”, de la escritora británica Nell Leyshon.
Quién escribe y cuenta su propia historia es Mary, la hija menor de un matrimonio de granjeros.
La familia de Mary está compuesta por el abuelo, tullido de ambas piernas por un accidente en el campo y que pasa las horas en la casa, el padre de Mary, hombre autoritario y violento, su mujer, resignada en su papel pasivo y obediente al marido, y sus cuatro hijas, Beatriz, Violet, Hope y Mary.
Es una familia que basa su subsistencia en la labor del campo, todos trabajan en él, excepto el abuelo. Viven con lo imprescindible y su vida se rige prácticamente como la de los animales, no han recibido educación, no saben ni leer ni escribir. Por esta carencia de educación apenas valoran la mente despierta y audaz de Mary, que no cesa de hablar, de decir las cosas como las piensa y de hacer preguntas sobre temas variados. Al ser la menor tampoco le hacen mucho caso, la subestiman.
Quién más la entiende es el abuelo. 
Un día su existencia dará un vuelco, su padre ha concertado con el Vicario que una de sus hijas trabaje en su casa para cuidar a su esposa enferma, la elegida es Mary.
Allí su franqueza y locuacidad le reportará simpatía e inconvenientes al mismo tiempo. 
Pero sobre todo en la casa del vicario aprenderá a leer y escribir, así podrá dar testimonio de su propia historia.
En “Del color de la leche” Mary narra los acontecimientos de su vida durante la primavera de 1830 y primavera de 1831. Lo hace de una forma sincera, clara, con una pureza casi infantil (ella tiene 14-15 años), describe diálogos, hechos y comportamientos de todos los miembros de la familia y de la Vicaría, también hace muchas referencias a la naturaleza, animales, paisaje, a la vida sencilla.
Me ha gustado bastante. Es una lectura breve que engancha en el primer momento y el personaje de Mary tiene un desarrollo interesante. La recomiendo.
Dolors Martínez

"la savia ascendía por los tallos. y las hojas se abrían. y los pájaros revestían sus nidos. y el mundo se acordó de la primavera".
Muy novedosa esta novela de la autoría de Nell Leyshon, británica. Está escrita sin usar mayúsculas y en un lenguaje primitivista, con voz narradora intradiegética: la joven de 15 años que acaba de aprender a leer y escribir para poder contar su conmovedora historia ... en el año del señor de 1831. Su nombre es Mary, es bella y deslenguada, no muy alta, cojea de una pierna, y su cabello es del color de la leche.
De una primavera a otra primavera transcurre la narración en una paulatina escalada de suspenso ... se sospecha que algo grave o extraño o terrible va a ocurrir o ha sucedido, que haya motivado a la novel escritora semianalfabeta a narrar la historia de su tierna vida.
Pero el desenlace se conoce solamente al final ... que es explosivo y brutal.
Vale la pena leerla. No puedo decir más ...
"¿qué son?, le pregunté. sudarios, me dijo. para cuando te entierran. y los sujetó en el aire, uno por uno. todos estaban bordados con crucecitas. todos los puntos estaban perfectos. este es para mí, me dijo, y este es para mi marido, solo que no tengo marido. y este es por si tengo un hijo y se muere. sujetó en el aire la última, que era del tamaño de un bebé. y después las puso todas encima de la cama. tenía otro pequeño, me dijo, solo que ya lo he usado".
Lucila Argüello

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