Género: Narrativa
Traducción: Isabel Hernández
Editorial: Nórdica
SINOPSIS:
Al igual que hizo Michael Haneke muchos años después en La cinta blanca, Ödön von Horváth narra en esta prodigiosa novela los orígenes del nacionalsocialismo y cómo la semilla del mal ya estaba presente en los jóvenes y en su educación.
El narrador de Juventud sin Dios es un joven profesor a quien el director del colegio le pide que no corrija a un alumno que afirma que los negros son infrahumanos, y le recuerda, además, que su obligación es «educar para la guerra». Los valores patrióticos se inculcan en una especie de campamento paramilitar en el que se producirá un crimen misterioso.
Horváth escribió esta obra en el verano de 1937, exiliado en Henndorf, en las proximidades de Salzburgo, y se publicó ese mismo año, alcanzando rápidamente una gran popularidad, incluso en el extranjero, siendo traducida a diez idiomas en los dos años siguientes. Las referencias a la realidad del nazismo son el elemento central en una obra en la que el autor describe una curiosa mezcla de la Alemania nazi con la Austria prefascista.
El narrador de Juventud sin Dios es un joven profesor a quien el director del colegio le pide que no corrija a un alumno que afirma que los negros son infrahumanos, y le recuerda, además, que su obligación es «educar para la guerra». Los valores patrióticos se inculcan en una especie de campamento paramilitar en el que se producirá un crimen misterioso.
Horváth escribió esta obra en el verano de 1937, exiliado en Henndorf, en las proximidades de Salzburgo, y se publicó ese mismo año, alcanzando rápidamente una gran popularidad, incluso en el extranjero, siendo traducida a diez idiomas en los dos años siguientes. Las referencias a la realidad del nazismo son el elemento central en una obra en la que el autor describe una curiosa mezcla de la Alemania nazi con la Austria prefascista.
OPINIONES:
Ödön von Horváth fue un autor austrohúngaro, cuyo padre, funcionario, procedía de una familia noble, mientras la familia de la madre procedía de raíces germanas. En Horváth había una mezcla de identidades que, en cierto modo, curtieron su obra.“Juventud sin Dios” vio la luz en 1937, en un momento en el que el escritor había conocido cierto éxito para después comenzar a ser censurado por las autoridades alemanas y austriacas. Es el periodo del auge del fascismo y en estos años el autor había dirigido su producción hacia un tono más personal.
Horváth siempre fue crítico con el carácter alemán, pero en Juventud sin Dios describe una realidad sin paliativos.
El protagonista-narrador es un hombre de unos treinta y pocos años, maestro de Geografía e Historia en un instituto, de chicos de 14 años.
Este profesor se verá cuestionado por uno de sus alumnos a raíz de un comentario no muy acorde con la ideología nazi, y al tiempo la convivencia se irá complicando.
El autor austrohúngaro narra la historia desde la perspectiva del profesor, se sabe todo lo que ve, siente y piensa, e incluso el hombre tiene sus momentos de diálogo consigo mismo.
A través de las circunstancias vividas por el personaje principal, el autor realiza una crítica que va más allá del cuestionamiento del orden imperante, también alcanza al individuo, a la conciencia de cada uno. En esos tiempos la Historia fue una de la primeras armas que usó el nazismo para construir su ideología, a partir de ahí la educación, especialmente la destinada a formación militar, fue articulándose a favor del Imperio alemán.
El nazismo tenía la intención de formar a los futuros alemanes, para servir al Estado, eliminando el carácter individual, el pensamiento libre. El autor juega con estos elementos y crea, por ejemplo, un pequeño universo en el que apenas se conocen las verdaderas identidades de los alumnos, sólo la conciencia del profesor provocará que se sepa algún nombre de pila, dónde o cómo viven, etc... Además de eso, el maestro es testigo de muchas miserias y en todo esto, Dios, el omnipresente, casi no aparece y, a veces, ni se le espera. El hombre es el responsable de sus actos, allá con su conciencia.
Me ha gustado este primer contacto con el autor. La novela es corta y los capítulos muy breves, como pequeñas historias únicas (no en vano el autor cultivó el género del cuento), además la trama no es complicada y el estilo es directo, mordaz, muy certero en las aseveraciones, hay frases que son como dardos de realidad.
Dolors Martínez
El autor nos cuenta (la buena literatura no explica, simplemente cuenta) el apoyo popular que recibía el fascismo alemán incluso antes de subir al poder. Recordemos, antes de empezar, que los nazis no ganaron las elecciones con promesas de exterminar a los judíos, sino con muy simplones mensajes patrióticos de amor al pueblo y sus símbolos. Encontramos un buen ejemplo de esto último en el cumpleaños de Hitler, relatado en un pasaje de la novela, donde todo el país se detiene y coloca banderas en el balcón, incluido el protagonista, que se ve arrastrado por el rebaño. Banderas en el balcón, algo que hoy apenas se ve, ¿verdad?
Con los medios de comunicación al servicio del poder, la radio inocula los prejuicios y el miedo en la población (adoctrina, otro término muy de moda hoy en día) y poco pueden hacer contra esto quienes discrepan de la corriente dominante, como nuestro protagonista, un profesor de primaria que se enfrenta al padre de un alumno tras recriminar al niño que no considere personas a los negros.
Decir, en este punto, que los niños no pertenecen (aún, al menos) a las juventudes del partido. Sin embargo, la fotografía de la cubierta de esta edición de Nórdica no podía ser más acertada para introducir al lector en el clima de la trama.
El autor se refiere a los niños por sus iniciales, reflejando así la deshumanización que implica esta dictadura en la que Dios ya no es necesario, pues tienen un líder humano al que adorar.
Sin moralinas ni finales felices, y con un asesinato y juicio que me han recordado a la excelente ‘El extranjero’, de Camus (publicada 5 años después), estamos ante una novela imprescindible a día de hoy por tratar temas tan de actualidad como los símbolos nacionalistas, la autocensura o el adoctrinamiento.
Con los medios de comunicación al servicio del poder, la radio inocula los prejuicios y el miedo en la población (adoctrina, otro término muy de moda hoy en día) y poco pueden hacer contra esto quienes discrepan de la corriente dominante, como nuestro protagonista, un profesor de primaria que se enfrenta al padre de un alumno tras recriminar al niño que no considere personas a los negros.
Decir, en este punto, que los niños no pertenecen (aún, al menos) a las juventudes del partido. Sin embargo, la fotografía de la cubierta de esta edición de Nórdica no podía ser más acertada para introducir al lector en el clima de la trama.
El autor se refiere a los niños por sus iniciales, reflejando así la deshumanización que implica esta dictadura en la que Dios ya no es necesario, pues tienen un líder humano al que adorar.
Sin moralinas ni finales felices, y con un asesinato y juicio que me han recordado a la excelente ‘El extranjero’, de Camus (publicada 5 años después), estamos ante una novela imprescindible a día de hoy por tratar temas tan de actualidad como los símbolos nacionalistas, la autocensura o el adoctrinamiento.
Gracias por esta reseña literaria. Es un libro de necesaria consulta en nuestro tiempo, ya que se encuentra presente en las formas oscuras del dominio de masas por gobernantes de cualquier tendencia política. Lo leeré, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarGracias a ti por comentar. Actualmente la sociedad está complicada, sí. Sobre todo hace falta educación. #AbrazoLector
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