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24 de enero de 2020

"El Gatopardo", de Giuseppe Tomasi di Lampedusa

el gatopardo lampedusa
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Ricardo Pochtar
Editorial: Anagrama

SINOPSIS:
Sicilia, 1860. El tiempo parece discurrir con parsimonia en estas tierras, marcadas por los ritmos de una campiña de árida belleza y un orden social inamovible, cuya cúspide ocupa la aristocracia terrateniente. Pero la historia está a punto de dar una sacudida con el desembarco de Garibaldi. Don Fabrizio, príncipe de Salina, hombre imponente, orgulloso, sensual y lúcido, patriarca de una de las familias más poderosas de la isla, contempla impertérrito estos tiempos convulsos que acaso supongan el hundimiento de su mundo o tal vez traigan cambios que en realidad permitirán que todo siga igual. Mientras tanto, su impetuoso sobrino Tancredi abraza la causa garibaldina y se enamora de la bella Angelica, hija de un advenedizo social... Recibida en su día con polémica, la única novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa es hoy ya un clásico indiscutible, que recuperamos en una nueva edición que incluye posfacio de Carlo Feltrinelli.
Una de las cumbres de la literatura del siglo XX. Una novela majestuosa, bellísima y repleta de matices.

OPINIÓN:
Tengo que empezar diciendo que no sólo me ha gustado sino que también me ha conmovido. Ha sido una lectura tan cautivadora que, habiendo dado por concluido el libro, su eco no cesa en mi memoria y vivo casi como una traición el silenciarlo para poder pasar a otras historias.
Pienso en su autor que decidió HACERSE NOVELISTA ya al final de su cincuentena para lanzarse a narrar la historia de una familia del cual era él el último eslabón atándola a la historia de Sicilia y por ende a la de Italia. GARIBALDI Y SU DESEMBARCO en la isla en 1860 -al que se une el sobrino de don Fabrizio, Tancredi- ABRE EL FUEGO de la decadencia de la aristocracia siciliana al tiempo que se va produciendo la unificación de todos los territorios que hoy conforman Italia. La caída de los Borbones y su sustitución por la dinastía de los Saboya, las dos guerras mundiales y la pérdida de sus latifundios con la consiguiente merma de poder, dejarán exhaustos a los de su clase.
Además, no es muy difícil entender que Lampedusa, cuando casi va a hacer UN SIGLO del desembarco de Garibaldi en la isla, haya sentido el deseo de lanzar una mirada lúcida y NADA NOSTÁLGICA a la agonía de esa nobleza protagonizada por Don Fabrizio, pariente cercano del autor. Él mismo nos dice: “Me parece que tiene cierto interés porque muestra a un noble siciliano en un momento de crisis (que no está dicho que sea sólo la de 1860), cuál es su reacción y cómo se va acentuando la decadencia de la familia hasta su desintegración casi total; pero todo eso visto desde dentro, con una cierta identificación del autor y sin ningún rencor...”.
No llegó a verla publicada y fue en 1959 cuando vio la luz gracias a la diligencia de Giorgio Bassani (autor de El jardín de Los Finzi-Contini, 1962), no sin antes verse rechazada por los prebostes de Mondadori que decían se “trataba de un libro estático, basado en estereotipos, que negaba la historia”. Su recepción no fue buena. Corrían tiempos en el que el neorrealismo campaba a sus anchas y que escritores a los que admiro como Leonardo Sciascia, también siciliano y marxista, no llegó a entender el mundo que le ofrecía Lampedusa. Esta corriente crítica fue neutralizada por el escritor de izquierdas Louis Aragon que en dos artículos publicados en 1959 y 1960 sale en defensa de la obra afirmando que no sólo no es reaccionaria sino que es el retrato de la eliminación de la aristocracia hecha sin piedad por alguien de su misma clase.
Y ahí estamos ante un mundo que va de palacio en palacio, de princesas discretas, de silencios compartidos, de pasatiempos ancestrales, de decorados fastuosos pero que la pátina del tiempo empieza a desportillar... todo ello envuelto en un LENGUAJE FASTUOSO que hoy en día no dejamos de admirar. Es en ese marco aparentemente intemporal donde HACE SU APARICIÓN la historia de la mano de su sobrino Tancredi, joven de escasos recursos, que sin volver la vista atrás se embarca en la revolución Garibaldiana y, ante la prevención de don Fabrizio y para calmarlo, le dice la famosa y EQUÍVOCA FRASE: “Si nosotros no participamos también, esos tipos son capaces de encajarnos la república. SI QUEREMOS QUE TODO SIGA IGUAL, ES NECESARIO QUE TODO CAMBIE“.
Y ya lo creo que va a cambiar... pues Tancredi no sólo se aliará con los nuevos tiempos sino que unirá su vida a la hermosa Angélica, plebeya pero adinerada, hija de un modesto labriego que ha ido acumulando astutamente una gran riqueza y que representa a la NUEVA CLASE SOCIAL que dará el golpe de gracia a esa aristocracia que no supo adecuarse a los nuevos tiempos y mucho menos ponerse a TRABAJAR... hasta tal punto de que es al final de la obra cuando don Fabrizio, estamos en 1910, entiende que aquella frase de su sobrino que tanto le consoló apenas iniciada la revuelta era pura y simplemente una MENTIRA... aunque verdad es que la República no llegó a cuajar (y por lo tanto tampoco Garibaldi) pues -ironías del destino- sólo sirvió en ese momento para unificar Italia bajo la dinastía de los Saboya.
Quiero terminar con estas palabras del descendiente del editor de EL GATOPARDO, Carlo Feltrinelli: “El GATOPARDO” tuvo un gran éxito porque ES UN GRAN LIBRO. Pero no fue así como se lo consideró. Se ha dicho, incluso, que es una novela claramente incompleta e imperfecta, además de anticuada. Una novela de corte decimonónico, tanto en las ideas como en las formas, pero poco lograda por no cumplir las normas propias del género. ERROR GARRAFAL Esta lectura era literariamente inadecuada: El Gatopardo no es una novela de hechos, sino DE IDEAS. Los hechos se exponen según los cánones de la narración tradicional en la medida en que sirven para ilustrar una realidad sobre la cual el libro ejerce su crítica, modificando, en cierto momento, la forma de su representación general y rompiendo así con la forma canónica, cerrada, para adoptar un esquema abierto, conforme a la visión moderna de la creación literaria”.
¡Ha sido un placer su lectura!
Ana Ballester

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