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11 de abril de 2020

"El papel pintado amarillo", de Charlotte Perkins Gilman

el papel pintado amarillo
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: María José Chuliá
Editorial: Contraseña

SINOPSIS:
«En mi vida he visto un papel más feo. [...] ¡No es de extrañar que los niños lo odiaran! Yo misma lo odiaría si tuviera que vivir en esta habitación mucho tiempo.»
Charlotte Perkins Gilman, El papel pintado amarillo.

En 1885, un año después de haberse casado con Charles Walter Stetson, Charlotte Perkins Gilman dio a luz a su hija, Katharine, y al poco tiempo entró en una profunda depresión. El doctor Silas Weir Mitchell, un reputado neurólogo a quien había acudido en busca de ayuda, le diagnosticó agotamiento de los nervios y le prescribió una cura de descanso, un controvertido tratamiento en el que era pionero. «Vive una vida tan hogareña como te sea posible, realiza no más de dos horas de actividad intelectual al día y no toques nunca más una pluma, un pincel o un lapicero»: estas fueron las instrucciones que le dio el médico a la autora. Durante unos meses siguió estos consejos, pero su depresión se agravó, y, según sus propias palabras, se acercó tanto a la frontera de la profunda ruina mental que llegó a vislumbrar el otro lado. Solo haciendo caso omiso de los consejos del médico y volviendo al trabajo logró recuperarse de su depresión. Esta experiencia la marcó hasta tal punto que en 1890 escribió El papel pintado amarillo, un estremecedor relato que constituye una demoledora crítica al tratamiento prescrito por el doctor Mitchell.
Edición bilingüe.

OPINIÓN:
Charlotte Perkins Gilman es una escritora estadounidense nacida en 1860 que participó activamente en organizaciones feministas y reformistas, buena parte de sus escritos van en ese sentido. “El papel pintado amarillo” es su relato más conocido.
La narradora del libro, de la que nunca aparece el nombre, sufre una especie de depresión nerviosa. Su marido, John, que es médico, le recomienda paseos y reposo intelectual absoluto. Alquilan una casa señorial aislada para pasar el verano, y a pesar de las reticencias de la protagonista, John escoge como dormitorio del matrimonio una habitación que a ella no le gusta.
Por un lado es desesperante ver cómo el marido decide todo lo que su esposa debe hacer en su día a día, sin tener para nada en cuenta su opinión. Por otro, es terrible ver cómo el papel que decora su habitación, y que ella detesta, va acaparando cada vez más su mente y acaba siendo una verdadera obsesión, curiosamente muy simbólica. De hecho, ese papel pintado se convierte en un personaje más de la historia y adquiere vida propia.
A escondidas de su marido y cuñada, la protagonista escribe un pequeño diario en el que plasma sus ideas y que poco a poco, a medida que el lector avanza en su lectura, es más angustiante y opresivo.
Como trasfondo vemos el rol de la mujer en la sociedad de finales del siglo XIX y su posición en el matrimonio; no deja de ser una crítica a la sociedad patriarcal.
Como se indica en la sinopsis, el relato está inspirado en la experiencia de la propia Charlotte. La autora cayó en una profunda depresión poco después de ser madre, lo que hoy llamaríamos “depresión posparto”. Al cabo de un tiempo recibió tratamiento por parte de un doctor cuya cura de reposo e inactividad intelectual casi acaba con ella. Como escribe en el posfacio: “La intención del libro no era que la gente se volviera loca, sino impedir que a esas mismas personas las volvieran locas, y funcionó.”
He leído la edición de Contraseña Editorial, interesante por ser una edición bilingüe, y también cabe destacar el prólogo sobre la vida y obra de la autora.
Un relato breve, intenso y muy bueno que recomiendo.
Esther Rodríguez

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