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19 de mayo de 2020

"Monólogos de la vagina", de Eve Ensler

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FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Mercé Diago Esteva
Editorial: Ediciones B

SINOPSIS:
Considerado como una biblia por una nueva generación de mujeres, Los monólogos de la vagina es un libro agudo e irreverente. La obra maestra de Ensler que da voz a las fantasías y los temores más profundos del sexo femenino.
«Me preocupan las vaginas. Me preocupaba lo que pensamos sobre las vaginas, y lo que no pensamos acerca de ellas... De modo que decidí hablar a las mujeres acerca de sus vaginas, entrevistar a la vagina, y así comenzaron los monólogos de la vagina.
Hablé con más de doscientas mujeres. Hablé con mujeres ancianas, con mujeres jóvenes, casadas, solteras, profesoras, actrices, profesionales, afroamericanas, hispanas, asiáticas, judías... Al principio se mostraban renuentes, un poco tímidas. Pero una vez que empezaban, no había modo de que parasen.»

OPINIÓN:
"El siguiente monólogo es la historia de una de estas mujeres, tal como ella me la contó. La conocí hace unos cinco años, en una casa-refugio. Me gustaría poder deciros que su historia, brutal y extrema, es insólita. Pero no lo es. De hecho, no es ni de lejos tan inquietante como muchas de las historias que he conocido estos últimos años. Las mujeres pobres sufren una terrible violencia sexual que no se llega a denunciar. Debido a la clase social a la que pertenecen, estas mujeres no tienen acceso a una terapia ni a otros métodos de curación. Los abusos y malos tratos constantes que sufren acaban minando su autoestima, abocándolas a las drogas, a la prostitución, al sida y, en muchos casos, a la muerte. Por fortuna, esta historia concreta tiene un desenlace distinto. Esta mujer conoció a otra en la casa de acogida y se enamoraron. Gracias a su amor, ambas salieron del sistema de las casas-refugio y hoy comparten juntas una vida maravillosa. Escribí este fragmento para ellas, para sus espíritus asombrosos para todas las mujeres que no vemos, que duelen y que nos necesitan".
Había leído vagas referencias de esta obra de teatro en muchas ocasiones, y esta vez, durante la pandemia del COVID19 la recordé, y decidí leerla, más que todo por satisfacer mi curiosidad de cómo podría ser una obra con tal título.
Debo decir que los primeros capítulos me resultaron soberanamente aburridos y dejé a un lado la lectura por frívola e infumable ... también me chocó tanta crudeza, vulgaridad y pornografía de algunos pasajes, lo mismo que querer ser graciosa forzadamente en otros, puesto que no me hacía la menor gracia el estilo supuestamente desenfadado de la autora ... pero yo misma me decía que qué podía esperarse de una obra con ese nombre. También me sentía incómoda con la traducción, llena de registros coloquiales conocidos para el traductor ...
Días después pensé que sería mejor que continuara leyendo un poco más para ver si sacaba algo en claro de esta obra tan famosa, y así fue … cuando le di una segunda oportunidad.
Resulta ser una obra ultra feminista con toques lésbicos, que con un estilo saleroso unas veces y serio otras, quiere hacer énfasis en denunciar los grandes abusos de violencia de género, y sexuales, de que han sido víctimas las mujeres, universalmente, desde siempre, hasta por sus mismos padres o familiares cercanos, además de la profunda ignorancia de las propias féminas acerca de su cuerpo y el funcionamiento de su sexualidad. El propósito de la autora Ensler fue tratar de remediar esos males con este libro, de una manera un tanto gráfica.
Los monólogos son en realidad anécdotas de mujeres que cuentan sus historias de abusos e ignorancia. La autora entrevistó a más de 200 mujeres para recopilar los datos para esta obra, que fue publicada en 1996.
Concluyo que durante todos estos años, esta obra pudo haber contribuido en alguna medida positiva, a la lucha femenina en contra de la violencia de género, y sexual; y también aleccionando a la mujer en el sentido de aprender a identificar y denunciar abusos y delitos de esta índole; y al mismo tiempo, impartiendo educación sexual, tan necesaria.
“En el siglo XIX , a las niñas que aprendían a desarrollar su capacidad orgásmica masturbándose se las consideraba un caso clínico. A menudo se las «trataba» o «corregía» mediante la amputación o cauterización del clítoris, o con «cinturones de castidad en miniatura», o cosiendo los labios vaginales para impedir el acceso al clítoris, e incluso se llegaba a la castración mediante la extirpación quirúrgica de los ovarios. Pero no se encuentra ninguna referencia en la literatura médica a la extirpación quirúrgica de testículos ni a la amputación del pene para impedir que los niños se masturbaran. En Estados Unidos, la última clitoridectomía de la que se tiene constancia realizada para curar la masturbación se practicó en 1948… a una niña de cinco años. The Woman’s Encyclopedia of Myths and Secrets”.
Lucila Argüello

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