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21 de noviembre de 2022

"Kokoro", de Natsume Sōseki

kokoro natsume soseki
FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa
Traducción: Yoko Ogihara
Editorial: Impedimenta

SINOPSIS: 
Coincidiendo con el centenario de su aparición, Impedimenta publica una nueva traducción de la obra maestra de Sōseki, que prefiguraría la de autores de la importancia de Akutagawa, Kawabata o Murakami. Kokoro («corazón», en japonés) narra la historia de una amistad sutil y conmovedora entre dos personajes sin nombre, un joven y un enigmático anciano al que conocemos como «Sensei». Atormentado por trágicos secretos que han proyectado una larga sombra sobre su vida, Sensei se abre lentamente a su joven discípulo, confesando indiscreciones de sus días de estudiante que han dejado en él un rastro de culpa, y que revelan, en el abismo aparentemente insalvable de su angustia moral y su lucha por entender los misterios del amor y el destino, el profundo cambio cultural de una generación a la siguiente que caracterizó el Japón de principios del siglo XX.

OPINIONES:
Fue la lectura de noviembre de 2022 en el Club de Lectura.

KOKORO, libro publicado dos años después de la muerte del emperador que preside la era MEIJI (1868-1912), se considera una de las obras más representativa de ese periodo. Hablar de ella para mí, ante todo, es aludir al asombro que me ha producido el conocer el esfuerzo que los escritores de esa época hicieron para poner en marcha una forma de narrar que seguía los parámetros occidentales en el marco de la corriente frenética que llevó a Japón en unos cuarenta años (1868-1912) a su plena occidentalización.
Su alejamiento de los temas de la literatura anterior a la era Meiji, y la ausencia de un lenguaje en consonancia con los nuevos tiempos, revolucionan el hecho literario. Los narradores se lanzarán a la búsqueda de una comunicación tan expresiva, directa y vigorosa como la que se empleaba en la literatura occidental y cuyos modelos fueron los románticos, realistas y naturalistas.
Y lo consiguieron… y prueba de ello es KOKORO obra modélica que cataliza, por un lado, una forma de expresión adecuada a los nuevos tiempos -de tal modo, que su lectura no ha cesado desde entonces- y, por otro, unos contenidos que no sólo asumen los temas y formas que aprendieron de Occidente, sino que también dejan un reguero de muestras de la inadaptación que generó el choque entre dos formas tan diferentes de concebir la existencia y que ha dado lugar a un admirable sincretismo.
KOKORO dividida en tres partes, con breves capítulos y acción casi inexistente es una obra de carácter confesional. Son dos los narradores sin nombre a modo de arquetipos: el primero, el yo narrador, -protagonista a su vez de la primera y segunda parte-, recuerda, ya entrado en años, un periodo de su vida estudiantil en el que se sintió fascinado por un personaje, ya adulto, al que encuentra por azar y del que anhela sea su maestro, su Sensei, su conductor en ese “camino de perfección” que cree que es la vida.
La aspiración de lograr su amistad choca con una pared de SILENCIOS que, en muy pocas ocasiones, el joven resquebraja y desde cuyas grietas puede intuir que la soledad y alejamiento de Sensei del trato humano puede deberse a un pasado oscuro y dramático. (La silente actitud de Sensei me ha recordado lo que Ortega y Gasset dijo del silencio en un texto que habla sobre las dificultades de la traducción: “el hombre, cuando se pone a hablar lo hace porque cree que va a poder decir lo que piensa. Pues bien; esto es ilusorio. El lenguaje no da para tanto. Dice, poco más o menos, una parte de lo que pensamos y pone una valla infranqueable a la transfusión del resto”).
A esto se añade la incomodidad de Sensei con los tiempos y nuevas costumbres de las que fue partícipe (me refiero sobre todo a la exaltación del individualismo) y que le lleva a justificar su soledad: “A nosotros que hemos nacido en esta época de libertad e independencia, no nos queda más remedio que soportar esa soledad. Es el precio que tenemos que pagar por este tiempo que nos ha tocado vivir”.
Ubicada la primera parte en el medio URBANO el narrador nos sumerge en la segunda en el MUNDO RURAL, bajo el epígrafe “Mis padres y yo”. El joven estudiante se ha trasladado allí por la enfermedad de su progenitor. Aquí aparece la enorme distancia que hay entre los dos mundos -el urbano y el rural- tanto desde el punto de vista social -el rechazo a las celebraciones por su graduación universitaria- como en el personal pues cae en la tentación de comparar a su padre con el hermético Sensei del que ambiciona sea el faro que guíe su conducta a buen puerto lejos de las procelosas aguas del vivir. Al final de esta segunda parte recibirá una voluminosa carta de Sensei en que apenas ojeada percibirá la dramática situación que puede estar viviendo su mentor y abandona abruptamente su aldea y a su padre agonizante para ir a Tokio.
Y abrimos la TERCERA PARTE con el segundo narrador, el Sensei, dispuesto a contarnos su pasado, ya en algunos aspectos adelantado en la primera y segunda de tal modo que el lector ya sabe como desembocarán los hechos que se dispone a contar.
Dos son los aspectos de la vida de este segundo narrador que relata en la carta, a modo de autobiografía, y que pueden servir de lección al joven estudiante. Por un lado, procederá a justificar su desconfianza y hermetismo hacia todo lo que le rodea pues fue desposeído, en su juventud, de casi toda su herencia por un tío suyo.
Por otro, irá desvelando poco a poco el segundo descalabro en donde él es verdugo y culpable. Me refiero al comportamiento que tuvo Sensei cuando era joven en un triángulo amoroso formado por el mismo, su íntimo amigo llamado K, y la joven hija de la dueña de la pensión donde se hospedaban ambos. El dramático desenlace del conflicto amoroso provocará en Sensei turbulentas y oscuras repercusiones que lo alejarán todavía más del trato social convirtiéndolo en “una momia a la deriva entre los humanos” pero con la convicción que al fin ha encontrado a alguien para el que su experiencia puede ser de utilidad decide narrar su pasado y dice ”Sin vacilaciones, voy a proyectar sobre tu cabeza la oscura sombra de la vida. Pero no debes tener miedo. Contempla fijamente esa sombra y saca de ella lo que necesites. Si digo que es una sombra oscura, quiero decir que es moralmente oscura”.
¿Qué intenta mostrarle al joven lector de su carta para que el relato de su pasado haya valido la pena? En primer lugar que no deje en manos de otros todo lo que pueda hacer él pues no hay un certificado que avale la bondad permanentemente. Y en cuanto a su segunda experiencia, si bien ahora no se trata de posesiones materiales, sí que queda patente que la traición a su amigo K -descrita admirablemente por el autor, paso a paso- ha sido motivada por un desmedido anhelo de posesión amorosa cuyo precio K no ha dejado de pagar. En conclusión: a la desconfianza que K asumió por el litigio hereditario hay que añadir la insoportable conciencia de su culpabilidad.
Extraordinaria lección para el joven lector del tren que, en esas paginas de papel, Sensei le ha mostrado las fatales consecuencias que se pueden derivar cuando la ambición sea de bienes materiales o, por llamarlos de alguna manera, de bienes espirituales (el amor) se apoderan de nuestras decisiones.
Excelente novela.
Ana Ballester

"Había otra pregunta que también me inquietaba. ¿Qué era lo que motivaba esa profunda desconfianza por parte de Sensei? ¿Había llegado a ese estado después de observar con una mirada fría e inerte su corazón, el mundo que lo rodeaba? Por naturaleza tenía tendencia a apaciguarse, a analizar las cosas. Con un carácter así, quizá fuera natural llegar a esas conclusiones. De todos modos, yo no creía que eso fuera todo. Sus convicciones eran vivas, muy distintas a los muros de una casa de piedra consumida por un fuego ya extinguido hace tiempo. A mis ojos, él era alguien que hacía florecer el mundo en forma de pensamiento. Pero en el origen de todo aquello se aletargaba una terrible y aplastante realidad. No es que otras personas no pudieran pensar en lo que Sensei pensaba, sino que las conclusiones a las que él llegaba resultaban inalcanzables para el resto.
Tras aquello habitaba una experiencia vívida e inabarcable que podía convertir en fuego su sangre y, a la vez, alertar a su corazón".

En noviembre 2022 la lectura elegida por mayoría en El Club de Lectura de Literatura+1 fue la novela clásica de la literatura japonesa KOKORO, publicada por primera vez en 1914, por entregas, en el periódico Asahi Shinbun. Su autor fue el escritor y profesor de literatura inglesa Natsume Sōseki (Japón 1867-1916). En la actualidad KOKORO es considerada su obra maestra.
Desde el principio tuve la sospecha de que una trágica y misteriosa historia de amor me esperaba. ¿Qué terrible secreto guardaba el alma de Sensei? No podía dejarla y temía llegar al final ... que se terminara … Poco a poco, al ir avanzando en la lectura, empecé a percibir tintes como de influencia dostoyevskyiana y kafkiana, en los atormentados personajes.
Mientras tanto, disfrutaba de las bellas descripciones de la primavera y el amor, reflejados en los cerezos en flor ... no me cansaba de releer esa poética parte ... ¡divina! Me encantó el estilo sencillo y sereno de la narración, que sin embargo, no deja caer el interés en ningún momento: por ejemplo, la parte cuando el narrador y Sensei pasean por el cementerio de Zôshigaya y observan los colores cambiantes de las hojas del ginkgo.
En la segunda parte, "Mis padres y yo", me identifiqué con las claras ANGUSTIAS PATERNALES CONTRADICTORIAS: son dos angustias opuestas, pero ambas son válidas.
Por un lado TEMEN la SOLEDAD y el ABANDONO EN LA ANCIANIDAD: los hijos que se van a vivir lejos para estudiar y cuando se gradúan consiguen trabajo en las ciudades y es más difícil que regresen, aunque sea de visita ... Por otro lado, urgen al hijo graduado a que CONSIGA una COLOCACIÓN en la ciudad, que lo INDEPENDICE, pues claramente han AGOTADO sus AHORROS en su EDUCACIÓN y temen que a sus muertes quede desprotegido. Creo que ambas angustias paternales son universales y tan vigentes en ese entonces, como hoy día.
Esta genial novela me tuvo en vilo desde el comienzo ... pues como su nombre lo indica, KOKORO en japonés puede significar: corazón, mente, alma, sentimientos ...Y como todas las obras maestras de la literatura, no da respuestas, sino que plantea preguntas ... que nosotros mismos debemos respondernos ... Son esas preguntas existenciales que nos hacemos al dejar la infancia y en cuyas respuestas nos quedamos meditando toda nuestra existencia: ¿QUIÉN SOY? ¿QUÉ LUGAR OCUPO EN EL MUNDO? ... y eso es debido a que KOKORO es una novela EXISTENCIAL y FILOSÓFICA, que se explaya desarrollando la LUCHA ENTRE EL BIEN Y EL MAL, y donde parece triunfar el mal.
También es una novela PSICOLÓGICA (pensé que estaba perfecta para que Freud la analizara) ... la amistad, el amor, la misoginia, la vocación, el matrimonio, la traición, la culpa, la soledad, la frustración, la desconfianza, las crisis existenciales, las angustias paternales, el rechazo, la depresión, el suicidio, son partes inherentes de esta maravillosa historia japonesa, perfumada y adornada con los cerezos y ciruelos en flor en primavera, alegrada con el canto de las cigarras tsukutsuboshi en verano, enriquecida por el oro de las hojas del ginkgo y del arce en otoño, y matizada por la vejez, la enfermedad, la muerte y la oscuridad en invierno …
Además tiene un argumento MISTERIOSO e INTRIGANTE ... de AMOR TRIANGULAR, PASIÓN y TRAGEDIA.
Es también una novela SOCIOLÓGICA e HISTÓRICA al tomar como escenario los tiempos de profundos cambios en la vida y la sociedad del Japón entre dos eras históricas: la Meiji y la moderna.
Kokoro está presentada In extrema res: el final es revelado al inicio ...
Al mismo tiempo, es una BILDUNGSROMAN o novela de aprendizaje.
Las dos primeras partes son contadas en primera persona por un narrador anónimo, que es también protagonista: narrador homodiegético. Y la tercera parte es una larga EPÍSTOLA-CONFESIÓN del segundo protagonista, llena de profundas reflexiones filosóficas: una herencia intelectual y emotiva.
Los personajes son pocos y están perfectamente redondeados, aunque en vez de nombres propios tienen nombres comunes, y una letra, la K de Kokoro, usados como nombres de pila. El personaje más inquietante es K, el monje que sucumbe en “la contienda, nunca dirimida y siempre trágica, entre la fuerza de los instintos y la voluntad de oponerse a ellos con las armas de la razón, el estudio, la soledad y la virtud”. (Luis Landero en “El huerto de Emerson”).
En conclusión, recomiendo con entusiasmo esta obra maestra de la literatura nipona.

..."Dar educación a los hijos no tiene por qué ser bueno siempre ... Haces el esfuerzo de pagarles unos estudios y después ya no vuelven a casa. Que estudien es la mejor forma de separarlos de sus padres".
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"Los jóvenes de hoy en día, sólo os preocupáis de como gastar el dinero, pero no de cómo ganarlo".
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" Antiguamente eran los hijos los que daban de comer a los padres. Hoy en día los hijos se nos comen poco a poco."
...
Septiembre había llegado, y con él habían irrumpido las tsukutsuboshi. Su canto anunciaba el final del verano.
...
Del mismo modo que los cantos de las cigarras se transforman poco a poco, una metamorfosis parecida se había ido apoderando de la gente que me rodeaba. En mis oídos resonaban las palabras de mi padre. Era como si su actitud se me hubiera arraigado en el corazón."
Lucila Argüello

1 comentario:

  1. La verdad es que se trata de un libro delicioso. No conocía tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases el mío si te apetece. Gracias y buen día.

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