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23 de marzo de 2013

“La fórmula preferida del profesor”, de Yōko Ogawa

FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Yoshiko Sugiyama y Héctor Jiménez Ferrer
Editorial: Funambulista

SINOPSIS:
Auténtico fenómeno social en Japón (un millón de ejemplares vendidos en dos meses, y otro millón en formato de bolsillo, película, cómic y CD) que ha desatado un inusitado interés por las matemáticas, esta novela de Yoko Ogawa la catapultó definitivamente a la fama internacional en 2004. En ella se nos cuenta delicadamente la historia de una madre soltera que entra a trabajar como asistenta en casa de un viejo y huraño profesor de matemáticas que perdió en un accidente de coche la memoria (mejor dicho, la autonomía de su memoria, que sólo le dura 80 minutos). Apasionado por los números, el profesor se irá encariñando con la asistenta y su hijo de 10 años, al que bautiza «Root» («Raíz Cuadrada» en inglés) y con quien comparte la pasión por el béisbol, hasta que se fragua entre ellos una verdadera historia de amor, amistad y transmisión del saber, no sólo matemático…
Como dice en su postfacio el profesor León González Sotos, «asistimos al emocionado ajetreo, de venerable filiación platónica, entre la anónima doméstica, el también —¿innombrable?— Profesor y el pupilo Root. Entre idas y venidas, tareas caseras y cuidados piadosos a su muy especial cliente, éste va desvelando las arcanas relaciones numéricas que los datos cotidianos más anodinos pueden encerrar.»
Una novela optimista que genera fe en el alma humana, contada con la belleza sencilla y verdadera de un «larguísimo» haiku.

OPINIONES:
La novela gira en torno a un viejo profesor de matemáticas que sólo tiene memoria presente de los últimos ochenta minutos, y que entabla una relación especial con su asistenta y el hijo de ésta, de diez años. Las matemáticas y el béisbol forman parte importante del argumento. La historia está narrada en primera persona, nos la cuenta la asistenta años más tarde, y me ha parecido bonita, curiosa y entretenida. Novela muy sencilla pero que me ha gustado bastante.
Esther Rodríguez

…”POR LA VENTANA SE VEÍAN UNAS FLORES DE ALBARICOQUERO MOJADAS POR LA LLUVIA … ES IGUAL DE DIFÍCIL EXPRESAR LA BELLEZA DE LAS MATEMÁTICAS QUE EXPLICAR POR QUÉ LAS ESTRELLAS SON HERMOSAS” … «e π1 + 1 = 0 »
Acabo de descubrir a esta premiada autora japonesa, a quien tenía esperando en mi biblioteca y no le había llegado su turno. ¡Qué sorpresa tan agradable me he llevado con esta novela nipona!
Tres personajes entrañables … La narración corre a cargo de uno de ellos, la asistente doméstica del profesor, cuyo nombre es una incógnita. El otro personaje es, obviamente, el profesor y el tercero es el hijo de 10 años de la asistenta, apodado Root por el profesor, ya que su cabeza tan plana le recuerda el símbolo de la raíz cuadrada.
El profesor es un genio matemático que debido un traumatismo en su cerebro, causado por un accidente de tránsito, tiene una memoria que solamente le dura 80 minutos. La historia está envuelta en una gran nube de ternura que arropa a los tres personajes entre sí. El estilo ingenuo y sencillo me pareció novedoso y espiritual, no exento de gracia y humor. Muy japonés: artístico, minimalista y disciplinado.
La novela es dulce, pero está sazonada con muchas fórmulas matemáticas y hay una especial, la preferida del profesor … y béisbol: cromos, descripciones de jugadas, comentarios de partidos e historias de famosos jugadores japoneses, ídolos de los protagonistas, que comparten la afición y el fanatismo hacia un equipo.
No falta el suspense, pues uno teme que en cualquier momento suceda algún percance con el profesor o con Root, que pueda despertar la ira de la intransigente y celosa cuñada que vive en la casa grande y es quien mantiene al profesor y paga a la agencia de la asistenta.
En conclusión esta novela me ha encantado y la recomiendo. Encontré, por vez primera, belleza en la ecuación de Euler y en el béisbol.
“NO ES QUE SIMPLEMENTE NO HUBIERA RUIDO, SINO QUE UNAS CAPAS DE SILENCIO LLENABAN EL CORAZÓN DEL PROFESOR CUANDO VAGABA POR EL BOSQUE DE LOS NÚMEROS, INDIFERENTE A LOS CABELLOS CAÍDOS Y AL MOHO QUE TODO LO INVADÍA. ERA UN SILENCIO TRANSPARENTE, COMO UN LAGO ESCONDIDO EN EL FONDO DE UN BOSQUE”.
Lucila Argüello

Esta novela ha sido mi estreno con la escritora nipona, un grato inicio. Desde hace años soy aficionada a la literatura japonesa, de entre la que cuentan Kawabata y Akutagawa como mis escritores favoritos, y, para mí, Ogawa no tiene que envidiarles. La esencia de esta obra está repleta de sutilezas, en las que los gestos y los actos cotidianos se celebran de una manera plena. Un buen día una asistenta doméstica, madre soltera de un hijo de 10 años, entra a servir a una familia acomodada con la tarea particular de atender a un hombre de unos 60-65 años. Este hombre, un académico prodigio de las matemáticas, tuvo hace casi 20 años un accidente de tráfico que le causó daños cerebrales, con la consecuencia de una pérdida de memoria importante. Desde ese momento su memoria se quedó varada en ese año, con la peculiaridad de que su memoria del presente sólo perdura 80 minutos al día. Con estos pocos datos ya podemos imaginar a un hombrecillo algo extravagante, con lo que su cuidado no es tan sencillo para mucha gente. No obstante, siempre puede haber alguien dispuesto a entender a otra persona bien diferente, cómo la asistenta que, junto a su hijo, trabará una bonita amistad con él. El relato son las memorias de la asistenta que, sin caer en sentimentalismos, cuenta las “molestias” y el lado positivo que conlleva el cuidado de este hombre, descubriéndonos su lado más entrañable. Me ha gustado mucho.
Dolors Martínez

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