Género: Novela negra
Editorial: Lengua de Trapo
SINOPSIS:
La mala suerte lleva a un funcionario de prisiones novato a presentarse en la cárcel de Sevilla el mismo día en que se produce un motín de presos. Enredado en un destino tan caprichoso como trágico, que lo obliga a utilizar al máximo los recursos de su inteligencia, este hombre va descubriendo que no es tímido, que no es débil, que quizá ni siquiera es un hombre bueno, como siempre había creído: es un superviviente nato al borde del abismo.
OPINIÓN:
Novela negra carcelaria de conocidísimo argumento gracias a su adaptación cinematográfica (no creo que nadie pueda leerla sin ponerle a Malamadre la cara de Luis Tosar).
La narración cuenta con tres voces: la del protagonista, en presente y las de Malamadre, líder de los presos, y el jefe de funcionarios en pasado, recordando los acontecimientos del día del motín. Cada voz tiene su propio timbre e incluso cada una de ellas ofrece líneas argumentales paralelas a la común y principal. Malamadre, por momentos incómodo de leer por el gran número de vulgarismos que tiene su discurso, ofrece el punto de vista de lo más bajo en el escalafón, de los ‘don nadie’, de aquellos por los que nadie se preocupó jamás salvo para castigarles física y psicológicamente; el jefe de funcionarios lleva su discurso al terreno político: está siendo interrogado por una comisión de investigación sobre los hechos y en sus respuestas el lector aprecia como los intereses políticos quedan por encima de cualquier otra motivación, cuidándose más que la vida de los propios compañeros y, por descontado, que la de los presos no etarras; la voz de Juan Oliver, funcionario infiltrado entre los presos, muestra el despertar de la bestia que todos llevamos dentro y que, en situaciones extremas, puede llegar a tomar las riendas.
Se trata de una novela muy visual, donde las tres voces se van alternando en cada página, lo que da lugar a una lectura intensa y rápida que ofrece los tres puntos de vista en todas las situaciones.
La recomiendo tanto si se ha visto la película como si no. En el primer caso, conocer el argumento (que apenas varía) no impide disfrutar de su lectura pues ofrece la posibilidad de saber lo que pasa por la cabeza de sus tres protagonistas en cada momento, algo que con la película no podemos más que suponer.
La narración cuenta con tres voces: la del protagonista, en presente y las de Malamadre, líder de los presos, y el jefe de funcionarios en pasado, recordando los acontecimientos del día del motín. Cada voz tiene su propio timbre e incluso cada una de ellas ofrece líneas argumentales paralelas a la común y principal. Malamadre, por momentos incómodo de leer por el gran número de vulgarismos que tiene su discurso, ofrece el punto de vista de lo más bajo en el escalafón, de los ‘don nadie’, de aquellos por los que nadie se preocupó jamás salvo para castigarles física y psicológicamente; el jefe de funcionarios lleva su discurso al terreno político: está siendo interrogado por una comisión de investigación sobre los hechos y en sus respuestas el lector aprecia como los intereses políticos quedan por encima de cualquier otra motivación, cuidándose más que la vida de los propios compañeros y, por descontado, que la de los presos no etarras; la voz de Juan Oliver, funcionario infiltrado entre los presos, muestra el despertar de la bestia que todos llevamos dentro y que, en situaciones extremas, puede llegar a tomar las riendas.
Se trata de una novela muy visual, donde las tres voces se van alternando en cada página, lo que da lugar a una lectura intensa y rápida que ofrece los tres puntos de vista en todas las situaciones.
La recomiendo tanto si se ha visto la película como si no. En el primer caso, conocer el argumento (que apenas varía) no impide disfrutar de su lectura pues ofrece la posibilidad de saber lo que pasa por la cabeza de sus tres protagonistas en cada momento, algo que con la película no podemos más que suponer.
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