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19 de marzo de 2014

"Alá no está obligado", de Ahmadou Kourouma

Alá no está obligado Ahmadou Korouma
FICHA TÉCNICA:
Género: Novela
Traducción: Daniel Alcoba
Editorial: El Aleph (Muchnik) Editores

SINOPSIS:
Una de las maneras de no tener que convivir con el hedor del capitalismo autoritario de rostro humano es pedir nacer en alguna de las muchas sociedades donde, de la cuna a la tumba —que a veces ocupan nichos anejos—, los asuntos se despachan a tiros. Ahmadou Kourouma conoce bien una de esas esquinas del planeta, ya que nació en Costa de Marfil, en 1927. "Alá no está obligado" es la historia de uno de los miles de niños soldado que recorren países como Liberia o Sierra Leona, tierras de grandes colocones, diamantes y eternas guerras. A lo que Alá no está obligado es a que aquí abajo reine la justicia. Luego el hombre tampoco lo está. Liberados pues de tan abdurso imperativo moral, sólo nos queda reírnos sin tasa con el lado chusco de la miseria y temblar de miedo durante ese segundo exacto en que la imaginación nos hace cambiar de piel y ponernos en el lugar del otro.

OPINIÓN:
El protagonista y narrador es Birahima, un niño malinké de diez o doce años, que con la ayuda de cuatro diccionarios nos cuenta su vida. El título forma parte de la frase que se repite el niño protagonista de vez en cuando a modo de consuelo: “Alá no está obligado a ser justo en todas las cosas de aquí abajo”. Leemos sobre su infancia en Togobala al lado de su madre, y tras la muerte de ésta, su marcha en busca de la tía Mahan, su tutora, que vive en Liberia. La parte más importante del libro se centra en esa época, su experiencia como “small-soldier” en Liberia y Sierra Leona. Es una novela que muestra la terrible miseria y realidad de esos niños soldado, su ilusión por tener un kalachnikov y formar parte de “algo”, la violencia indiscriminada, las drogas que se les suministran… Pero también trata otros temas más genéricos, como las guerras tribales, los gobiernos corruptos, el fetichismo y las supersticiones, las mutilaciones indiscriminadas, la falta total de respeto por la vida, la falta de derechos de las mujeres. Todo ello transmite esta dura y a la vez bella historia, que aunque contiene escenas terribles y crueles, por otra parte reflejo de la realidad, se lee fácilmente, por el desparpajo y naturalidad del pequeño narrador. Me ha gustado, sobre todo por la visión tan cercana y real que logra este autor africano. La novela obtuvo el Premio Goncourt de los Estudiantes y el Premio Renaudot en el año 2000.
Esther Rodriguez

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