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5 de diciembre de 2018

"Los días humillados", de Rubén Castillo

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FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: MurciaLibro

SINOPSIS: 
Un empresario vasco ha sido secuestrado por ETA y permanece en un zulo, vigilado por dos miembros de la banda. Esta tensa situación genera unos diálogos terribles, en los que afloran el miedo de la víctima, la irracional brutalidad de sus captores y la ideología bastarda que provoca esa violencia. Y, como telón de fondo, se yergue la figura de Idoia, cabeza invisible del comando y responsable, en último extremo, de su liberación o su ejecución.
A través de varias escenas independientes (que funcionan como diapositivas macabras) asistimos al paulatino cansancio de la víctima, incapaz de dialogar racionalmente con sus secuestradores y cada vez más hundida desde el punto de vista anímico.
Retrato de una época terrible de nuestro país, Los días humillados nos habla de un tiempo de infamia, vejaciones y horror, que costará mucho trabajo olvidar.

OPINIÓN:
En un único escenario, con sólo tres personajes (cuatro si contamos al ‘fantasma’) y poco más de cien páginas, Rubén Castillo ha logrado condensar, con bastante éxito, una importante y negra parcela de nuestra historia reciente como es el terrorismo etarra.
Dejando de lado la lucha contra el terrorismo, materia para la que tal vez sí hubieran sido necesarias otras cien o más páginas (o las incontables de la aplaudida novela ‘Patria’), Castillo busca el centro geométrico y magnético del conflicto enfrentando a quienes lo han vivido de primera mano y en primera línea: un vasco secuestrador y un vasco secuestrado.
Basada en hechos y, probablemente, personajes reales, se trata de una historia íntima e intensa que se ha construido casi exclusivamente sobre diálogos con los que el lector podrá ir configurando a la perfección los perfiles de ambos personajes (en el lado etarra hay dos, pero podrían ser el mismo atendiendo al discurso que manejan). Utiliza el autor, además, dos elementos para contrarrestar este vigor narrativo y dar fluidez a la lectura: el monólogo interior del secuestrado, con el que nos movemos en el tiempo y nos alejamos de la tragedia principal en la medida en que la historia lo permite, y lo que antes llamé ‘el fantasma’, un cuarto personaje, Idoa, que no tiene palabra ni acción alguna, y a quien sólo conocemos por las menciones que de su persona se hacen, representando el terror absoluto para el rehén y una suerte de semidiós que marca el camino para los secuestradores.
Una radiografía, una instantánea de un momento y un lugar concretos, tomada con bastante acierto por parte del autor, cuya lectura recomiendo.

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