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6 de mayo de 2020

"Las pequeñas virtudes", de Natalia Ginzburg

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FICHA TÉCNICA:
Género: Ensayo, Biografías y memorias
Traducción: Celia Filipetto
Editorial: Acantilado

SINOPSIS:
A medio camino entre el ensayo y la autobiografía, Las pequeñas virtudes reúne once textos de tema diverso que comparten una escritura instintiva, radical, una mirada comprometida llana y conclusivamente humana. La guerra y su mordedura atroz de miedo y pobreza, el recuerdo estremecedor y bellamente sostenido de Cesare Pavese y la experiencia intrincada de ser mujer y madre son algunas de las historias de una historia–personal y colectiva–que Natalia Ginzburg ensambla magistralmente, en estas páginas de turbadora belleza, con una reflexión sagaz siempre atenta al otro, arco vital y testimonio del oficio–vocación irrenunciable, orgánica–de escribir.

OPINIÓN:
Hoy voy a escribir sobre las ´Pequeñas Virtudes´ de Natalia Ginzburg. Me es difícil encontrar palabras para describir la impresión que me ha dejado su lectura que he tenido que repetir. Son 11 ensayos de carácter autobiográfico que fueron escritos entre 1944 y 1962. Ella advierte en el breve prólogo que este espacio temporal justificaría sus cambios de estilo aunque visto en la distancia no cambia nada pues su voz austera y casi siempre sombría es el denominador común del libro.
Y no es de extrañar: su condición de judía en una Italia fascista, el encarcelamiento, tortura y asesinato de su marido por ser un intelectual comunista, también judío, y la sinrazón de una contienda que fulminó cualquier atisbo de humanidad se reflejarán en su severa mirada hacia lo que le rodea. Los escritos son trozos de vida conmovedores e inseparables de su profesión: es su forma de estar en el mundo.
No entiende de culturas y se confiesa poco dotada para cualquier comprensión y disfrute artístico tal y como nos lo describe en “El y yo”. Nos dice hablando de su segundo marido: “se ha formado una cultura de todo lo que ha atraído su curiosidad; y yo no he sabido formarme una cultura de nada, ni siquiera de las cosas que más he amado en mi vida”.
Su prosa sencilla, profundamente ética y moral, tan esencial que nos quema la garganta como un aguardiente, sostiene su vida, sus relaciones con los demás y con ella misma y desde esa perspectiva nos hablará de sus amigos, de sus compañeros, de la vieja Inglaterra, por la que siente poca simpatía, de su irremediable oficio, de unos zapatos rotos, de la educación de las “Grandes virtudes” en los niños… y del silencio.
En definitiva, una extraordinaria escritora. Termino con estas palabras de Natalia Ginzburg “la única elección que le está permitida (al hombre) es la elección entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre la verdad y la mentira”.
Ana Ballester

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