Género: Narrativa
Traducción: Ángela Pérez Gómez
Editorial: Ediciones B
Editorial: Ediciones B
SINOPSIS:
Una serie de cuentos donde lo maravilloso y lo cotidiano se entrelazan produciendo un relato de enorme belleza, sensibilidad y exotismo.
Fatema Mernissi desgrana una serie de cuentos sobre la infancia y el despertar de una niña en un harén de Fez, muy alejado del que evoca la imaginería oriental.
El harén de Fatema es muy distinto del que nos evoca la imaginería oriental, es un harén de mujeres, madres, esposas, hijas, tías y abuelas que viven dentro de la casa, imposibilitadas de cruzar solas el umbral. Ante nosotros se despliega la vida de esa niña que poco a poco va entendiendo los poderes femeninos dentro de la casa y las diferentes formas de afrontar esa vida.
Mernissi nos muestra sus mujeres, con sus fantasías y sueños, incluido el «sueño en el umbral», el mundo masculino que se extiende más allá de esos muros de la casa y la historia de una niña enfrentada a los misterios del tiempo y el sexo durante la historia reciente del mundo musulmán.
OPINIÓN:
—“Las palabras son como las cebollas —dijo—. Cuantas más capas quitas, más significados encuentras. Y cuando empiezas a descubrir la multiplicidad de significados, lo de correcto y falso carece de importancia. Todas las preguntas que tú y Samir habéis planteado sobre los harenes están muy bien, pero siempre quedará más por descubrir. Ahora quitaré otra capa para ti —añadió luego—. Pero recuerda que sólo es una entre las demás. Me dijo que la palabra «harén» era una ligera variación de la palabra haram, lo prohibido, lo proscrito. Que era lo contrario de halal, lo permitido. Harén era el lugar en que un hombre alojaba a su familia, a su esposa o esposas, y a sus hijos y parientes. Podía tratarse de una casa o de una tienda y designaba tanto el espacio como a la gente que vivía en él. Se decía «el harén de Sidi Fulano de Tal» refiriéndose tanto a los miembros de su familia como a la casa propiamente dicha. Me ayudó a comprenderlo mejor el que Yasmina me explicase que La Meca, la ciudad santa, se llamaba también Haram”.
Ha sido un descubrimiento, una agradable sorpresa la lectura de este bella y amena autobiografía de la niñez de la marroquí Fátima Mernissi, escritora, historiadora, socióloga, humanista y feminista, fallecida en 2015. Fue galardonada con los premios Príncipe de Asturias de las Letras y Premio Erasmus.
Son las memorias en primera persona, de una niña nacida en 1940 y criada en un harén.
Un harén de clase alta en Fez, era, o tal vez lo sigue siendo, una gran casa bellamente decorada, cerrada, con un patio central enclaustrado por cuatro corredores y varios pisos llenos de salones muy lujosos y habitaciones, donde las mujeres están en un ambiente separado de las áreas de los hombres, donde viven varias generaciones y donde rige una jerarquía estricta y muy disciplinada, con la particularidad de que las mujeres no pueden salir a la calle más que en contadas ocasiones.
La mayoría de ellas viven felices en este ambiente compartiendo el amor de un esposo y colaborando con las labores domésticas y la crianza de los hijos. Pero hay algunas que por medio de la radio se han enterado de que existe otra forma de vivir y añoran salir, conseguir una educación, viajar, tal vez obtener un trabajo que les permita ser útiles a su país. Esto las hace sufrir, frustrarse y deprimirse algunas veces.
He aprendido mucho con este precioso relato sobre la antigua y sofisticada cultura árabe, las costumbres y tradiciones del Islam y lo más importante, saber que en el Corán no está especificado que las mujeres deben usar velo y estar encerradas en un harén, pues el profeta declaró que hombres y mujeres eran iguales.
El libro, ambientado en la Fez en 1949, está muy bien escrito, con personajes pintorescos con sus personalidades muy bien definidas; abunda en plásticas descripciones de arquitectura y decoración; de magia y hechicería; de historias de Las Mil y Una Noches, y leyendas musulmanas; de increíbles tratamientos de belleza árabes clásicos y del maravilloso ritual del hammam en los baños de vapor comunales; de exóticos y deliciosos platillos y bebidas; de bordados exquisitos; de sueños y anhelos; habla de espiritualidad y filosofía, meditaciones, poesía, sensualidad, y por supuesto, de feminismo, todo visto desde la ingenua pero inteligente perspectiva de una niña preadolescente que sueña con ser pedida en matrimonio por un príncipe árabe y hace conjuros para lograrlo.
Llamó mi atención que palabras en árabe que son de uso común para nombrar ropa o alimentos, suenan casi igual a palabras en castellano … como zeri'al, bebida celestial y exquisita servida solamente en los baños y únicamente por cierta corta temporada, pues era hecha de semillas de melón trituradas, mezcladas con leche entera, unas gotas de agua de azahar y una pizca de canela. Me suena a “cereal". La prenda qamis, suena como “camisa”.
Con gran placer lo recomiendo.
—“La madurez es cuando empiezas a sentir el movimiento del zaman, del tiempo, como si fuera una caricia sensual. Esa frase me produjo una intensa alegría, porque enlazaba tres palabras que los libros de magia mencionaban continuamente: movimiento, tiempo y caricia.
…
Los hombres no comprenden a las mujeres —dijo—, y las mujeres no comprenden a los hombres, y todo empieza cuando se separa a las niñas de los niños en los baños. Entonces, una frontera cósmica divide el planeta en dos. La frontera señala la línea de poder, porque dondequiera que haya una frontera, hay dos clases de criaturas que caminan por la tierra de Alá: de un lado, los poderosos, y, de otro, los impotentes. Pregunté a Mina cómo sabría yo en qué lado estaba. Su respuesta fue rápida, breve y clarísima: —Si no puedes salir, estás en el lado de los impotentes”.
Lucila Argüello
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