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7 de marzo de 2022

"Estupor y temblores", de Amélie Nothomb

estupor y temblores
FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa
Traducción: Sergi Pàmies
Editorial: Anagrama

SINOPSIS: 
Una joven belga inicia su vida laboral en una empresa de Tokio. Una mirada irónica y sagaz sobre las diferencias entre Oriente y Occidente.
Esta novela con declarada carga autobiográfica, que ha obtenido un éxito impresionante en Francia, cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas. Con «Estupor y temblores»: así es como el emperador del Sol Naciente exigía que sus súbditos se presentaran ante él. En el Japón actual, fuertemente jerarquizado (en el que cada superior es, antes que nada, el inferior de otro), Amélie, afligida por el doble hándicap de ser a la vez occidental y mujer –extraviada en un hormiguero de burócratas, subyugada además por la muy japonesa belleza de su superior directa, con la cual tiene unas relaciones de franca perversidad–, sufre una cascada de humillaciones.
Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, ineptas o delirantes, superiores sádicos, la joven Amélie empieza en contabilidad, luego a servir cafés, pasa a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad (aunque con un despego muy zen), acaba ocupándose de los lavabos... masculinos.

OPINIÓN:
—"Su informe es excelente y lo ha redactado usted a una velocidad extraordinaria.
¿Desea que, en una próxima reunión, haga pública la identidad de su autor?
Era un hombre de una rara generosidad: si se lo hubiera pedido, habría sido capaz de cometer una infracción profesional.
—Ni se le ocurra, señor Tenshi. Eso podría suponer su ruina y también la mía.
—Tiene usted razón. No obstante, en el transcurso de las próximas reuniones podría sugerirles a los señores Saito y Omochi que usted podría resultarme útil.
Cree que el señor Saito se molestaría?
—Al contrario. Fíjese en los montones de fotocopias inútiles que me encarga hacer sólo para alejarme el mayor tiempo posible de su despacho: está claro que desea perderme de vista. Estaría encantado de que usted le facilitara las cosas: no me soporta.
—¿Entonces no se sentirá usted ofendida si me atribuyo la paternidad de su informe?
Su actitud me dejaba atónita: no tenía ninguna obligación de mostrarse tan atento con una empleadilla como yo.
—Sepa usted, señor Tenshi, que supone un gran honor para mí que desee atribuírselo.
Nos despedimos sintiendo una alta estima mutua. Afrontaba el porvenir con confianza. Pronto se habrían terminado las absurdas vejaciones del señor Saito, la fotocopiadora y la prohibición de hablar mi segunda lengua".

Este ha sido mi segundo encuentro con la renombrada y muy premiada escritora belga francófona nacida en Japón (1966), Amélie Nothomb.
Esta obra, autobiográfica, fue publicada en 1999 y reconocida con el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa en 1999 ex æquo con Anielka de François Taillandier, y con el Premio Internet. Su versión cinematográfica fue producida por Alain Corneau.
La novela se caracteriza por narrar con un estilo sencillo, muy ingenioso, hilarante y extremadamente irónico, las tragedias laborales experimentadas por Amélie durante un año de contrato como intérprete en una famosa compañía nipona, donde sufre toda clase de defenestraciones por parte de una bella jefa envidiosa, y unos jefes xenofóbicos, hasta descender a ser la encargada de cuidar los lavabos, tanto de damas como de caballeros.
Y uno se pregunta ... porqué Amélie no renunció ... porqué sufrió y aguantó tanto ... La respuesta es que para ella, era una meta tener en su currículum vitae un año de experiencia como intérprete en una empresa japonesa importante y para conseguir ese trabajo se había preparado y luchado mucho ... Por eso resistió el reto, el martirio, hasta completar el año. Otra pregunta que se me viene a la mente es cómo y porqué esos ejecutivos japoneses cometían la estupidez de desperdiciar el salario una empleada que estaba contratada, ganando el salario de una profesional graduada de universidad e intérprete, en labores como sacar fotocopias, distribuir café, actualizar calendarios, y ya por último, mantener limpios y abastecidos los retretes ... habiendo además un equipo de limpieza nocturno. Me parece el colmo del absurdo.
He ido de sorpresa en sorpresa y de enojo en enojo, pero sin dejar de reír, por la forma tan cómica en que está contada esta historia. Son tan exageradas las escenas de las humillaciones y tan bien logradas las hilarantes caricaturas de los personajes, que uno no puede parar de sonreír y hasta reír a carcajadas por lo que nos parece una exageración o un invento de la valiente, simpática y traviesa joven protagonista-narradora ... quien dicho sea de paso, al ser una narradora homodiegética, no es confiable.
Por otra parte, deseo destacar la parte sociológica, una importante crítica a la cultura laboral japonesa, así como el detallado y profundo análisis del rol de la mujer en la cultura nipona, visto desde varios aspectos: social, familiar, laboral, matrimonial, tradicional, ético y estético ... me gustó mucho, aunque resulta duro de asimilar.
En su enclaustramiento en los retretes, Amélie se vuelve ave y vuela por los cielos a través del enorme ventanal de los baños del piso 44 ... También se convierte en filósofa meditabunda con acertadas reflexiones sobre la empresa, los empleados, los esposos, la cerveza, los nombres japoneses de niñas y niños, la belleza física de la mujer japonesa, el suicidio, el honor, la cultura, los rituales, la idiosincrasia del Japón, etc ... Amélie Nothomb ha desnudado a los japoneses y los ha despojado de todo romanticismo oriental.
En conclusión, me ha gustado muchísimo y con gusto la recomiendo.

"Limpieza ritual que de nada servía, ya que, a la mañana siguiente, la taza de mi cerebro recuperaba su suciedad.
Como habrá observado el común de los mortales, los lavabos son un lugar propicio a la meditación.
Para mí, que me había convertido en carmelita, significó la ocasión de meditar.
Y descubrí algo muy importante: que en Japón la existencia es la empresa.
...
Pasé el día en los retretes del piso cuarenta y cuatro en una atmósfera de religiosidad: llevaba a cabo el más mínimo gesto con la solemnidad de un sacerdote.
Casi lamentaba no poder comprobar las palabras de la vieja carmelita: «En el Carmelo, lo difícil son los treinta primeros años»." 
Lucila Argüello

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