Género: Narrativa
Traducción: Carmen Criado Fernández
Editorial: Alianza
SINOPSIS:
Las peripecias del adolescente Holden Cauldfield en una Nueva York que se recupera de la guerra influyeron en sucesivas generaciones de todo el mundo. En su confesión sincera y sin tapujos, muy lejos de la visión almibarada de la adolescencia que imperó hasta entonces, Holden nos desvela la realidad de un muchacho enfrentado al fracaso escolar, a las rígidas normas de una familia tradicional, a la experiencia de la sexualidad más allá del mero deseo.
He de reconocer que hacía muchos años que tenía ganas y mucha curiosidad por leerlo, siempre se cita en alguna película americana, es un hito para los jóvenes americanos y tiene un título muy sugerente. Así que por fin lo leí, y la verdad es que me gustó. Tiene un estilo muy directo, no se anda con rodeos y describe de forma muy certera sentimientos, situaciones... También creo que es un libro que puede gustar mucho sobre todo a determinadas edades, pues puedes llegarte a sentir identificado con el protagonista en determinados aspectos. Cuando eres adolescente puedes llegar a sentirte muy confuso y perdido, insatisfecho con todo sin encontrar tu lugar en el mundo y esta historia sabe expresar muy bien este tipo de sentimientos. Así pues, puedo decir que no me ha decepcionado este libro y me han gustado mucho determinadas escenas y frases que me parece que definen muy bien algunos aspectos de la vida. La recomiendo para cualquier edad, pero yo creo que la disfrutaría todavía más a los quince o dieciséis años.
Es la novela más conocida del autor porque al publicarse (1951) rompió esquemas y generó controversias por su temática (entre ellos la sexualidad en la adolescencia) y el lenguaje de su protagonista. Este, Holden Cauldfield, de diecisiete años, rebelde e inconforme, nos cuenta un fin de semana vivido por él en Nueva York, después de ser expulsado de su escuela. Lo mejor y el centro de la historia es su personalidad, perfectamente descrito a través de su lenguaje -un poco repetitivo, como debe ser-, su enojada visión respecto de la sociedad y las personas, principalmente el mundo adulto, su incertidumbre respecto a lo que quiere, su inteligencia para realizar algunos planteos y sus contradicciones.
Para mí fue una gran lectura y, la verdad, todo el mito respecto a que era el libro de cabecera de asesinos famosos me hace bastante gracia porque creo que a pesar de ser un libro que transmite rebeldía e inconformismo (sin aportar soluciones ni demostrar que conducen a buen camino), la mayoría de la rabia es debida a la edad de Holden e incluso él mismo tiene características que critica en los demás. Me ha gustado también que Salinger coloque a Cauldfield en un entorno de clase alta para criticarlo horizontalmente. De los libros que “hay que leer”.
Algunos fragmentos que me gustaron:
“Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras”.
“Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas”.
“Antes yo era tan tonto que la consideraba inteligente porque sabía bastante de literatura y de teatro, y cuando alguien sabe de esas cosas cuesta mucho trabajo llegar a averiguar si es estúpido o no”.
Silvina Romano
He tenido la oportunidad de volver a leer después de muchísimos años 'El guardián entre el centeno'. La historia podría resumirse en las andanzas de un joven de 17 años que expulsado del colegio decide, antes de volver a casa, deambular por Nueva York sin contar con que a duras penas podrá sobrellevar la SOLEDAD. Sus intentos de contrarrestarla apelando sea a “diversiones adultas”, o a la compañía de antiguos amigos se verán abocadas al fracaso. Sólo encontrará refugio en el recuerdo de su hermano Allie fallecido y en su hermana Phoebe cuyo denominador común es el de pertenecer a ese paraíso, para él perdido, que es la infancia.
Tengo que decir que me ha gustado la forma en la que ha sido escrita: su presunto carácter coloquial, su humor a veces perverso y el ritmo sosegado con el que avanza la narración en busca del equilibrio entre lo que piensa y lo que hace. También he podido apreciar el porqué es un libro que se convertirá, si ya no lo es, en un CLÁSICO de la literatura pues “no puede serte indiferente y te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él” (dixit Italo Calvino). En su menoscabo se suele decir que está sobrevalorado y que ha envejecido mal. Me suele dejar bastante perpleja este tipo de afirmaciones pues no llego a entenderlas muy bien (Pienso en Ágatha Christie y en las películas del Género Negro).
Pero vayamos a lo nuestro. Recuerdo haber leído que el editor de 'El guardián entre el centeno' en Francia, Robert Laffont, que luchó por su publicación y solo en 1961 lo logró con un gran éxito, afirmaba que esta obra le emocionó por su TERNURA. Y en efecto, en lo que a mí concierne ese ha sido el hilo sentimental que me ha unido a ella desde la PRIMERA PÁGINA cuando, subido “en lo más alto de Thomsen Hill junto a un cañón absurdo”, buscaba “una sensación de despedida”... hasta LA ÚLTIMA en la que se “sentía feliz viendo a Phoebe girar y girar“ en el tiovivo.
En MEDIO, que cada cual escoja lo que más le haya gustado o la abandone si le ABURRE. Yo me quedo con el recuerdo lacerante de Allie que lo instaló en un mundo en donde no quería estar, al que apela cuando tiene dificultades y cuya ausencia rompió su infancia; con la contemplación del niño que ajeno a los peligros va por el bordillo de la acera cantando “Si un cuerpo coge a otro cuerpo, cuando van entre el centeno”; con su mirada compasiva a la joven prostituta “Lo que me apetecía saber era por qué se había metido a prostituta y todas esas cosas,” y a las dos monjas “No podía dejar de pensar en aquella cesta tan vieja con la que iban pidiendo por las calles cuando no estaban enseñando”, y ¡cómo no! con sus conversaciones con Phoebe que le devuelve su gorra roja para que siga siendo el guardián entre el centeno.
Y para terminar me viene a la memoria una palabras de José Guirao: “Cuando uno lee un libro también se está leyendo a sí mismo”. Amén.
Ana Ballester
“SI DOS PERSONAS SE ENCUENTRAN
A TRAVÉS DEL CENTENO,
SI DOS PERSONAS SE BESAN.
¿TIENE ALGUIEN QUE LLORAR?”
Este mes de noviembre del 2019 fue el libro del mes del Club de Lectura de Literatura+1, electo por aplastante mayoría y precedido por una gran fama de “libro prohibido, libro maldito, libro de cabecera de asesinos, libro instigador al vicio; y gran alharaca por parte de académicos y críticos de literatura, clasificándolo como clásico de la literatura moderna, precursor de un estilo, inaugurador de la primera persona con registro coloquial, padre de la literatura judía de Nueva York, crítica de la sociedad estadounidense”, etc., etc.
Yo lo había leído con anterioridad y no me había parecido nada del otro mundo, ni que se mereciera la gran fama que tenía, y quise darle una segunda oportunidad, para, con la ayuda de los comentarios de los compañeros del club, formarme una mejor idea de la obra.
Y así fue: el personaje de Holden Caulfield, que es el protagonista narrador en primera persona (homodiegético o intradiegético) que en mi previa lectura me fue muy antipático, porque lo consideré un joven rico e irresponsable, vicioso y pendenciero, en esta segunda lectura, fue visto por mí con nuevos ojos y mirada compasiva.
Esta vez, percibí un joven alto y muy guapo, un adolescente virgen de apenas 16 años, enfermo, mal alimentado, víctima de la poca atención de sus padres y de la soledad de un internado, padeciendo de varios problemas psicológicos … pude apreciar tendencias maníaco depresivas, paranoicas, bipolares o esquizofrénicas: constantemente pasaba de la depresión y ataques de llanto, a la risa compulsiva; fumando incansablemente y bebiendo demasiado, sin tener edad para ello; diciendo malas palabras todo el tiempo y siendo incapaz de concentrarse. Lleno de ira, buscaba pelea con los compañeros por motivos insignificantes y estaba constantemente tropezando con todo, a punto de romperse la crisma, por su torpeza de movimientos y falta de atención.
Lo único para lo que estaba capacitado y disfrutaba, era escribir composiciones, pero solamente tuvo oportunidad de componer dos en todo un semestre de literatura, más las que escribía por encargo de su compañero de cuarto, el aprovechado Ward Stradlater.
Esta vez fui capaz de apreciar en el joven Caulfield cualidades morales, ingenuidad, inocencia, castidad y pureza. Comprendí el gran amor y ternura que profesaba a su hermana Phoebe; la veneración a su hermanito Allie, fallecido de leucemia; y su cariño y admiración por su hermano mayor, el escritor de Hollywood, D.B.
Pude captar su generosidad al ofrecer una donación a dos monjas que conoció en una cafetería; compasión y piedad en su alma al referirse a historias bíblicas, algo innato y natural … Y su conmovedora preocupación por el destino de los patos al congelarse el lago de Central Park South … Lo mismo que expresa con convicción su rechazo a la guerra … También manifiesta críticas a la burguesía de su familia ... Condena las tendencias pederastas de un querido profesor, que después de aconsejarlo con sabias amonestaciones, lo sorprende con una actitud equívoca.
Hay una parte donde cuenta conversaciones con un amigo mayor que él, en el colegio, donde expone teorías sobre la homosexualidad que son bastante adelantadas a su época.
Pero lo más relevante, lo grandioso, fue captar y comprender el significado del título del libro que está tomado del poema “A Través del Centeno” de Robert Burns, convertido en letra de una canción cantada por un niño en la calle y escuchada por Holden. Él le comenta a su hermana Phoebe que se imagina estar viendo a miles de niños jugando en un campo de centeno al borde de un precipicio y que él, Holden Caulfield, es El Guardián entre el Centeno, vigilando que los niños no caigan al abismo: él es el salvador de los niños … anhelo encomiable, como de un pastor de almas, de un maestro abnegado, de un guía espiritual. Salvar a los niños y adolescentes es una santa misión digna de un San Juan Bosco.
Queda por lo tanto para mí reivindicado El Guardián entre el Centeno … Si envejece bien o mal, o si es un clásico moderno de la literatura, se lo dejo a los técnicos, profesores y académicos. Como lectora lo considero digno de leerse con calma y analizarse despacio. ¡Bravo, Salinger!
“SI DOS PERSONAS SE ENCUENTRAN
A TRAVÉS DE LA CAÑADA;
SI DOS PERSONAS SE BESAN,
¿TIENE EL MUNDO QUE SABERLO?”
Lucila Argüello
Divagar.
No sé si divagar es muy común, pero sin duda es algo a lo que todos a veces nos allanamos sin querer o por algún estado interno que nos viene y claro que en ocasiones es también innato. Cuando leo, por ejemplo, hasta concentrarme de pleno en la lectura, pienso y analizo algún detalle del párrafo que empiezo, el cual en sí no va a relación con la obra, no sé a cuantos les pasará algo parecido, sin embargo, esto no es del todo molesto para mí, pues me abre a ideas y esa es una de las razones por las que me gusta leer.
J. D. Salinger, nos presenta un personaje que se hunde en divagaciones al relatar su experiencia de rebeldía y depresión, en la que a la vez nos cuenta detalles de su vida que está llena de dudas y temores (al menos es la imagen que me quedó del personaje). Cree ser muy seguro, aunque está claro que no lo es, es decir: es un adolescente agobiado con un entorno al que no se adapta aún y está en proceso de encontrarse para seguir un camino que desconoce. El ambiente a su alrededor no ayuda mucho, descubrir la variedad de formas de vivir, de ser, que cohabitan el mundo, le hace perderse en los detalles de los demás, tal vez hasta sobreanalizarlos, e inclusive a su propia existencia le da algo de rigidez y aislamiento, solo sus hermanos, los tres, le dan una conexión con él mismo y la vida.
Una obra interesante de leer sin llegar a ser destacada para mi gusto. Es como relatar una experiencia llena de altibajos y, en parte, contándola por encimita, dejando la sensación de que podía dar más el relato o terminar algunos detalles sueltos dentro del libro. Supongo que no siempre una historia tiene que decirlo todo para ser una interesante obra de contar, o leer en el caso de nuestro club de lectura.
No sé si divagar es muy común, pero sin duda es algo a lo que todos a veces nos allanamos sin querer o por algún estado interno que nos viene y claro que en ocasiones es también innato. Cuando leo, por ejemplo, hasta concentrarme de pleno en la lectura, pienso y analizo algún detalle del párrafo que empiezo, el cual en sí no va a relación con la obra, no sé a cuantos les pasará algo parecido, sin embargo, esto no es del todo molesto para mí, pues me abre a ideas y esa es una de las razones por las que me gusta leer.
J. D. Salinger, nos presenta un personaje que se hunde en divagaciones al relatar su experiencia de rebeldía y depresión, en la que a la vez nos cuenta detalles de su vida que está llena de dudas y temores (al menos es la imagen que me quedó del personaje). Cree ser muy seguro, aunque está claro que no lo es, es decir: es un adolescente agobiado con un entorno al que no se adapta aún y está en proceso de encontrarse para seguir un camino que desconoce. El ambiente a su alrededor no ayuda mucho, descubrir la variedad de formas de vivir, de ser, que cohabitan el mundo, le hace perderse en los detalles de los demás, tal vez hasta sobreanalizarlos, e inclusive a su propia existencia le da algo de rigidez y aislamiento, solo sus hermanos, los tres, le dan una conexión con él mismo y la vida.
Una obra interesante de leer sin llegar a ser destacada para mi gusto. Es como relatar una experiencia llena de altibajos y, en parte, contándola por encimita, dejando la sensación de que podía dar más el relato o terminar algunos detalles sueltos dentro del libro. Supongo que no siempre una historia tiene que decirlo todo para ser una interesante obra de contar, o leer en el caso de nuestro club de lectura.
Milton Mantilla
No cabe duda, que así como la mayoría de las cosas en la vida, un libro tendrá una interpretación diferente, dependiendo de la etapa de la vida en la que te encuentres.
Porque este libro, si lo hubiera leído a los 15 años, me hubiera sentido identificado con el personaje, y actuaría igual, aunque mi contexto no me lo hubiera permitido, (mi familia).
El protagonista como buen adolescente, cree que todos en el mundo son tontos, que él en diversas situaciones saldría avante, no como los demás, que la mayoría de personas que ha logrado algo, solo lo ha hecho porque tuvo condiciones favorables en la vida, (dinero, un físico superior, cualquier cosa), que la escuela no sirve de nada, yendo por la vida mintiendo, creyendo que nadie se da cuenta, y que realmente engaña a alguien.
Como siempre en esta vida, cada que un joven fracasa o está yendo a la deriva, siempre hay alguien que trata de rescatarlo, sin embargo, la respuesta a eso parece ser universal, "todos son tontos, creen que no me doy cuenta de lo que necesito hacer en la vida", (claro sin hacerlo).
Todo esto de la mano de lo que muchos hicimos de adolescentes, tabaquismo, alcoholismo y todo lo que conlleva.
Sin embargo, ese adolescente omnipotente, justo en el momento que cae en un problema de los cuales clama saldrá victorioso, no tiene los recursos físicos o intelectuales para resolver y le condiciona frustración.
Al final del día, para mi este es un libro dirigido a los padres, no a los adolescentes, porque en él pueden identificar las consecuencias de no establecer pequeños conceptos en la vida a sus hijos.
Conceptos tan sencillos como el respeto hacia los demás, el promover el interés y la importancia de lo aprendido día a día, practicando la competencia cotidiana con los demás, entendiendo que a veces se gana, pero sobretodo en esta vida a veces se pierde, y tenemos que aprender a tolerar la derrota, siempre de la mano de nuestro esfuerzo y dedicación, no de otros factores.
"Es muy facil entender la adolescencia, siempre y cuando no la estés viviendo".
Para aquellos no preparados, (por los padres), la adolescencia puede ser una etapa de violencia, soledad, depresión y conformismo.
Porque este libro, si lo hubiera leído a los 15 años, me hubiera sentido identificado con el personaje, y actuaría igual, aunque mi contexto no me lo hubiera permitido, (mi familia).
El protagonista como buen adolescente, cree que todos en el mundo son tontos, que él en diversas situaciones saldría avante, no como los demás, que la mayoría de personas que ha logrado algo, solo lo ha hecho porque tuvo condiciones favorables en la vida, (dinero, un físico superior, cualquier cosa), que la escuela no sirve de nada, yendo por la vida mintiendo, creyendo que nadie se da cuenta, y que realmente engaña a alguien.
Como siempre en esta vida, cada que un joven fracasa o está yendo a la deriva, siempre hay alguien que trata de rescatarlo, sin embargo, la respuesta a eso parece ser universal, "todos son tontos, creen que no me doy cuenta de lo que necesito hacer en la vida", (claro sin hacerlo).
Todo esto de la mano de lo que muchos hicimos de adolescentes, tabaquismo, alcoholismo y todo lo que conlleva.
Sin embargo, ese adolescente omnipotente, justo en el momento que cae en un problema de los cuales clama saldrá victorioso, no tiene los recursos físicos o intelectuales para resolver y le condiciona frustración.
Al final del día, para mi este es un libro dirigido a los padres, no a los adolescentes, porque en él pueden identificar las consecuencias de no establecer pequeños conceptos en la vida a sus hijos.
Conceptos tan sencillos como el respeto hacia los demás, el promover el interés y la importancia de lo aprendido día a día, practicando la competencia cotidiana con los demás, entendiendo que a veces se gana, pero sobretodo en esta vida a veces se pierde, y tenemos que aprender a tolerar la derrota, siempre de la mano de nuestro esfuerzo y dedicación, no de otros factores.
"Es muy facil entender la adolescencia, siempre y cuando no la estés viviendo".
Para aquellos no preparados, (por los padres), la adolescencia puede ser una etapa de violencia, soledad, depresión y conformismo.
Daniel Navarrete
A pesar de que siempre lo menciono entre mis predilectos (de hecho fue "mi favorito" durante gran parte de mi adolescencia) y que lo he leído varias veces debo ponerle un pero: no me gusta, aunque el protagonista sea un adolescente, que esté escrito también en boca de un adolescente. Creo que la voz del narrador debería ser la propia del escritor, de un buen escritor que cuenta una historia. Y si la historia es de niños, pues para crear esa atmósfera se pueden usar los diálogos.
ResponderEliminarPero vamos, que aunque se me hace pelín incómoda la lectura, la historia me encanta y sé que lo volveré a leer varias veces más.
Pues a mí este libro me defraudó bastante. Quizá sea por la forma en que está escrito o porque lo leí mayor (con unos 23 años).
EliminarBien
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