27 de noviembre de 2014

"Una habitación propia", de Virginia Woolf

Una habitación propia Virginia Woolf
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Laura Pujol
Editorial: Booket

SINOPSIS:
En 1928 a Virginia Woolf le propusieron dar una serie de charlas sobre el tema de la mujer y la novela. Lejos de cualquier dogmatismo o presunción, planteó la cuestión desde un punto de vista realista, valiente y muy particular. Una pregunta: ¿qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas? Una sola respuesta: independencia económica y personal, es decir, Una habitación propia. Sólo hacía nueve años que se le había concedido el voto a la mujer y aún quedaba mucho camino por recorrer.
Son muchos los repliegues psicológicos y sociales implicados en este ensayo de tan inteligente exposición; fascinantes los matices históricos que hacen que el tema de la condición femenina y la enajenación de la mujer en la sociedad no haya perdido ni un ápice de actualidad.
Partiendo de un tratamiento directo y empleando un lenguaje afilado, irónico e incisivo, Virginia Woolf narra una parábola cautivadora para ilustrar sus opiniones. Un relato de lectura apasionante, la contribución de una exquisita narradora al siempre polémico asunto del feminismo desde una perspectiva inevitablemente literaria
.

OPINIONES:
Fue la lectura de enero de 2021 en el Club de Lectura.

A la autora se le plantea una pregunta inicial que da pie al ensayo ¿Qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas?. Ante tan enorme interrogante, la respuesta que intenta la escritora es por lo demás original, completa e incisiva. Una mujer necesita una habitación propia y dinero. Esta frase encierra el simbolismo sobre el que gira la obra, una mujer necesita espacio, y tiempo. Ambas cosas rodeadas de la tranquilidad económica que le permitan "Alcanzar un estado incandescente del alma", aquél que le permita escribir en paz y no condicionada por estados de ánimo angustiantes. Me ha interesado de sobremanera el análisis de la situación socio-económica de la mujer, y cómo a fin de cuentas termina arengando a su audiencia a continuar con las conquistas que ya se habían logrado y a seguir en ese camino. Por último y como conclusión insta a la unión y cooperación entre los sexos como mejor camino. Me ha encantado. Ineludible.

¿Ha podido la mujer acceder a la creación literaria a través de los tiempos? Según Virginia Woolf, invitada a dar una conferencia en 1928 en el Newnham College, la respuesta es NO.
El sistema patriarcal y sus prejuicios que giraban en torno a la inferioridad de la mujer, su falta de independencia en todos los ámbitos, el estar circunscrita su actividad a la vida doméstica sin poder llegar a tener una formación académica hasta principios del siglo XX, hicieron imposible su acceso a la creación literaria. Verdad es que hubo predecesoras tanto en el siglo XVII como en el XVIII pero habrá que esperar al siglo XIX para que surjan las primeras escritoras de relieve, tal es el caso de las hermanas Brontë, Jane Austen y George Eliot que no se libraron del ambiente opresor que los condicionantes patriarcales imprimían a la vida de las mujeres. Todavía “LA HABITACIÓN PROPIA Y LAS 500 LIBRAS” se resistían y difícilmente estaban al alcance de la mayoría.
Pero el siglo XX ha llegado. La Primera Guerra Mundial puso en tela de juicio los valores tradicionales y la mujer pudo acceder no sólo al conocimiento, sino a derechos que hasta entonces les habían sido negados. Es a estas mujeres, cuyas posibilidades de llegar a ser escritoras pueden hacerse realidad, a quienes se dirige Virginia Woolf para ilustrarlas sobre su papel de futuras narradoras en un ámbito de derechos y libertades. Su consejo es muy claro: que no pierdan el tiempo queriendo imitar el estilo de los hombres, que reviertan los patrones del pensamiento masculino e ignoren sus críticas y juicios despectivos, que escriban como mujeres, mujeres que van a desenvolverse no sólo en el ámbito privado, sino también en el político e intelectual. Y va más allá: postula la androginia siguiendo la estela de Coleridge a la que considera “sonora y porosa; que transmite la emoción sin obstáculos; que es creadora por naturaleza, incandescente e indivisa”.
En conclusión, texto apasionante que revela la convicción militante de sus ideas feministas cuya magnífica y clarividente prosa seduce desde las primeras líneas. Su habilidad para ir desgranando las causas de la pobreza de la creación femenina, su análisis de la narrativa hasta ese momento escrita y la transformación que debía de operarse en la literatura escrita por mujeres, convierten a 'UNA HABITACIÓN PROPIA” en uno de los máximos exponentes de la obra literaria de Virginia Woolf.
Ana Ballester

”sentada a orillas de un río, hará cosa de una o dos semanas, un bello día de octubre, perdida en mis pensamientos. Este collar que me habíais atado, las mujeres y la novela, la necesidad de llegar a una conclusión sobre una cuestión que levanta toda clase de prejuicios y pasiones, me hacía bajar la cabeza. A derecha e izquierda, unos arbustos de no sé qué, dorados y carmesíes, ardían con el color, hasta parecían despedir el calor del fuego. En la otra orilla, los sauces sollozaban en una lamentación perpetua, el cabello desparramado sobre los hombros. El río reflejaba lo que le placía de cielo, puente y arbusto ardiente y cuando el estudiante en su bote de remos hubo cruzado los reflejos, volviéronse a cerrar tras él, completamente, como si nunca hubiera existido. Uno hubiera podido permanecer allí sentado horas y horas, perdido en sus pensamientos. El pensamiento —para darle un nombre más noble del que merecía— había hundido su caña en el río. Oscilaba, minuto tras minuto, de aquí para allá, entre los reflejos y las hierbas, subiendo y bajando con el agua, hasta —ya conocéis el pequeño tirón— la súbita conglomeración de una idea en la punta de la caña; y luego el prudente tirar de ella y el tenderla cuidadosamente en la hierba. Pero, tendido en la hierba, qué pequeño, qué insignificante parecía este pensamiento mío; la clase de pez que un buen pescador vuelve a meter en el agua para que engorde y algún día valga la pena cocinarlo y comerlo”.

Valiéndose de recursos literarios muy ingeniosos y variados, como por ejemplo, la utilización de personajes ficticios y un alter ego, adornándolo con hermosos pasajes poéticos, Virginia Woolf nos entrega este ensayo, publicado en 1929, que sirvió de base a varias conferencias ofrecidas por Virginia en octubre de 1928 en Newnham College y Girton College, ambas universidades femeninas pertenecientes a la Universidad Cambridge, con el tema Las Mujeres y la Novela.
La obra, muy amena de leer, que es como un conjunto de consejos para las mujeres escritoras y para las mujeres en general, es también un discurso feminista, donde se ha analizado histórica y socioeconómicamente, el papel de la mujer escritora, llegando a la conclusión de que la pobreza pecuniaria del género, producto de su dependencia y sometimiento al varón, con obediencia y sumisión obligadas, al mismo tiempo que su falta de acceso a la educación, ha malogrado a muchas mujeres que hubieran podido ser escritoras tan geniales como Shakespeare.
Trata de dar solución práctica al problema explicando que una renta de 500 libras al año y una habitación propia con cerradura, proporcionaría a una mujer (y a un hombre también) el ambiente, la privacidad y la independencia ideal para la obtener la concentración necesaria a fin de desarrollar su creatividad, libre de preocupaciones monetarias.
Aquí es donde yo me formulo la pregunta ¿Quién fue primero, el huevo o la gallina? Porqué ¿de dónde saca una mujer reprimida 500 libras de renta al año y una habitación propia para poder independizarse y dedicarse a la creación literaria?
Esta solución la veo poco practicable en el caso de cualquier mujer dominada por su padre o su esposo ... y creo que mejor sería una solución de concientización social, tanto de hombres como de mujeres, que es lo que ha ido sucediendo poco a poco en el siglo pasado, sobre todo después de la Gran Guerra, que marcó un hito en el feminismo, con logros importantes para su reivindicación.
También percibí como una especie de recapitulación donde aconseja, que al mismo tiempo de luchar por la igualdad de oportunidades, debemos las mujeres conquistar el derecho al respeto que nos merecemos como seres humanos, demostrando nuestras capacidades a través de la educación y del desempeño de cualquier profesión ... lo que al final nos llevará a olvidarnos de la rivalidad entre los sexos, con más flexibilidad a la hora de juzgar las obras de escritores del otro género. Ella aboga por resaltar y aceptar las diferencias, porque ambos sexos tienen sus características y sus cualidades. Esto suena como una reconciliación y el cese del odio entre los sexos, con lo cual estoy muy de acuerdo.
También hay una parte donde hace referencia al lesbianismo en forma muy sutil y delicada, como dando entender que de la manera en que se presente este tema en la literatura, depende su aceptación.
En definitiva, he disfrutado mucho este ensayo y lo considero una obra maestra de la literatura femenina y universal.

“Son culpables todos los que han contribuido a despertar la conciencia del sexo y son ellos quienes me empujan, cuando quiero usar al máximo mis facultades en un libro, a buscar esta satisfacción en aquella época feliz, anterior a Miss Davies y Miss Clough, en que el escritor utilizaba ambos lados de su mente a la vez. Para ello debemos acudir a Shakespeare, porque Shakespeare era andrógino, e igualmente lo eran Keats y Sterne, Cowper, Lamb y Coleridge. Shelley, quizá, carecía de sexo. Puede que Milton y Ben Jonson hayan tenido en ellos una gota de varón de más”.
Lucila Argüello

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