Género: Narrativa, Relatos
Editorial: Autoedición
SINOPSIS:
El libro está formado por ocho historias donde Jota presenta recuerdos mezclados con distintas historias de ficción, protagonizadas por variopintos personajes, revelando así una desconocida faceta creativa que comenzó en 1982 con un pequeño relato y continuó con entretenidas historias que mantienen el suspense hasta el final.
OPINIÓN:
Fue una grata sorpresa descubrir hace unos meses la existencia de esta obra y un verdadero placer, al fin, haberla leído.
Ocho relatos cortos en alguno de los cuales se huele a la legua el carácter autobiográfico del mismo (esto es suposición, pues no llegué a conocerlo personalmente) y otros en los que demuestra un gran talento e inventiva que hacen creer firmemente que si su vida no se hubiera truncado tan tempranamente hoy sería tan conocido por sus escritos como por su carrera musical, si no más.
De dicha obra me han gustado especialmente “Sansón el limpia”, “El destino a ninguna parte” y “La voluntad de Dios”.
El primero retrata la Murcia de extrarradio, los callejones y solares de trapicheo y contrabando de la mano de un limpiabotas al más puro estilo de la picaresca clásica, pero en el marco del final del siglo XX.
“El destino a ninguna parte” rezuma polvo y carretera. Historia en dos tiempos, uno rural protagonizado por un anciano recluido en mitad de la nada con su mujer y su nieto inválido y un resto de lo que un día fue una persona, arruinado, alcohólico y abandonado por todos, que se tambalea de punta a punta de la ciudad, cuyos destinos se cruzan al (apasionante) final del relato.
Pero mi mayor sorpresa ha sido “La voluntad de Dios”, historia de bárbaros, monjes, tabernas y abadías que por un momento me han trasladado a la vera de Guillermo de Baskerville en “El nombre de la rosa”.
Guiños a su Calasparra natal con aires de crónica en “Paisajes” y “Recuerdos”, adolescentes con las hormonas disparadas en plena transición española en “Los hijos del río” y, como no podía ser de otra forma, noches de whisky, bronca y Rock and Roll en “Un invierno caliente”, que si bien no es el relato que más me ha gustado, muchos al igual que yo, verán reflejada en él una parte de sí mismos.
Siempre grande, Juan Enrique Cassinello Martínez (Calasparra, Murcia 1961-1993).
Ocho relatos cortos en alguno de los cuales se huele a la legua el carácter autobiográfico del mismo (esto es suposición, pues no llegué a conocerlo personalmente) y otros en los que demuestra un gran talento e inventiva que hacen creer firmemente que si su vida no se hubiera truncado tan tempranamente hoy sería tan conocido por sus escritos como por su carrera musical, si no más.
De dicha obra me han gustado especialmente “Sansón el limpia”, “El destino a ninguna parte” y “La voluntad de Dios”.
El primero retrata la Murcia de extrarradio, los callejones y solares de trapicheo y contrabando de la mano de un limpiabotas al más puro estilo de la picaresca clásica, pero en el marco del final del siglo XX.
“El destino a ninguna parte” rezuma polvo y carretera. Historia en dos tiempos, uno rural protagonizado por un anciano recluido en mitad de la nada con su mujer y su nieto inválido y un resto de lo que un día fue una persona, arruinado, alcohólico y abandonado por todos, que se tambalea de punta a punta de la ciudad, cuyos destinos se cruzan al (apasionante) final del relato.
Pero mi mayor sorpresa ha sido “La voluntad de Dios”, historia de bárbaros, monjes, tabernas y abadías que por un momento me han trasladado a la vera de Guillermo de Baskerville en “El nombre de la rosa”.
Guiños a su Calasparra natal con aires de crónica en “Paisajes” y “Recuerdos”, adolescentes con las hormonas disparadas en plena transición española en “Los hijos del río” y, como no podía ser de otra forma, noches de whisky, bronca y Rock and Roll en “Un invierno caliente”, que si bien no es el relato que más me ha gustado, muchos al igual que yo, verán reflejada en él una parte de sí mismos.
Siempre grande, Juan Enrique Cassinello Martínez (Calasparra, Murcia 1961-1993).
Luis Sánchez Martín
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