25 de noviembre de 2013

"Memorias del subsuelo", de Fiódor Dostoievski

Memorias del subsuelo Fiódor Dostoievski
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Alejandro Ariel González
Editorial: Colihue

SINOPSIS:
Publicada en 1864, la obra se propone como un ácido cuestionamiento a las ideas más caras a la intelliguentsia rusa de la época. En ella el autor marca las continuidades que hay entre el humanitarismo liberal de 1840, impotente para actuar sobre la realidad, y el materialismo utópico, cada vez más proclive a la acción política, que empezó a circular en Rusia en la década de 1860. Desarrollando hasta la hipérbole los postulados de la nueva tendencia racionalista, el narrador de las Memorias no hace más que demostrar las inconsecuencias de estas ideas que se proponían como superación de las contradicciones de la generación anterior, en tanto siempre subsiste en la naturaleza humana un elemento irracional imposible de reducir a conceptos programáticos.
La traducción, la introducción y las notas de la presente edición han estado a cargo del profesor Alejandro Ariel González, especialista en lengua y literatura rusa de la Universidad de Buenos Aires.

OPINIONES:
Fue la lectura de febrero de 2021 en el Club de Lectura.

Esta obra de Dostoievski constituye una bisagra en su pensamiento y un avance hacia sus novelas maduras “Crimen y Castigo” y “Los hermanos Karamazov”. En ella se plantea sólidamente su ideología y la parodia a “el hombre nuevo” del siglo XIX. La obra está dividida en dos grandes partes: primeramente el monólogo del hombre del subsuelo. Un hombre de 40 años, funcionario frustrado, histérico, racional, fantasioso y siempre al borde del colapso. Un ser que piensa más de lo que puede hacer, la misma razón lo inmoviliza. En este monólogo inicial se plantea la contraposición radical con la intelliguentsia rusa, y es muy difícil de comprender sin entender el contexto cultural e histórico imperante en la Rusia de la época. La segunda parte cuenta tres grandes anécdotas del personaje que pasaron aproximadamente 20 años atrás. Destaco el relato de la escena con la prostituta que es magnífico, se muestra claramente la desesperación y la degradación humana a la que había llegado nuestro “hombre del subsuelo”.
He leído por ahí que esta obra se destaca más por su ideología que por su estética, afirmación con la que no estoy de acuerdo. Dostoievski busca y encuentra en esta obra su tono, su voz, su estilo. Los monólogos del protagonista están magistralmente relatados. Como ya es costumbre decir: “Nadie comprendió la psiquis humana como Dostoievski”. También es considerada la primera gran novela existencialista, el subsuelo representando el individualismo psicoanalítico, el lado oscuro de la mente, el subsuelo colectivo, la clandestinidad, la marginalidad. Esta obra me encantó, además la edición de Colihue está prologada magistralmente por el profesor Alejandro Ariel González, que hace un análisis exhaustivo de la obra y de su contexto, que facilitan enormemente la comprensión de un texto que sin el conocimiento de la Rusia del siglo XIX es imposible de alcanzar.

"Pues en la circunstancia especialmente abominable de que a cada momento y después de cada intemperancia tenía que confesarme a mí mismo, avergonzado, que no sólo no era tan malo como me creía, sino que ni siquiera sentía cólera, que me las echaba de espantajo sólo por vía de distracción. Cuando parecía más furioso, la más leve atención, una taza de té, hubiera sido bastante para apaciguarme. Este pensamiento me enternecía, aunque luego, y por espacio de meses, me rechinasen por ello los dientes y perdiese el sueño de puro enojado conmigo mismo. Así era yo. Pero, hace un momento, al decir que resultaba un mal empleado, me acusaba falsamente. Mentía por malicia. No; me distraía embromando a aquella gente, así al oficial como a los otros. En realidad, nunca hubiera podido ser malo. Descubría constantemente en mí un sinnúmero de encontrados elementos. Los sentía hervir en mí, consciente de que siempre habían bullido en mi interior y podían desahogarse. Mas yo no lo consentía; no los dejaba obrar, no quería que saliesen al exterior. ¡Me torturaban hasta la vergüenza; me hubiesen hecho padecer de alferecías, y ya tenía bastante! ¡Ah, ya lo creo que tenía bastante! ¿Acaso imagináis, señores míos, que siento alguna contrición, que pretendo disculparme de algo? Seguro estoy de que tal creéis; pues os doy mi palabra de que me río de todo eso".

Novela psicológica y antropológica social, calificada de “inquietante y perturbadora” por la crítica, donde en el monólogo de la primera parte, el subsuelo representa algo así como una especie de subconsciente, desde donde el protagonista narrador hace una extensa confesión de sus más íntimos conflictos, comportamientos extraños, pensamientos inicuos, contradicciones, sentimientos encontrados, perversidades, acerca de sí mismo y con sus prójimos ... el subsuelo es la alegoría del sótano donde el ser humano esconde toda la miseria, maldad y suciedad que no desea lucir ante los demás…
Comienza el monólogo dramáticamente, declarando que él es malo, antipático y está enfermo del hígado por la gran frustración que le causa su empleo de burócrata, que odia y le aburre, donde siente gozo y placer de tratar despectivamente a los parroquianos y donde tiene conflictos con un pedante personaje que arrastra un sable ruidosamente, a quien supuestamente al final derrota ... en esta parte tiene visos de sadismo. Aunque después se desmiente y dice que mintió por despecho, y explica que ya dimitió de su empleo, donde en realidad no era malo, que nunca podría ser malo, pero que hacía maldades por vía de distracción.
En un largo un flujo de conciencia se enfrenta a su soledad ... está solo con él mismo, con su conciencia, con su subconsciente, con su alma, con su mente, con su pasado, con su presente, con su futuro incierto, con sus tragedias infantiles y con su enfermedad, en lucha contradictoria con sus propios demonios, a los que adora y rechaza. Se declara inteligente … luego se denigra diciendo que cuanto más encuentra lo bello y sublime, más se revuelca en el cieno.
Habla de que es inmoral vivir más de 40 años, pero que él, que tiene 40, vivirá hasta los 70 o algo así … Dostoyevski murió con 59.
El gran complejo de culpa de Dostoyevski por tener el vicio del juego, se refleja en reflexiones masoquistas en una parte del monólogo: el placer que le da el sufrimiento, sería equivalente al de perder en el juego y la culpa del placer de jugar ...
Menciona entre sus maldades y enfermedades que tiene espuma en la boca: un síntoma de los ataques de epilepsia que sufría Dostoyevski, ya que el ex burócrata es un poco el trasunto del autor...
No solamente las tragedias familiares, el destierro, encarcelamiento y torturas en Siberia, sino la epilepsia, marcaron la vida del gran autor ruso, y creo que le dieron un empuje enorme a su creación psicológica-antropológica. De él dijo Friedrich Nietzsche: «Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida. Me ha causado sorpresa y placer». Y ya sabemos que Freud fue admirador de su obra. Borges sintió la excitación del descubrimiento y Pamuk un déjà vu, como un reconocimiento interno. El autor austriaco Stefan Zweig consideró a Dostoyevski como «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos» ... a mí me dejó bastante exhausta tanta intensidad contradictoria ...
Creo que el genio, la fuerza y la iluminación psicológica tan intensa de Dostoyevski le vienen de los momentos previos a los ataques de epilepsia, donde se produce un aumento extraordinario en la actividad eléctrica de las neuronas y según describen los enfermos, pueden sentir a Dios. Por lo tanto la epilepsia es una enfermedad bendita (Morbus Divinus, decían los antiguos griegos) en su maldición.
En la segunda parte, sigue hablando de sus contradicciones bipolares y cuenta que se entrega al libertinaje a solas y de noche, y relata tres encuentros: El primero es con un oficial alto y fuerte con quien tropieza en la calle y de quien parece quedar obsesionadamente enamorado, pues lo persigue y espía por años. El segundo, con unos ex condiscípulos a quienes no aprecia ni frecuenta, pero se cuela en una cena de despedida bastante privada, donde se embriaga y termina protagonizando unas escenas ridículas y vergonzosas. Luego se va a un burdel, y allí es el tercer encuentro, esta vez con una prostituta. Después de estar con la hermosa joven, empieza a darle paternales consejos recriminatorios acerca de su vida licenciosa y luego le da su dirección … Ella llega a visitarlo y entonces él la ofende y humilla. Todo muy emocional, matizado con sentimientos de culpa, de inferioridad y de superioridad, de orgullo y de llanto. Siguiendo con sus desordenadas costumbres, continúa pidiendo préstamos y adelantos, y gastando el dinero en francachelas, siempre mal vestido y casi harapiento, en la mayor miseria: pero tiene un criado a quien teme y con quien mantiene una extraña relación de competencia por el poder.
Este anónimo narrador intradiegético ha sido declarado antihéroe por la crítica, y su comportamiento, comparable a las teorías sociales freudianas de “represión de la agresividad y del instinto de la muerte.”
Indudablemente es una obra maestra, aunque por ser tan profunda, no es tan fácil ni placentera de leer. Cierro con esta famosa sentencia de Dostoyevski, que lo define como teísta: “Si Dios no existe, todo está permitido”.

"Ni que decir tiene que aborrecía a todos los compañeros de oficina, desde el primero hasta el último, y que a todos los despreciaba, aunque al mismo tiempo me parecía como si les tuviera miedo. Me sucedía encontrarlos superiores a mí. Me ocurría eso de pronto. Ora los despreciaba, ora los juzgaba superiores a mí. Un hombre honrado e inteligente no podría ser vanidoso sin ser muy exigente para consigo mismo y sin despreciarse en ciertos momentos hasta el rencor. Pero sea que lo encontrase inferior a los demás o que lo despreciase, casi siempre bajaba los ojos ante un recién llegado. Y hasta hacía experimentos con él: ¿soportaré la mirada de tal individuo?
...
Tenía yo, sin embargo, otro conocimiento: el de Simónov, mi antiguo condiscípulo. Tenía también otros muchos compañeros de colegio en Petersburgo; mas no me trataba con ellos, y había de saludarlos cuando me los tropezaba en la calle. Capaz hubiera sido de pedir mi traslado, a fin de no encontrarme con ellos y romper definitivamente con mi aborrecible infancia. ¡Maldita sea la escuela y malditos aquellos horribles días, propios de un presidio! En una palabra: que tan pronto como me vi libre, me di prisa en apartarme de mis condiscípulos. Sólo había dos o tres a los que todavía saludaba cuando nos encontrábamos. Uno de ellos era el tal Simónov, que en nada había descollado en el colegio: era de un carácter apacible e igual, y a todo eso añadía cierto espíritu de independencia y hasta honradez. Yo había pasado con él muy buenos ratos, aunque breves. Era evidente que aquellos recuerdos lo enojaban, como si temiese que yo volviera a adoptar con él el tono de otro tiempo. Maliciaba yo que sentía por mí cierta repugnancia; mas no estando seguro del todo, iba a visitarlo. Pero un jueves, como no pudiese sufrir más mi aislamiento, y sabiendo que los jueves Antón Antónich no abría la puerta a nadie, hube de acordarme de Simónov. En tanto subía las escaleras hasta el cuarto piso, iba yo pensando para mis adentros que el tal Simónov estaba harto de mí y me mandaría noramala. Mas me ocurría siempre que semejantes consideraciones, como si me las hiciera de encargo, me impulsaban más todavía a comprometerme en una situación equívoca. Entré. Hacía un año casi que no había visto a Simónov".
Lucila Argüello

Hablar de un libro de Fiódor Dostoyevski, es hablar de de su propia vida, es sumergirse en su pensamiento filosófico.
Como lo menciona José Ovejero en el documental, Vida y Ficción: "Una forma de estar en el mundo o de escapar de él, un desahogo de lo que no se puede contar, una manera de comprender la muerte o recuperar la infancia, de plasmar nítidamente los pensamientos, hacer valer la identidad, expresar un desvalimiento o un desengaño; puede ser subversiva e insurrecta o traer hasta nosotros el pasado y generar memoria. Todo esto es y para todo esto sirve la literatura en la voz de sus protagonistas".
En "Memorias del Subsuelo", Dostoyevski, hace una radiografía del hombre de su tiempo que vivía sumergido en el romanticismo y la contemplación. Recalca la degradación del ser humano, sus bajezas, lo superfluo de sus vidas, sin poner atención en lo verdadero e importante de la misma, como: la naturaleza, el sosiego emocional, la familia, la lectura.
La crítica a los hombres de su tiempo, se ve enmarcada desde que menciona el cargo de funcionario, todos tenían el anhelo de ser burócratas, porqué los hombres con estos cargos se les consideraba más cultos y superiores, aunque muchos estaban lejos de serlo, ya sea por como obtenían dicho trabajo o por como lo desempeñaban con el paso del tiempo, fotografiando empleados con terribles manías y peor carácter, que van haciéndole la vida imposible a los miserables que van pasando por sus escritorios o en las calles, sin que nadie tenga el suficiente coraje para enfrentarles.
Nuestro hombre del subsuelo narra como, a sus 24 años y con toda la inmadurez, insensatez, rebeldía y coraje, características propias de la edad, va enfrentando con rencor acumulado a todo lo que le hace recordar su infancia, sus años de escuela, a la familia que decidió el camino por él y después lo abandona, y a todos los que lo hacen sentir miserable, quizá porque lo sea, quizá porque lo intente ser y no lo consigue.
Las confesiones que nos hace nuestro hombre, van saliendo de lo más hondo de su conciencia, a lo que le llamo "Subsuelo", de ese lugar oscuro va brotando el recuerdo de sus frustraciones por añorar una carrera que no pudo obtener, la infelicidad por una familia que no tuvo, el enojo por la incomprensión de sus amigos ante una mente lógica para mirar la vida pero extraña para la época, su resentimiento social por lo que se estaba viviendo con el sistema establecido por los zaristas.
Este hombre nos convida la experiencia de ser un ratón enojado, insatisfecho y vengativo.
Cabe destacar que, el subsuelo, es el interior de la persona, donde todos realmente podemos pensar con libertad, donde se deja ser al verdadero yo.
Dostoyevsky , escribe un monólogo introspectivo, el habitante del subsuelo que puede ser cualquiera de nosotros con tan solo sincerarnos, es despreciable porque en nuestro inconsciente tal vez así seamos realmente. Ese hombre derrotado emocionalmente, tiene que sacar fuerzas para seguir el juego de ser un peón estable, seguir reprimiendo los instintos para ser aceptado y al no poder más, renuncia a todo y se hunde en un abismo de soledad y miseria antes que aceptar seguir siendo una pieza más del tablero.
Es importante saber que los hombres no solo pueden vivir de la razón, los instintos también influyen.
Eros y Tánatos como dualidad, la pulsión de vida. La pulsión de muerte, identificada por Sigmund Freud, señala un deseo de abandonar la lucha de la vida y volver a la quiescencia y la tumba.
Para concluir, les pido que comprendamos a nuestro, anti héroe, como él mismo se hace llamar, los instintos de agresión reprimidos en algún momento saldrán a reclamar la libertad, aunque la conciencia debe imperar y eso hará sufrir al hombre culto y sosegado.
Imaginemos la vida atormentada de este hombre, su mundo interior. Un mundo lleno de contradicciones, de remordimientos y de culpas irredentas, de ingenuidades y esperanzas. Todo lo que el cerebro crea cuando esta en agonía, todo lo que pasa por la mente tiene la consigna de alimentarla para tomar valor o para frenar las emociones, él sin duda, dio rienda suelta a todo lo acumulado en su interior, la catarsis fue necesaria para dar paso a tiempos mejores como nos lo hace entender en la segunda parte del libro.
Blanca Toral

Creo que le caben las palabras de Francisco de Quevedo:
«Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga».
Encuentro al autor escribiendo una novela escabrosa (al borde de lo obsceno).
Y encuentro al protagonista sin nombre tan auténtico como sus contradicciones escribiendo sin filtro, tal como acuden a su mente las ideas, desde el subsuelo del alma, ese lugar sombrío, sucio, desordenado, frío y solitario como suelen ser los subsuelos.
Un automarginado, un incomprendido, un asocial que encontró en los libros una mejor percepción de la vida, aunque limitada. Nada externo le infundía respeto ni atractivo alguno. «Fuera de la lectura no tenía ninguna distracción».
Se interpela a sí mismo todo el tiempo, pero también es una diatriba hacia los que viven sin vivir. Su permanente búsqueda de la voluptuosidad hacía que “el tedio y la angustia lo volvieran loco".
Se puso a escribir para salir del tedio, como una forma de ponerse a trabajar en algo.
Deja ver que somos un combo de lo que se ve y lo que no dejamos que salga a la luz.
Su sentido de superioridad, siempre en busca de lo bello y lo sublime, se basa en su pensamiento crítico.
El hombre del subsuelo podría ser una alegoría de lo más bajo y despreciable de la condición humana.
Un ser al que le falla su termostato emocional, que no logra dominar sus emociones y es víctima de su propio aislamiento social. «Mis impulsos de pasión terminaban en ataques de nervios, lágrimas y convulsiones». «Una ola de angustia me inundaba».
Un antihéroe que por falta de medios fue perdiendo la costumbre de vivir entre la gente, alimentando su rencor en el subsuelo, sin grandes aventuras que contar. Al igual que el Quijote, sin poder convertirse en ese héroe que desea ser y sintiendo la insignificancia de su vida.
Una lectura como un espejo en el cual podemos mirarnos a través de él.

Algunas de sus frases:
«He vivido sin vivir».
«No era que me acostumbrase, sino que lo soportaba todo con resignación».
«O héroe o insignificante ser envuelto en lodo: no había término medio para mí».
«Romper los lazos con el pasado».
«Solo el diablo sabe hasta donde puede llevar la costumbre al hombre».
«Estamos ante un caso psicológico interesante».
«Mis compañeros todos eran estúpidos y se parecían como ovejas».
Gäbby Molina

4 comentarios:

  1. Muy buen comentario, dan ganas de leerlo. Junto con Tolstoi, Dostoievsky es de lo mejor en la Literatura rusa. Tengo en mente leer "El idiota", caerá pronto, espero.

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  2. Admiro muchísimo a Dostoievski, realmente marcó una época y nos acerca esos gélidos paisajes. Se dice de esta novela que es la "obertura" del existencialismo. A mi me encantó personalmente.

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  3. Qué tipo de narrador se presenta en el texto memorias del subsuelo

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