FICHA TÉCNICA:
Género: Ensayo
Traducción: Mercedes Corral Corral & Flavia Company Navau
Editorial: Lumen
SINOPSIS:
Traducción: Mercedes Corral Corral & Flavia Company Navau
Editorial: Lumen
SINOPSIS:
La soledad de la infancia y los pecados de la vejez, las trampas del sexo y el placer inesperado que se esconde tras las tareas domésticas más aburridas... Todo lo que Natalia Ginzburg tocaba se convertía en arte, y eso sin perder esa cualidad corpórea de las emociones recién descubiertas, de las ideas apenas apuntadas, de los recuerdos que aún navegan a flor de piel.
En estos breves e intensos ensayos, que la gran escritora fue reuniendo a lo largo de su vida, encontraremos notas personales que los acercan a Léxico familiar y a Las pequeñas virtudes, y retratos de amigos como Italo Calvino y Pavese, pero también apuntes sobre novelas y películas que en aquel entonces eran novedad y ahora ya son clásicos del siglo XX, y artículos que hablan de su compromiso político y resultan esenciales para comprender la historia europea.
Con su tono de escritura aparentemente descuidado, con su manera de proponer sin imponer, con su ironía siempre bien dispuesta hacia los pequeños detalles. Natalia Ginzburg hizo de lo doméstico un instrumento privilegiado para mirar el mundo y ese mundo sigue siendo muy nuestro.
OPINIONES:
No dejo de admirar cada vez más a Natalia Ginzburg, autora de la que leí hace tiempo 'Querido Miguel' y que hace poco he vuelto a releer, además de haber abordado en estas últimas semanas 'El camino que va a la ciudad', 'Las palabras de la noche' y 'Las tareas de casa y otros ensayos' todos ellos bastante breves salvo los ensayos.
Es una autora que procede de un medio ilustrado, que le tocó vivir el fascismo en Italia por el que su marido, notable intelectual, fue torturado y asesinado y que durante toda su vida se comprometió tanto con la cultura como con el devenir político de su país. El año pasado se cumplió el centenario de su nacimiento y es por eso por lo que Lumen lanzó de nuevo parte de sus ensayos con el nombre de 'Las tareas de casa y otros ensayos' cuya lectura me ha supuesto un verdadero placer. Los que más me han gustado son aquellos que van desvelándonos su vida de niña y adolescente sin atenuantes, con un lenguaje tan esencial que a veces araña y en nada dulcifica ese período vital. Asimismo, vemos desfilar a personajes del momento, escritores, aficiones...
En definitiva, la lectura de sus breves libros merece la pena, y termino con unas palabras de Guelbenzu que en una crítica literaria afirmó que "La verdad es que su literatura trata de las pequeñas cosas, de las cosas familiares y, sin embargo, qué lejos está de la pequeñez literaria. Natalia Ginzburg posee algo maravilloso: una mirada que alcanza la sustancia de las cosas y de la gente y nos la devuelve transformada en una escritura despojada de todo adorno que no sirva para mostrar lo verdaderamente significante. Un verdadero escritor es aquel que, donde los demás ven lo mismo, él ve lo distinto y lo logra”.
Con su tono de escritura aparentemente descuidado, con su manera de proponer sin imponer, con su ironía siempre bien dispuesta hacia los pequeños detalles. Natalia Ginzburg hizo de lo doméstico un instrumento privilegiado para mirar el mundo y ese mundo sigue siendo muy nuestro.
OPINIONES:
No dejo de admirar cada vez más a Natalia Ginzburg, autora de la que leí hace tiempo 'Querido Miguel' y que hace poco he vuelto a releer, además de haber abordado en estas últimas semanas 'El camino que va a la ciudad', 'Las palabras de la noche' y 'Las tareas de casa y otros ensayos' todos ellos bastante breves salvo los ensayos.
Es una autora que procede de un medio ilustrado, que le tocó vivir el fascismo en Italia por el que su marido, notable intelectual, fue torturado y asesinado y que durante toda su vida se comprometió tanto con la cultura como con el devenir político de su país. El año pasado se cumplió el centenario de su nacimiento y es por eso por lo que Lumen lanzó de nuevo parte de sus ensayos con el nombre de 'Las tareas de casa y otros ensayos' cuya lectura me ha supuesto un verdadero placer. Los que más me han gustado son aquellos que van desvelándonos su vida de niña y adolescente sin atenuantes, con un lenguaje tan esencial que a veces araña y en nada dulcifica ese período vital. Asimismo, vemos desfilar a personajes del momento, escritores, aficiones...
En definitiva, la lectura de sus breves libros merece la pena, y termino con unas palabras de Guelbenzu que en una crítica literaria afirmó que "La verdad es que su literatura trata de las pequeñas cosas, de las cosas familiares y, sin embargo, qué lejos está de la pequeñez literaria. Natalia Ginzburg posee algo maravilloso: una mirada que alcanza la sustancia de las cosas y de la gente y nos la devuelve transformada en una escritura despojada de todo adorno que no sirva para mostrar lo verdaderamente significante. Un verdadero escritor es aquel que, donde los demás ven lo mismo, él ve lo distinto y lo logra”.
Ana Ballester
... "Después descubrí con sorpresa que el libro Corazón había sido publicado en 1886; por eso cuando yo lo leía de pequeña, tanto el libro como el famoso «Enrico» ya tenían cuarenta años. Cuando leía aquel libro, en mi infancia, no me parecía que perteneciera a otra época. El mundo que aparecía era similar, en sus líneas esenciales, no al mundo en el que yo vivía, sino al que por lo general se me ofrecía en los libros de lectura, era evidentemente el mundo que por aquel entonces se consideraba que debía suministrarse a la infancia. Sin embargo, comparando Corazón con nuestra época actual, me parece un libro antiquísimo, precipitado en un tiempo remoto, ilustra cosas que ya no existen, un mundo convertido en cenizas. En cierto modo seguimos sintiendo durante toda la vida un afecto fiel por los libros que hemos amado en la infancia. Yo adoraba Corazón. Hojeándolo hoy, descubro no obstante que me gustaba por los muchos vicios que hay y que había en él y, al mismo tiempo, en mí. Si dejo aparte el afecto y juzgo Corazón hoy en día, no me parece en absoluto que se trate de un buen libro. Es hábil y falso. Es muy astuto, e ilustra con eficacia retórica un mundo que, en realidad, en su sustancia, no ha existido nunca excepto en los libros".
Hace unos meses terminé esta maravillosa obra de la escritora judía italiana y comunista Natalia Ginzburg.
Es una colección de ensayos de diferentes temas ... pero su pluma es tan excelsa, que todo lo que plasma es interesantísimo, erudito y humano.
Son 37 ensayos cortos sobre temas muy variados que van desde anécdotas de su vida en diferentes edades, momentos, circunstancia y ciudades, pasando por críticas de películas, de literatura, comentarios sobre problemas sociales como el aborto; comentarios sobre hechos o personajes políticos Italianos. Todo expresado con una sinceridad que raya en la desnudez del alma y una profundidad increíble, tan llena de sabiduría y de bondad que denota un corazón sufrido, pero que no se dejó marcar por la amargura, si no que más bien maduró dando por fruto una generosidad sin límites ...
Esta obra de Natalia Gingzburg, con su estilo aparentemente simple y natural, es sin embargo de un contenido muy profundo en sus ideas y conclusiones ... de una gran inteligencia y madurez humanas ... junto con una humildad fuera de serie.
Lo recomiendo sin lugar a dudas.
"A hora nos estamos convirtiendo en lo que nunca habíamos deseado ser, es decir, en viejos. Nunca hemos deseado ni esperado la vejez, y cuando hemos intentado imaginarla, ha sido siempre de un modo superficial, torpe y despreocupado. No nos ha inspirado jamás ni una profunda curiosidad ni un profundo interés. (En la historia de Caperucita roja, el personaje que menos curiosidad nos despertaba era la abuela, y no nos importaba en absoluto que saliera sana y salva del vientre del lobo.) Lo extraño es que tampoco ahora, que estamos envejeciendo nosotros mismos, sentimos interés alguno por la vejez. Por eso nos está ocurriendo algo que no nos había ocurrido nunca: hasta ahora pasábamos por los años aguijoneados por una viva curiosidad hacia aquellos que se convertían poco a poco en nuestros coetáneos, ahora en cambio sentimos que avanzamos en dirección a una zona gris, donde formaremos parte de una muchedumbre gris cuyas vicisitudes no podrán encender ni nuestra curiosidad ni nuestra imaginación. Nuestra mirada apuntará siempre hacia la juventud y la infancia. La vejez significará en nosotros, sobre todo, el fin del estupor".
Lucila Argüello
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