3 de octubre de 2018

"La casa del mirador ciego", de Herbjørg Wassmo

La casa del mirador ciego Wassmo
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Cristina Gómez Baggethun
Editorial: Nórdica

SINOPSIS:
La casa del mirador ciego, publicada en 1981, es la primera novela de Herbjørg Wassmo, reconocida como una de las mejores narradoras de los países nórdicos. El libro recibió el Premio de la Crítica y es el comienzo de la trilogía de Tora, que ha recibido, además, el Premio de Literatura del Consejo Nórdico. 
Esta novela narra, con la sencillez característica de la mejor literatura nórdica, la vida de Tora, una niña nacida de la relación de una noruega y un soldado alemán durante la ocupación. Su infancia transcurre en un pequeño pueblo de Noruega, en la casa que da título al libro, donde sufrirá, por una parte, la ausencia de una madre con demasiadas ocupaciones y, por otra, los abusos de su padrastro. A pesar de toda esta hostilidad, Tora tiene las ilusiones propias de una niña de su edad, y gracias al cariño y la fuerza de su tía Rakel irá creciendo.
Más allá de narrar la infancia y la adolescencia de Tora, Wassmo nos plantea, desde la mirada de una mujer, una cuestión universal: el miedo, la vergüenza y el sentimiento de culpa que siente la víctima de una situación de abuso. Es una historia que irremediablemente nos llega al corazón, hace que nos sintamos cómplices de esta niña y quedemos expectantes de saber cómo será su vida.

OPINIÓN:
¡Qué prosa mas exquisita, es poesía pura!... Una delicatessen nórdica. Un drama humano con rudo escenario vikingo: es la primera novela de la Trilogía de Tora, de la más importante escritora noruega, Herbjorg Wassmo: La Casa del Mirador Ciego. Las otras dos son La Habitación Muda y El cielo Desnudo.
Una historia que aunque parezca mentira es bastante común, pero la forma en la que está contada... es lo que no es común. Autenticidad, sentimiento, ternura, inocencia y una honesta sinceridad boreal en plasmar el cuerpo sin tapujos, sin pudibundeces hipócritas, pero con elegancia... con un estilo de narración sofisticado... literario y poético sin ser débil o pusilánime. Directo y en capas.
Una cebolla ágil... que te conmueve con cada capa… una rosa estrujada que al exfoliarse exhala tierno aroma de claveles... la historia que se va pelando, desmenuzando, deshojando, tan suave y cotidianamente que es casi imperceptible el terror... que se hace intuir, que está latente, al acecho, que tal vez salga en la próxima capa, que asalte después del próximo pétalo... causando más culpa y más vergüenza…
“La peligrosidad”... está ahí desde el principio... lista para atacar... y es real, concreta. Va creciendo... conforme las estaciones cambian y el capullo crece, la peligrosidad aumenta… y el terror avanza también. Los abusos siguen aumentando en grado, culpa y vergüenza.
Hay suspenso y expectación. Se espera y se teme.
Hay tanta tragedia en los deformados corazones de esta pequeña familia... El odio, patriótico legado de la guerra campea en la pequeña isla... los resentimientos...
Los complejos de culpa de las víctimas, resaltados con una gran capacidad narrativa y economía literaria, a tiempo que deja gotear la poesía junto a las sabias sentencias filosóficas. 
Y unos personajes tan bien retratados que parecen cortados y cosidos a la medida… son tan reales.
La madre, buena mujer, y una víctima inculpada ella también, pero que no sabe ser madre en lo más importante, no intuye, no siente, no adivina; y la niña que sola e indefensa, no pide ayuda a la tía, a la maestra... por no entristecer más a la madre, a quien sabe desgraciada y sobrecargada de trabajo... y por cuya desgracia ella asume la culpa cuando es en realidad, la víctima.
Esta bella, artística y conmovedora novela es una denuncia social. La Casa del Mirador Ciego: como su nombre lo indica, representa a la sociedad que se hace la ciega porque no quiere ver lo más evidente: el abuso infantil que está presente cotidianamente. Y la madre es en éste y en muchos casos la primera miradora ciega. El pueblo entero, la isla toda, los vecinos, los tíos, los amigos, el párroco, la maestra tan sabia y tan generosa… nadie pudo prever, nadie pudo evitar, nadie pudo contrarrestar la ceguera de la madre. No vieron lo evidente.
La historia, que ha ido desarrollando una tensión narrativa in-crescendo, tiene un desenlace totalmente inesperado, apoteósico y cinematográfico, muy poético, bellísimo y lleno de simbolismos contrapuestos como un ying y yang: dualidades en el camino.
En él hay un resplandor dorado, un sueño y una pesadilla, el fuego y el mar, el bien y el mal. La realidad no está muy clara entre las brumas rojas del amanecer y el humo del fuego.
La oración a Dios... y su respuesta que no se hace esperar.
Las anémonas y los cangrejos y el fondo del mar que lo disuelven todo.
Los deseos de venganza o de justicia, enfrentados a la compasión y al deber.
Una puerta que aparece y desaparece: es la liberación o el cautiverio.
La oración a Dios… y cuando la oración que se cree escuchada… resulta que al final no se sabe… la respuesta puede ser otra.
Un inútil ángel de la guarda que escapa volando por la ventana…
Amanecer con nueva justicia y esperanza… y con la fortaleza que da el amor para proteger a la madre... que no supo o no pudo o no quiso proteger a su niña.
Lucila Argüello

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...