Género: Narrativa
Traducción: Juan López-Morillas
Editorial: Alianza
Editorial: Alianza
SINOPSIS:
Novela de indudable trasfondo autobiográfico, EL JUGADOR (1866) refleja los dos grandes impulsos -el juego y la pasión amorosa- que dominaron la vida de Fiódor Dostoyevski (1821-1881). En medio de una galería de personajes desarraigados y trashumantes que deambulan por la ciudad-balneario de Wiesbaden (el «Roulettenburg» de la ficción), la patética figura de Aleksei Ivanovich personifica el goce y la angustia del tipo humano que acaba por canalizar toda su capacidad de protesta en la pasión por el juego como vía de acceso, mediante el dolor y el envilecimiento, a una libertad vorazmente deseada.
OPINIÓN:
Fue la lectura de mayo de 2022 en el Club de Lectura.
Libro autobiográfico, la novela "El Jugador" está escrita a manera de diario, en primera persona.
Fiodor Dostoyevski utiliza algunos nombres falsos y con distinta nacionalidad en esta historia tan bien engranada para representar la desesperación, depresión, dramatismo y pasiones humanas a través de la ludopatía, la cual él padeció en algún momento de su vida, nadie como él sabía lo que se vive en una mesa de juegos, su situación económica lo arrastró a las apuestas.
Ingleses, franceses, alemanes, rusos, polacos, todos caballeros y damas que aparentaban pertenecer a la burguesía, se daban cita en el casino para tratar de dar un giro al destino de sus vidas en unos minutos; Incrementar su economía y poder pagar deudas, rescatar hipotecas, o comprar el amor y de paso, experimentar el sobresalto, la emoción que se vive al apostar.
Dostoyevski utilizó, para enmarcar las escenas principales, un paño verde y una ruleta. Sabremos entonces que existe una demarcación entre el juego llamado de mal género y el que es permitido a un hombre correcto. Hay dos clases de juego: uno para los caballeros y otro plebeyo, rastrero... Un caballero favorecido por la suerte sonreirá y bromeará, el juego es solo un pasatiempo y no debe denotar emoción aunque pierda. Un plebeyo gritará, reclamará y recriminará por su mala suerte al perder.
Sobre algunos personajes:
Alexei Ivanovich es nuestro personaje principal, joven displicente y con un realismo que de pronto puede rayar en lo morboso, su actuar, sus comentarios y su forma de relacionarse con los demás le hará verse en la penosa necesidad de utilizar la ruleta para salvar sus finanzas y al mismo tiempo salvar una pasión malsana por Polina.
A través de Alexei el autor nos narra apreciaciones o criticas a los franceses e ingleses sin dejar de lado a los mismos rusos. Dostoyevski nos reproduce los conflictos de la sociedad de la época: las tensiones políticas y religiosas, la hipocresía social, las relaciones humanas, el mundo del trabajo o la importancia del dinero.
Polina es un personaje al cual Dostoyevski no cambió nombre, es el nombre original de su amante en la vida real y por la que al parecer perdió la cabeza, una relación tóxica que el autor no tuvo reparo en describir en esta obra.
La aparición de la "Babulinka", otro personaje en la historia, es la abuela enferma a la que espera la familia se muera pronto para poder heredar, la babulinka va a conocer el casino y nos sorprende igual que sorprendió a su familia al apostar, saborear el triunfo y vivir la pérdida de casi todo su dinero, la abuela nos hace ponernos a pensar en que de alguna manera ella decide disfrutar sus últimos días antes que heredar a sus ingratos familiares.
Para terminar el diario, Alexei Ivanovich habla sobre la miseria de la moral, con qué orgullo y satisfacción las personas censuran la conducta ajena, ¿qué puede predecir la gente cuando pendemos del destino de una ruleta?, si hoy saliera ganador me abrazarían y me aceptarían entre ellos, la naturaleza humana puede renacer en tanto no esté hundido del todo.
Al finalizar la lectura me quedé con la sensación de que la vida misma es como estar jugando a la ruleta, todas nuestras decisiones y hasta el mismo amor pueden estar basados en una apuesta con el destino.
"El amor es como apostar en la ruleta".
El jugador tiene una importante anécdota, fue escrito en 26 días, Dostoyevski lo dictó a la taquígrafa Anna Grigórievna Snítkina, que meses después se convertiría en su segunda esposa.
Cierro comentario recomendando la lectura, Dostoyevsky nos remueve los conceptos morales para poder abrir las mentes acostumbradas al reposo.
Blanca Toral
"¡La culpa es de Paulina, toda la culpa es suya!
Quizá ni siquiera hubiese llegado a pensar en cometer esas pillerías si ella no hubiese estado allí. ¡Quién sabe! Quizás hice todo eso por desesperación (aunque es estúpido razonar así), y no comprendo, no puedo comprender lo que ella tiene de bueno.
Es bonita, por lo menos yo así lo creo. Y yo soy el único a quien vuelve loco. Es alta y bien formada. Pero es muy delgada. Tengo la impresión de que se podría hacer un nudo con ella o doblarla en dos. La huella de sus pies es larga y estrecha…, torturante. Torturante, ésta es la palabra. Tiene reflejos rojos en los cabellos. Verdaderos ojos de gata, ¡y cuánto orgullo y arrogancia sabe poner en ellos! Hace unos cuatro meses, cuando acababa de entrar a su servicio, tuvo una noche, en el salón, una larga conversación con Des Grieux. Estaban muy animados. Ella le miraba de tal manera… que cuando subí a acostarme más tarde, me imaginé que ella le había dado una bofetada, que acababa de dársela, y que estaba de pie ante él, mirándolo …
Aquella noche me enamoré de ella".
Ha sido la lectura de mayo 2022 del club de lectura de Literatura + 1.
Esta breve, pero magna, creación del genial autor ruso Fiódor Dostoevsky, (Moscú, 11 de noviembre de 1821 – San Petersburgo, 9 de febrero de 1881) quien según he leído pertenece al movimiento del realismo literario, al tener rasgos autobiográficos, no puede separarse de los acontecimientos que marcaron la vida del autor previamente a la época en que por fin publicó esta novela (1867), que ya había ideado y planeado varios años antes ...
La obra maestra "El Jugador", fue escrita (1866), o mejor dicho, DICTADA en sólo 26 tardes, por Fiódor a la estenógrafa Anna Dostoyévskaya (con quien contrajo matrimonio meses después) mientras por la mañana, él escribía “Crimen y Castigo”, BAJO UNA GRAN PRESIÓN de TIEMPO, debido a un contrato del editor, con fecha límite, que de no cumplirse, le acarrearía enormes pérdidas; y gran PRESIÓN ECONÓMICA, causada por las acuciantes deudas adquiridas en parte por su afición al juego, y por haber asumido las responsabilidades de su hermano fallecido: deudas y la manutención de su familia.
Tal vez debido a esta premura, la novela adquiere un estilo muy FLUIDO y un RITMO DINÁMICO y ACELERADO: una VELOCIDAD CINEMATOGRÁFICA, tanto en las descripciones, como en el FLUJO DE CONCIENCIA del narrador homodiegético.
Algunos críticos consideran esta obra como un autoEXORCISMO psicológico practicado por Dostoevsky para librarse de sus demonios internos: la LUDOPATÍA que lo mantenía en constantes DEUDAS … No en balde es referido por Nietzsche como "El único psicologista del que he aprendido algo".
“El Jugador" es sin duda, una obra maravillosa: la siento como una gran novela PSICOLÓGICA; elaborada como una DRAMÁTICA TRAGICOMEDIA y novela del ABSURDO, cuyos PERSONAJES CARICATURESCOS, muy bien descritos, llenos de vida y personalidad, se dedican a vivir la VIDA LOCA, dominados por PASIONES INCONTROLADAS, con la mayor IRRACIONALIDAD posible. Sus personalidades, demenciales y odiosas, están muy bien caracterizadas todas ...
Alexis, alter ego de Fyodor Dostoevsky (nombre del hijo de Dostoevsky de tres años, muerto en 1878, y usado también para el protagonista de los “Hermanos Karamazov” (1880)) … Alexis, pues, es el narrador no confiable de “El Jugador“ por ser el protagonista, y es, además, el típico anti-héroe Dostoevskyiano. Él es un joven ruso, con educación universitaria, locamente enamorado de Paulina, hijastra de El General, con quien mantiene una ponzoñosa-relación-amor-odio ... al tiempo que ella, a su vez, ama a un supuesto noble y adinerado francés ... Paulina, estilizada y de gran belleza, de hermosa y abundante cabellera con reflejos rojizos y grandes ojos de gata, es muy arrogante y tiene a sus pies al francés, al inglés y al preceptor Alexis, su esclavo.
Alexis, que funge como mentor de los hijos del viudo General, un ruso retirado de 55 años, arruinado, que vive de préstamos, fingiendo ser rico, en un balneario alemán de aguas termales y medicinales, que es al mismo tiempo un centro de casinos ... El General está fervientemente enamorado de una joven femme fatale francesa de 25 años, que se supone es una actriz disfrazada de noble, con una madre falsa.
La tabla de salvación y esperanza del General, es que fallezca pronto en Rusia, una tía millonaria que le heredará una gran fortuna y así podrá comprometerse en matrimonio con su amada, mademoiselle Blanche, la interesada francesa ...
Pero la tía, que supuestamente está moribunda, aparece de repente en el hotel y después de desenmascarar al General y decirle que ha leído todos sus telegramas preguntando si ella ya ha muerto, le grita que no le dará dinero, ni lo heredará, y se va al casino a jugar casi toda su fortuna ... y pierde.
Los temas que la novela "El Jugador" sugiere, son muchos:
Además de la LOCURA DEL JUEGO o sea EL VICIO O ENFERMEDAD DE LA LUDOPATÍA: el ABSURDO del COMPORTAMIENTO HUMANO; las FALSAS APARIENCIAS y el FINGIMIENTO SOCIAL; el INTERÉS MONETARIO en las RELACIONES amorosas y familiares; los AMORES TÓXICOS; el RESURGIMIENTO después de un gran fracaso; también, supuestamente, describe el APASIONADO CARÁCTER RUSO versus los demás países europeos. Hay ironía y burla, y escenas de gran comicidad, en las que a veces con tintes de XENOFOBIA se da forma a una CRÍTICA SOCIAL de la ALTA SOCIEDAD EUROPEA de la época.
Me ha gustado mucho, a pesar del sabor a frustración que deja tanta locura humana, y la recomiendo como una obra maestra de la Literatura universal.
"Vingt-deux! —gritó el croupier.
Había ganado.
Arriesgué el total: mi primera postura y lo ganado. —Trente et un! —exclamó el croupier. ¡Gané otra vez!
Esto me daba un total de ochenta federicos. Lo puse todo en las doce cifras de en medio (ganancia triple, pero dos posibilidades en contra). Comenzó a rodar la ruleta y salió el veinticuatro. Me dieron tres cartuchos de cincuenta federicos y diez monedas de oro. Poseía ahora un total de doscientos federicos.
En una especie de angustia febril, dejé todo el dinero sobre el rojo…, y de pronto volví en mí. Fue la única vez durante aquella noche en que el terror me heló, manifestándose por un temblor de mis manos y mis pies. Con horror me di cuenta, en un momento de lucidez, de lo que hubiese significado para mí perder en aquel instante.
¡Toda mi vida estaba en juego!
—Rouge! —gritó el croupier. Recobré el aliento: hormigas ardientes recorrían todo mi cuerpo. Me pagaron, en billetes de banco, un total de cuatro mil florines y ochenta federicos. Todavía podía hacer el cálculo.
Recuerdo que luego, puse dos mil florines en las doce cifras de en medio y perdí. Jugué mi oro y mis ochenta federicos y perdí. El furor se apoderó de mí. Tomé los dos mil florines que me quedaban y los coloqué en las doce primeras cifras… al azar, a ciegas, sin calcular.
Hubo un momento de espera, una emoción parecida quizás a la que experimentó madame Blanchard cuando, en París, fue lanzada desde su globo al suelo.
—Quatre! —exclamó el croupier. Con la postura anterior, esto me hacía dueño de nuevo de seis mil florines. Adopté una actitud triunfante, y ya no tuve miedo de nada.
Puse cuatro mil florines al negro. Unas diez personas se apresuraron a poner al negro como yo.
Los croupiers cambiaron miradas y hablaron entre sí. Todos hablaban y esperaban. Salió el negro. A partir de este momento no recuerdo ni las ganancias ni la sucesión de posturas.
Recuerdo solamente, como en sueños, que ya había ganado casi dieciséis mil florines.
De pronto, tres jugadas desgraciadas me hicieron perder doce mil.
Entonces puse los últimos cuatro mil al Passe (pero en aquel momento no me daba cuenta de casi nada, esperaba maquinalmente sin pensar en nada).
Gané de nuevo, y volví a ganar cuatro veces seguidas. Recuerdo solamente que amontoné los florines por millares.
Recuerdo también que las cifras de en medio, a las que no dejaba, salieron con mucha frecuencia.
Salían con regularidad, siempre tres o cuatro veces seguidas; luego desaparecían durante dos jugadas, y volvían por tres o cuatro veces consecutivas.
Esta asombrosa regularidad suele ocurrir a veces, y es lo que confunde a los jugadores profesionales que hacen cálculos lápiz en mano. ¿Qué terribles ironías de la suerte no se manifiestan aquí?"
Lucila Argüello
"El jugador" parecía una historia tan simple pero está tan bien escrito que en cuanto lo inicias te mete en un juego que no puedes parar. Atrapa, entretiene, cautiva en cada capítulo hay algo divertido, enojoso, intrigante que te obliga a seguir leyendo con prisa pero con cautela, pues es posible que algo se escape y uno tenga que volver al casino, al hotel o quizá a alguna calle por donde Alekséi o Polina o cualquiera de los otros pudieron pasar en su loca y desenfrenada visita a Alemania o Paris. La historia está basada en la experiencia del autor cuando en un viaje por Europa se siente atrapado por el juego de azar y la atracción física por una hermosa mujer mientras que su esposa moría de una terrible enfermedad.
El personaje principal y narrador es Aleksei Ivanovich, un bachiller ruso contratado por un general para ser tutor de sus dos pequeños hijos que son hermanitos de Pauline, la hijastra del general: Polina, para los amigos en Europa. Y es a través de su particular mirada de ruso noble pero no rico que nos enteramos de la ambición del general y su forma desmedida de gastar fortunas, de la imperiosa necesidad de la joven Polina de conseguir un matrimonio conveniente y la natural inclinación de la juventud rusa a quedar subyugada por los hombres franceses que son todo lo opuesto a la tosquedad rusa. Poco sabemos de la vida de Aleksei pues en esencia lo que escribe en su diario o en ese cuaderno o bitácora de viaje, Ivanovich plasma sus pensamientos sobre lo que acontece día a día mientras su patrón se mantiene a la espera del anuncio de la muerte de la tía millonaria, y no es difícil de entender que eso sea lo que el general espera con ansias pues la familia esta hipotecada hasta más no poder. Lo que más me gustó es que aunque si hay un punto de inicio de la historia, la llegada de Ivanovich al hotel donde se hospeda la familia, el autor no se toma el tiempo ni inventa a otro narrador para explicar quien es el narrador, simplemente sigue, como si fuera otra anotación en la libreta, y creo que eso es lo que nos hace sentirnos parte de cada escena, o anécdota y da una sensación de que podemos participar en el juego, detener a la abuela o aplaudirle, seguir a Ivanovich hasta el hotel mirando hacia todos lados por si alguien lo acecha para asaltarlo y así con todo. Queda muy claro que es un autor muy inteligente. Y los personajes, parece que son muchos pero jamás te sientes abrumado o confundido todos son muy importantes en esta historia, no hay nadie que sobre y todos tienen personalidades e ideales diferentes, todos buscan algo pero también todos están conectados con la tía anciana y con el mismo Ivanovich.
La parte romántica no fue nunca romántica, aunque Ivanovich se declara enamorado y al final le dicen que ella también lo ama era un amor condenado a la nada por todas las razones posibles menos la indiferencia. Polina es como muchas chicas que conozco que detestan ser admiradas o amadas por los pobres o los feos pero a la vez se sienten halagadas por despertar tanto interés en ellas pero siguen persiguiendo al guapo, al popular, al más adinerado aunque ese ni aprecie lo que el otro aprecia, admira y halaga.
El tema de la adicción estuvo muy ben trabajado, se nota que el autor domina el tema teórica y prácticamente. Hasta daban ganas de ir a probar suerte.
Sonia Servìn
Es verdad que cuando se inicia la lectura de cualquier obra, el tiempo del "ahora" se detiene y, a veces, con dificultad nos enfrentamos a lejanas y desconocidas realidades con las cuales no hay parangón posible en nuestro día a día. Tal es el caso de la obra que nos ocupa.
Porque veamos ¿quiénes son los personajes de esa estrambótica troupe -que nos aparece de la mano de Aléxei en forma de puntual diario, tutor de los dos hijos del general- formada por unos rusos con pretensiones, encabezados por un General que no es General sino Coronel, ya entrado en años, que bebe los vientos por una vividora de oscura procedencia, Mlle Blanche, y cuya enigmática hijastra, la del General, Polina, parece vivir aplastada por un oscuro secreto y es el objeto del deseo tanto de un aventurero francés de Des Grieux, como de un inglés, el más decente de todos y depositario de lo que algunos ocultan?
Porque, además, están preocupados: unos, los franceses, porque no se les paga un dinero que se les debe y cuyo retrato no es nada benévolo pues, según Aléxei, son elegantes, mundanos, pero también codiciosos, fríos y calculadores; y del otro lado los rusos que viven agónicamente el día a día esperando la solución a sus problemas económicos provocados por su carácter confiado, su escasa percepción de la realidad y cuya solución pasa por la muerte de la abuela del General. Está claro que Dostoievski no ha desaprovechado la ocasión de fustigar a los europeos que detesta.
En esta atmósfera de suspense en donde todos aguardan, aparece la babulinka cual meteorito inesperado: entramos de lleno en la segunda parte del diario. Y no va a dejar títere con cabeza. En un capítulo antológico (IX) que justificaría lo que se ha dado en llamar por Bajtin en su obra 'Problemas de la poética de Dostoievski' “la carnavalización” se dedicará a arrancarles la careta a cada uno de ellos y ponerlos frente al espejo de su realidad. El movimiento febril de la abuela, sus aceradas sentencias dirigidas a los presentes, el asombro de la tropa que se ve vapuleada sin compasión por aquella que creían resolvería sus problemas constituye el momento culmen de la novela.
A partir de ahí, tercera parte, la sinrazón desbocada en forma de RULETA hará su aparición: la de la babulinka, espoleada por la venganza, se batirá en retirada habiendo dilapidado una fortuna. El narrador, Aléxei, ya atrapado en momentos anteriores de la novela en la excitación que supone el riesgo y el reto al destino y, tomando como excusa la urgente ayuda con la que desea socorrer a Polina, su pretendida pasión amorosa, entrará en el frenesí del juego hasta tal punto que en un momento del relato (Cap. XV) llegará a decir “Juro que sentía lástima de Polina, pero, cosa rara, desde el momento en que la víspera me acerqué a la mesa de juego y empecé a amontonar fajos de billetes, mi amor pareció desplazarse a un segundo término”. Y si bien los hados de la suerte parece que soplan a su favor -ganará esta vez una fortuna- no lo harán a favor de su relación con Polina que desaparecerá.
En una vuelta de tuerca sin mucho sentido, dilapidará su fortuna en París con Mademoiselle Blanche con la perspectiva de que el azar de nuevo le favorezca cuando está sumido en la pobreza: “De lo que se trata es de que basta un giro de la rueda para que todo cambie, y de que estos moralistas —estoy seguro de ello— serán entonces los primeros en venir a felicitarme con chanzas amistosas. Y no me volverán la espalda, como lo hacen ahora. […] Mañana puedo resucitar de entre los muertos y empezar a vivir de nuevo. Aún puedo, mientras viva, rescatar al hombre que va dentro de mí.”
En cuanto a su pasión por el juego, quiero hacerme eco de lo sugerido por JOSEPH FRANK 'DOSTOIEVSKI LA SECUELA DE LA LIBERACIÓN' 1860-1865‘ en donde afirma que lo más interesante de su adicción fue la teoría que creó acerca de ella pues tenía la convicción de que si controlaba emociones y sentimientos, es decir, si suprimiera la parte irracional, ganaría: "No creas que me estoy jactando cuando te digo que conozco el secreto de ganar […] este secreto, yo lo conozco, es terriblemente estúpido y sencillo, y consiste en dominarse en cada momento y en no dejarse excitar, cualquiera que sea el juego. Y eso es todo".
Sin embargo, Dostoievski conocía la imposibilidad de ese control emocional para privilegiar a la razón, y subraya el crítico que este intento de elevarse por encima del nivel de lo humano se relaciona con uno de los grandes temas de la literatura occidental. "Poner en práctica sueños del helado dominio de la razón invariablemente se han presentado como una causa de sacrilegio y un monstruoso desorden moral, pues significan el intento de la humanidad de levantarse como rival y sustituto de la voluntad del Dios cristiano, que dotó a la especie humana con una gama intermedia y una posición ambigua en esa gran cadena del ser que durante tantos siglos gobernó la imaginación del hombre occidental".
Y termina: "También el juego puede interpretarse como un intento de Dostoievski de poner continuamente a prueba su convicción general del poder de lo irracional en la existencia humana".
Ana Ballester
No hay comentarios:
Publicar un comentario