Género: Narrativa
Traducción: José Luis Piquero
Editorial: Navona
SINOPSIS:
Después de vivir durante diez años en París, Henry Miller emprende un
viaje en automóvil por Estados Unidos. El país le parece magnífico pero
terrible a la vez; comprueba que en ninguna parte como allí el divorcio
entre el hombre y la naturaleza es tan flagrante. Deplora los ideales
democráticos de la libertad se hayan esfumado; que el hombre del Norte
se haya convertido en un ser ávido de dinero; que las industrias
exploten a sus trabajadores y contaminen el ambiente; y que la cultura
sea menospreciada. Sólo en el Sur captará el perfume de un tiempo sin
aceleraciones y conocerá a algunos raros individuos que representan para
él aquel añorado pensamiento original sobre la vida opuesto a la
mecanización de la mente y del alma.
OPINIÓN:
El
autor relata el viaje que realizó por América tras haber vivido diez
años en París, un regreso que desde los primeros apuntes se muestra
amargo, dejando claro su desencanto con América y sus habitantes, si
acaso con cierta simpatía hacia las gentes del sur.
Sin embargo, aunque no deja títere con cabeza cuando se trata de criticar, también se deshace en halagos cuando algún lugar o persona lo conquista, y esto se aprecia al hablar de su añorada Francia, de ciertas zonas de Arkansas y Nueva Orleans, de los indios nativos y, sobre todo, de los artistas que no se dejan arrastrar por el mercado. Estamos ante una obra muy pasional, tanto para lo bueno como para lo malo.
No falta el sentido del humor, apartado en el que destaco el capítulo titulado ‘pasacalle automotriz’, donde relatando algo tan simple en apariencia como el paso de su coche por un par de talleres para solucionar algunas averías, ha conseguido que me ría lo que no está escrito. Bueno, sí está escrito, por eso me he reído.
Sin embargo, aunque no deja títere con cabeza cuando se trata de criticar, también se deshace en halagos cuando algún lugar o persona lo conquista, y esto se aprecia al hablar de su añorada Francia, de ciertas zonas de Arkansas y Nueva Orleans, de los indios nativos y, sobre todo, de los artistas que no se dejan arrastrar por el mercado. Estamos ante una obra muy pasional, tanto para lo bueno como para lo malo.
No falta el sentido del humor, apartado en el que destaco el capítulo titulado ‘pasacalle automotriz’, donde relatando algo tan simple en apariencia como el paso de su coche por un par de talleres para solucionar algunas averías, ha conseguido que me ría lo que no está escrito. Bueno, sí está escrito, por eso me he reído.
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