"Pequeñas infamias", de Carmen Posadas

FICHA TÉCNICA:

Género: Narrativa

Editorial: Booket

SINOPSIS: 

En la casa de veraneo de un acaudalado coleccionista de arte se reúne un variopinto grupo de personas. Juntas pasan unas cuantas horas y, a pesar de las frases agradables y los comentarios corteses, la relación acabará envenenada por lo que no se dicen. Cada una de ellas esconde un secreto; cada una de ellas esconde una infamia. La realidad adquiere de pronto el carácter de un rompecabezas cuyas piezas se acercan y amenazan con acoplarse. El destino es caprichoso y se divierte creando extrañas coincidencias.

Pequeñas infamias es una novela sobre las casualidades de la vida. Sobre las que se descubren por sorpresa, sobre las que no llegan a descubrirse y sin embargo marcan nuestro destino, y sobre las que se descubren pero se mantienen en secreto, porque hay verdades que no deberían saberse nunca. Puede leerse, también, como una sátira de sociedad, como el retrato psicológico de una galería de personajes, o como un apasionante relato de intriga, cuyo misterio no se resuelve hasta las últimas páginas.

OPINIÓN:

“Desde la noche anterior, Adela sabía que algo iba a suceder. No tenía ningún dato para adivinarlo, salvo un extraño picor en los dedos. By the pricking of my thumbs something wicked this way comes… Adela no era gran lectora de las tragedias de Shakespeare, pero en cambio le había sido muy fiel a Agatha Christie en una época de su vida: «por el picor de mis pulgares adivino que se avecina algo perverso». Buena novela aquélla y tan cierto, además, ese dato sobre el presagio de los pulgares; a ella le sucedía siempre ante la inminencia de una desgracia. Claro que Shakespeare y, por tanto, también Agatha Christie atribuían esa clarividencia sólo a brujas muy malvadas, pero qué importa, se dijo, la vida no es como las obras de ficción en las que los papeles que cada personaje ha de interpretar son fijos e intransferibles.”

Con esta intrigante novela Premio Planeta 1998, estoy conociendo a Carmen Posadas, excelente escritora uruguaya residente en España.

Comencé esta lectura por la recomendación de una querida amiga.

Aunque al principio no parecía engancharme, pues poco me gustó el comienzo, que usa la técnica narrativa in extrema res, pronto me conquistó la agradable y sugestiva prosa, y ya no pude dejarla hasta el final, que conocía desde el inicio.

La historia se sitúa en España en 1998, y parte en Argentina en la época de “los vuelos de la muerte” en 1976.

Esta tragedia cómica es muy simpática, fluida y desenfadada, con toques coloquiales que agregan gracia a los diálogos y monólogos interiores … el tono irónico la hace divertida. Me pareció que cada personaje hablaba en un tono diferente, de acuerdo a su personalidad y eso creo que agrega interés y atractivo a la obra.

Tiene un argumento complicado, muy ingenioso e interesante, que se va desvelando como ir pelando una cebolla ...

Poco a poco, los personajes, estereotipados y bastante cómicos, se van descubriendo implicados en antiguas culpabilidades que los llevan a confluir en el deseo de eliminar al inocente protagonista, un bien intencionado y bondadoso chef, que aparentemente conoce los inculpadores secretos.

La verdadera protagonista es sin embargo, LA CASUALIDAD, que se encarga de tejer una intrincada telaraña de coincidencias que envuelven a los personajes, ofuscados por sus culpables conciencias unos, por sus locuras obsesivas o por sus filias, otros.

También hay unas pinceladas de misterio por las mancias ejercidas por una multifacética y certera pitonisa, y por los pruritosos pulgares de una de las damas, una Hécate incestuosa, quien evoca intertextualidad con Agatha Christie y por ende con Shakespeare.

Me ha encantado y la recomiendo, por entretenida, divertida e ingeniosa.

“Y allí estaba: un sobre grueso dirigido «Al gallego Teldi» con trazos escritos en tinta verde, que había llegado por correo, sin remite, la noche anterior. Ernesto, antes de mirar a Adela, mira largamente aquellos papeles que, en buena lógica, deberían pertenecer al mundo del sueño. «Coño, sigue aquí —piensa—, había llegado a creer que esa carta no era más que otra maldita pesadilla»”.

Lucila Argüello