Género: Narrativa
Traducción: Damián Alou
Editorial: Anagrama
SINOPSIS:
Tras la reciente muerte de su esposa después de una larga enfermedad, el
historiador de arte Max Morden se retira a escribir al pueblo costero
en el que de niño veraneó junto a sus padres. El pasado se convierte
entonces en el único refugio y consuelo para Max, que rememorará el
intenso verano en el que conoció a los Grace (los padres Carlo y Connie,
sus hijos gemelos Chloe y Myles, y la asistenta Rose), por quienes se
sintió inmediatamente fascinado, y en el que se inició a la vida y sus
placeres –la amistad y el amor– pero también, al dolor y la muerte. "El mar",
ganadora del Premio Man Booker 2005, es una conmovedora meditación
acerca de la pérdida y el poder redentor de la memoria.
OPINIÓN:
El libro nos dice que vivimos perdiendo. Perdemos seres queridos, perdemos la persona que fuimos. Se acabó la infancia, edad de los descubrimientos; pasó la madurez, etapa de las realizaciones, que no nos satisfacieron. El protagonista ve que la vida no ha sido buena, ni mala; es lo que hay, y duele. La culpa de sobrevivir a los seres queridos nos azota las piernas y el rostro desnudos como la arena playera un día de viento gris.
Nos habla en primera persona. Desde el presente de sus sesenta y pocos años, nos lleva hasta su infancia pre adolescente y al doloroso pasado cercano. Va y viene de unos recuerdos a otros, avanza y retrocede como el mar.
El mar aquí es ominoso y un escenario dramático. Un mar que no se libra de ser ridículo y sin sentido; carente de maldad, pues nos ignora.
Muy bien escrita, es narración de frases y párrafos deslumbrantes. Es grande la sensación de veracidad y sinceridad masculina. Es una novela muy masculina.
Una pega le pongo. Como lector acepto y sigo leyendo, gracias al talento del autor, la dureza, los vaivenes, la desolación, la tristeza que me causa. No me merezco el truco de una sorpresa "trágica" cerca de las páginas finales. Quien la lea me entenderá, no quiero contar lo que ocurre. ¿Y hay que leerla? Sí. Queda uno triste y satisfecho. La tristeza pasa después, la satisfacción permanece.
Leo la sexta edición de Anagrama, junio del 14. La original "The Sea", es de 2005. 219 páginas, 15,90 euros.
El libro nos dice que vivimos perdiendo. Perdemos seres queridos, perdemos la persona que fuimos. Se acabó la infancia, edad de los descubrimientos; pasó la madurez, etapa de las realizaciones, que no nos satisfacieron. El protagonista ve que la vida no ha sido buena, ni mala; es lo que hay, y duele. La culpa de sobrevivir a los seres queridos nos azota las piernas y el rostro desnudos como la arena playera un día de viento gris.
Nos habla en primera persona. Desde el presente de sus sesenta y pocos años, nos lleva hasta su infancia pre adolescente y al doloroso pasado cercano. Va y viene de unos recuerdos a otros, avanza y retrocede como el mar.
El mar aquí es ominoso y un escenario dramático. Un mar que no se libra de ser ridículo y sin sentido; carente de maldad, pues nos ignora.
Muy bien escrita, es narración de frases y párrafos deslumbrantes. Es grande la sensación de veracidad y sinceridad masculina. Es una novela muy masculina.
Una pega le pongo. Como lector acepto y sigo leyendo, gracias al talento del autor, la dureza, los vaivenes, la desolación, la tristeza que me causa. No me merezco el truco de una sorpresa "trágica" cerca de las páginas finales. Quien la lea me entenderá, no quiero contar lo que ocurre. ¿Y hay que leerla? Sí. Queda uno triste y satisfecho. La tristeza pasa después, la satisfacción permanece.
Leo la sexta edición de Anagrama, junio del 14. La original "The Sea", es de 2005. 219 páginas, 15,90 euros.
Luis Miguel Sotillo Castro
Tras la muerte de su esposa por enfermedad, el narrador-protagonista se instala en un pueblo costero en el que pasaba los veranos en su infancia, hace más de cincuenta años. Allí se dedica a escribir y recuerda fragmentos de su vida, algunos vividos junto a su mujer, y también los de un verano trascendental, el de los once años, cuando conoció a la familia Grace. Intercala también retazos de su vida actual.
Es una novela intimista y por momentos triste, en la que el narrador se deja llevar por una sucesión oscilante de pensamientos y sentimientos para superar la reciente pérdida, anclados sobre todo en el pasado: “Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí voy de buena gana, me froto las manos y me sacudo el frío presente y el frío futuro.”
Está narrada de forma deshilvanada (citando palabras del protagonista, “He perdido el hilo”), pasa de una época a otra, de una idea a otra, sin que por ello el lector se pierda en ningún momento. Un desorden que, en mi opinión, concuerda con esa desazón que siente, con esa falta de ubicación, incluso con ese “Bebo como una esponja” que menciona.
A parte de algún error de traducción, creo que el libro está muy bien escrito, las descripciones son detalladas y la prosa muy bella. Mi único problema ha sido que la historia no me ha atrapado prácticamente en ningún momento; sin ser una novela larga he tardado mucho en leerla porque no me atraía lo que se contaba. Por eso, a pesar de las buenas críticas que he leído sobre el libro, yo no puedo recomendarlo, esperaré a leer algo más del autor.
Es una novela intimista y por momentos triste, en la que el narrador se deja llevar por una sucesión oscilante de pensamientos y sentimientos para superar la reciente pérdida, anclados sobre todo en el pasado: “Por eso el pasado supone para mí un refugio, allí voy de buena gana, me froto las manos y me sacudo el frío presente y el frío futuro.”
Está narrada de forma deshilvanada (citando palabras del protagonista, “He perdido el hilo”), pasa de una época a otra, de una idea a otra, sin que por ello el lector se pierda en ningún momento. Un desorden que, en mi opinión, concuerda con esa desazón que siente, con esa falta de ubicación, incluso con ese “Bebo como una esponja” que menciona.
A parte de algún error de traducción, creo que el libro está muy bien escrito, las descripciones son detalladas y la prosa muy bella. Mi único problema ha sido que la historia no me ha atrapado prácticamente en ningún momento; sin ser una novela larga he tardado mucho en leerla porque no me atraía lo que se contaba. Por eso, a pesar de las buenas críticas que he leído sobre el libro, yo no puedo recomendarlo, esperaré a leer algo más del autor.
Esther Rodríguez
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