Género: Narrativa
Traducción: Ana Herrera
Editorial: Libros del Asteroide
Editorial: Libros del Asteroide
SINOPSIS:
Sándor Lester, exiliado en una fría ciudad europea, lleva una vida solitaria y monótona. Inmerso en una rutina alienante en la fábrica de relojes donde trabaja, pasa sus ratos libres escribiendo, frecuentando a gente en su misma situación o en compañía de Yolande, una mujer a la que no ama. Un día conoce a Line, una nueva empleada de la fábrica que procede de su mismo país. Aunque está casada y tiene una hija de corta edad, Sándor se enamorará de la recién llegada y entre los dos surgirá un vínculo tan íntimo y esencial como doloroso y destructivo.
Al igual que su famosa trilogía Claus y Lucas, esta novela contiene ecos de la propia biografía de Agota Kristof, escritora húngara refugiada en Suiza. En ella utiliza una prosa perfectamente depurada, precisa y despersonalizada con la que crea una penetrante y perturbadora atmósfera para retratar las miserias y crueldades del mundo contemporáneo. Lúcida e impactante, Ayer es sin duda una de las mejores obras de la autora.
OPINIÓN:
Ha caído en mis manos casi por azar el libro AYER de Agota Kristof, autora cuyos libros no he leído aunque sabía de su existencia, de sus laudatorias reseñas y de su condición de escritora de culto.
No sería verdad si no dijera que me ha sorprendido la austeridad de su escritura en donde cualquier descripción que atempere la desolación de las vivencias que transmiten brilla por su ausencia.
Narrada en primera persona por alguien que en su pasado se llamaba Tobías Horvath y que en una nueva vida que emprendió lejos de su país -en otro que no se precisa- se hace llamar Sándor Lester, nos relata su presente en un lugar al que llegó huyendo de un crimen que creía haber cometido a la edad de doce años.
Su pasado está constituido por una durísima infancia, seguida de un reformatorio y posteriormente operario de una fábrica de relojes. “No existe sino el presente. Unas veces, nieva. Otras, llueve. Luego hay sol, viento. Todo eso es ahora. Eso no ha sido, no será. Eso es. Siempre. De una vez. Porque las cosas viven en mí y no en el tiempo. Y, en mí, todo es presente”.
Me ha sorprendido que tanto la apertura como el cierre de la obra estén constituidos por ensoñaciones de oscuro significado. La primera, “LA HUIDA” presenta elementos de índole varia (el tigre, el piano, los pájaros y un personaje femenino, Lina) que le remiten a vagos recuerdos venidos de “más allá de las fronteras de la memoria” y traídos por un viento que acalla sus temores y que lo vapulea hasta casi desfallecer pero en donde alienta la esperanza de su encuentro con Lina personaje fantasmal de su delirio.
La última, al final de la obra, bajo el epígrafe “LOS VIAJEROS DEL BARCO” supone la rendición ante cualquier esperanza de encontrar un sentido a la vida por la desaparición de una LINA REAL y su posterior integración en una vida en donde “la gente es feliz porque no conoce el amor. Tan satisfechos están que ya no se necesitan entre sí, ni tampoco a dios”.
En medio, los dos elementos que pueden dar sentido a su vida: por un lado la ESCRITURA: “escribo por donde quiera que paso […] El problema es que no escribo lo que debería escribir, escribo cualquier cosa, cosas que nadie puede comprender y que ni yo siquiera yo mismo comprendo”. Por otro, LINA o EL AMOR, personaje femenino cuya NO existencia al principio representa la falta de esperanza y le revela el sinsentido de su vida diaria que intenta compensar con otras historias “Ella no vino al mundo sino para encontrarme. Se llama LINA, es mi mujer, mi amor, mi vida. JAMÁS LA HE VISTO”.
Pero en un quiebro del destino una LINA REAL aparece y con ella su pasado en forma de compañera de colegio y también medio hermana. Finalmente, unirá obsesivamente su destino al de Lina hasta que una serie de acontecimientos adversos la alejarán para siempre de su lado e iniciará de nuevo una vida trivial sin esperanzas.
Además de estas dos secuencias que a modo de pesadilla abren y cierran la obra, la autora alterna su austero hilo narrativo, donde nada parece sobrar, con las expansiones nihilistas del narrador algunas de elevado valor poético. Señalo entre ellas “Pienso” “Ellos” y “La lluvia”.
Una última cita : “El tiempo se desgarra. ¿Dónde reencontrar los territorios borrosos de la infancia? ¿Los soles elípticos coagulados en el espacio negro? ¿Dónde reencontrar el camino volcado en el vacío? Las estaciones han perdido su significado. ¿Mañana, ayer, qué quieren decir esas palabras? No existe sino el presente. Unas veces, nieva. Otras, llueve. Luego hay sol, viento. Todo eso es ahora. Eso no ha sido, no será. Eso es. Siempre. De una vez. Porque las cosas viven en mí y no en el tiempo. Y, en mí, todo es presente”.
Hay una versión cinematográfica de Silvio Soldini de “Ayer” cuyo nombre cambió por "Brucio nel vento", "Cenizas en el viento", con final cambiado y feliz porque según dijo “la gente no podía salir desanimada del cine” (Entrevista en El País, 2007). La autora en el mismo artículo afirma que "Ayer" era su novela más autobiográfica.
Lectura inquietante e hipnótica.
Ana Ballester
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