Género: Narrativa
Traducción: Hugo Bachelli
SINOPSIS:
París, a comienzos de los años 60; donde se encuentran una noble de
origen ruso alejada de su familia y un elegante librero del barrio
judío, del Marais. Ninguno de los dos es joven ya, pero tampoco lo son
los libros que ambos aman. ¿Ficción o realidad? Lo cierto es que, en
esta ocasión, no importa la respuesta, a pesar de que el virtuosismo de
la narradora nos hace creer todo el tiempo que estamos ante un fragmento
de realidad, de su propia vida, un capítulo más de su existencia. Por
encima de cualquier intento de verosimilitud, la verdad, una suerte de
verdad que resulta atemporal según avanzamos en la lectura, y que nos
lleva incluso hasta el pasado más remoto, se impone en cada página de
esta extraordinaria novela corta. Como el amor al misterio y a la
belleza, a toda clase de belleza.
He aquí un fragmento de la novela: «Lo más seguro es que estábamos enfrascadas en una de aquellas conversaciones nuestras sobre caderas anchas o estrechas, poetas revolucionarios y contrarrevolucionarios de la vieja Francia o, tal vez, la estúpida guerra fría entre Rusia y mi país, cuando entró en el restaurante —quedaban siete días para la desaparición de la Princesa— el Librero con un pequeño paquete en las manos».
He aquí un fragmento de la novela: «Lo más seguro es que estábamos enfrascadas en una de aquellas conversaciones nuestras sobre caderas anchas o estrechas, poetas revolucionarios y contrarrevolucionarios de la vieja Francia o, tal vez, la estúpida guerra fría entre Rusia y mi país, cuando entró en el restaurante —quedaban siete días para la desaparición de la Princesa— el Librero con un pequeño paquete en las manos».
OPINIONES:
Tomad asiento en un pequeño velador parisino, pedid un café y
acompañadlo con este exquisito y dulce bocado de apenas cincuenta y
nueve páginas con el que nos deleita, una vez más, Periférica.
Este evocador relato nos insinúa, más que cuenta, la historia de amor
entre una noble exiliada rusa y un librero anticuario del barrio judío
del Marais en París, cuyo vínculo de unión es la pasión por los libros
antiguos del S. XVIII francés. Apenas
hay palabras entre ellos, pero sí el tacto de la piel de una
encuadernación singular, la inclinación de una tipografía añorada, o el
olor a madera lejana entre unos folios por abrir.
El encanto del polvo depositado en los volúmenes hace que nos olvidemos
de que esta “delicatessen” de prosa sobria y elegante pertenece a las
memorias que la autora decidió escribir de forma novelada (de hecho su
título original es “Notebooks II. People, Scenes I.” Es de suponer que la
editorial, con buen tino, decidió rebautizarlo para darlo a conocer al
público).
¿Ficción o realidad? Da igual, mientras podamos volver
a entrar en la casa de la princesa y recorrer con las yemas de los
dedos los lomos de aquella colección de libros “que formaban un solo
texto, un memorial” de lo que fue o no.
Lo recomiendo vivamente
para melancólicos amantes de libros de piel arrugada y manchas de
solera, para los que han (hemos) deambulado por el Marais, y para los
soñadores que no hemos cerrado el libro y seguimos escribiendo la
historia.
Novela brevísima (59 páginas) que, bajo el título original “Notebooks II. People, Scenes I”, continúa con las memorias noveladas de la autora. Aunque menciona puntualmente a sus familiares fallecidos y algún aspecto personal, en este texto deja aparte su propia vida y se centra en la breve amistad que mantuvo con una mujer rusa, la Princesa, “no por sus títulos sino por su elegancia y su aura de princesa de cuento, es decir, de verdadera princesa”. La autora escribe: “he reescrito estas páginas como si fueran un «aparte» en mi vida de entonces, y he dejado a propósito al resto de personajes, de nombres y apellidos, que conformaron mi vida en aquellos días. Sólo me importa ahora, en este momento, la historia de la princesa rusa y el librero de París, porque ellos, los dos protagonistas de un amor a destiempo, representan, a su manera, todos los demás amores a destiempo y, en cierto modo, imposibles”.
París, 196..., norteamericana la narradora y rusa la Princesa, ambas viviendo en París, surge entre ellas una bonita amistad que aunque no proseguirá en el tiempo deja un poso profundo que se refleja en la novela. Destaca en la trama la relación entre la Princesa y el Librero, un apasionado de los libros antiguos que contagia su entusiasmo a su “amada”, entre comillas porque no llegamos a saber si la intimidad entre ambos fue algo más que un enamoramiento espiritual.
En este caso las referencias literarias que se citan son principalmente del escritor francés del siglo XVIII Jean-François de Bastide, “un autor de comedias y dramas menores, según los eruditos, pero magistrales según el Librero”, y en concreto sobre su relato “La petite maison” (“La casita”).
Bellísimo texto, sencillo y a la vez profundo y evocador, que con cierta dosis de intriga atrapa y seduce la sensibilidad del lector. Al igual que en sus dos libros anteriores, “Una biblioteca de verano” y “Cuando acabe el invierno”, también en este destaca su prosa lírica, sobria y elegante que hace de su lectura una verdadera delicia.
Esther Rodríguez
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