Género: Narrativa
Traducción: Rojas Clavell
Editorial: Lumen
SINOPSIS:
El clásico norteamericano sobre la infancia y juventud de una hija de inmigrantes en el Brooklyn de la década de 1920.
Corren los años veinte del siglo pasado y descubrimos a la pequeña Francie Nolan leyendo sentada en la escalera antiincendios de sucasa, a la sombra de un árbol que solo crece en los barrios más pobres de las grandes ciudades. Poco a poco, la mirada se aleja de la chiquilla para abarcar a la estrafalaria familia Nolan, que malvive en un barrio de Brooklyn. Conoceremos así a sus padres, a su hermano y a la entrañable tía Sissy, que usa a los hombres para aplacar sus instintos maternales.
Francie crece rodeada de los libros que tanto le gustan y pronto empieza a preguntar y a pedirle a la vida algo más que un triste acomodo en la mediocridad. De esas hermosas y tercas ganas de saber nace "Un árbol crece en Brooklyn", una novela donde cualquier detalle de la vida doméstica revela un mundo hecho de apuestas y deseos, donde los personajes son tan próximos que nos duelen sus dolores y donde el sueño americano cobra por fin peso y color.
Corren los años veinte del siglo pasado y descubrimos a la pequeña Francie Nolan leyendo sentada en la escalera antiincendios de sucasa, a la sombra de un árbol que solo crece en los barrios más pobres de las grandes ciudades. Poco a poco, la mirada se aleja de la chiquilla para abarcar a la estrafalaria familia Nolan, que malvive en un barrio de Brooklyn. Conoceremos así a sus padres, a su hermano y a la entrañable tía Sissy, que usa a los hombres para aplacar sus instintos maternales.
Francie crece rodeada de los libros que tanto le gustan y pronto empieza a preguntar y a pedirle a la vida algo más que un triste acomodo en la mediocridad. De esas hermosas y tercas ganas de saber nace "Un árbol crece en Brooklyn", una novela donde cualquier detalle de la vida doméstica revela un mundo hecho de apuestas y deseos, donde los personajes son tan próximos que nos duelen sus dolores y donde el sueño americano cobra por fin peso y color.
OPINIÓN:
La novela está ambientada en Brooklyn a principios del siglo XX. A través de la protagonista y sus allegados la autora retrata de manera soberbia una época y un modo de vivir. Francie Nolan, a la que conocemos en la infancia y que va creciendo a medida que pasan las páginas, es hija de inmigrantes que viven sumidos en la pobreza. Conocemos su día a día, los esfuerzos de la familia por no pasar hambre, el amor a la lectura y a la escritura que nace en la niña, la llegada de la juventud y sus preguntas… La familia Nolan, con sus miserias y alegrías, refleja las aspiraciones del “sueño americano”, que cree en la oportunidad de prosperar en la vida a través de la educación y el esfuerzo. Es una historia dura y a la vez entrañable, en la que los personajes son importantes y están bien elaborados. La novela está escrita con una prosa fluida y detallista. En resumen, un retrato fiel de una época, y un canto a la esperanza y a la belleza de la vida. Excelente.
Esther Rodríguez
¡Qué libro tan bonito!
En fondo y en forma, porque la elección de Chica ante el espejo del afamado e icónico ilustrador del Saturday Evening Post, Norman Rockwell, no puede ser más acertada. ES cabalmente la dulce protagonista, Francie Nolan.
En cuanto a la novela, pocas veces se encuentra el lector ante una historia tan entrañable, que te llega al corazón desde la primera página. Está escrita con tanto amor y ternura por sus personajes que se hace difícil llegar a la última página y separarse de ellos.
En una composición clásica, Betty Smith nos narra la infancia y juventud de Francie Nolan junto a su familia de inmigrantes alemanes e irlandeses en Williamsburg, una de las zonas más depauperadas de Brooklyn, cuando el s. XX está recién estrenado y supone todo un universo de posibilidades a los que malviven en ese agujero vecino a Manhattan.
Miseria, pisos oscuros y destartalados por el olvido, inmigrantes que vociferan en babélico pero cuya lengua común es el hambre; juventud respirando libertad y matrimonios precoces; patuleas de chiquillos andrajosos que distraen los estómagos vacíos con café caliente y caramelos de traperos tramposos mientras la ignorancia se combate con asfalto y alegres canciones irlandesas.
En ese ambiente crecen Francie y su hermano Neely, pero algo los hace distintos: su madre, Katie, tiene muy claro que la única manera de salir de ese círculo vicioso es la educación y aunque muchos días no coman, no les faltan de cena una manoseada Biblia y Shakespeare. Así irá despertando la imaginación escritora de Francie y sus ansias por estudiar.
Les acompañan diversos personajes típicos de ese barrio que es casi tan nuestro como neoyorkino, de todas las veces que lo hemos visto en películas: el clásico padre irlandés, alcohólico pero adorable y divertido; la alocada tía Sissy que pone el picante a la austera familia católica; tenderos judíos que no fían; el torpe lechero que habla con su caballo repartidor, las solteronas muertas de hambre que intentan subsistir con las clases de piano, los matones… Todos ellos animarán la acción del relato y la vida de Francie, contados de forma sencilla y cercana, sin gran maestría en la lengua pero sí con dominio del diálogo y una acertada combinación con la narración.
Novela de inspiración autobiográfica (aunque la autora decía que había contado la infancia que le habría gustado vivir), tiene continuación en “Mañana puede ser un gran día” que según la crítica no alcanzó el nivel de la primera parte. Su éxito fue tal al publicarse que la adaptación cinematográfica no se hizo esperar, dirigida nada menos que por Elia Kazan. Sin embargo, en décadas posteriores quedó sumida en un injusto olvido debido a la errónea etiqueta de novela sentimental para chicas (lo que los americanos llaman “chicklit”) del que la ha rescatado Lumen para el lector español.
Absolutamente recomendable, para disfrute de todas las edades y la familia.
Para mí ha sido un bálsamo de tranquilidad entre tanto libro intenso o descarnado, tan en boga hoy en día.
En fondo y en forma, porque la elección de Chica ante el espejo del afamado e icónico ilustrador del Saturday Evening Post, Norman Rockwell, no puede ser más acertada. ES cabalmente la dulce protagonista, Francie Nolan.
En cuanto a la novela, pocas veces se encuentra el lector ante una historia tan entrañable, que te llega al corazón desde la primera página. Está escrita con tanto amor y ternura por sus personajes que se hace difícil llegar a la última página y separarse de ellos.
En una composición clásica, Betty Smith nos narra la infancia y juventud de Francie Nolan junto a su familia de inmigrantes alemanes e irlandeses en Williamsburg, una de las zonas más depauperadas de Brooklyn, cuando el s. XX está recién estrenado y supone todo un universo de posibilidades a los que malviven en ese agujero vecino a Manhattan.
Miseria, pisos oscuros y destartalados por el olvido, inmigrantes que vociferan en babélico pero cuya lengua común es el hambre; juventud respirando libertad y matrimonios precoces; patuleas de chiquillos andrajosos que distraen los estómagos vacíos con café caliente y caramelos de traperos tramposos mientras la ignorancia se combate con asfalto y alegres canciones irlandesas.
En ese ambiente crecen Francie y su hermano Neely, pero algo los hace distintos: su madre, Katie, tiene muy claro que la única manera de salir de ese círculo vicioso es la educación y aunque muchos días no coman, no les faltan de cena una manoseada Biblia y Shakespeare. Así irá despertando la imaginación escritora de Francie y sus ansias por estudiar.
Les acompañan diversos personajes típicos de ese barrio que es casi tan nuestro como neoyorkino, de todas las veces que lo hemos visto en películas: el clásico padre irlandés, alcohólico pero adorable y divertido; la alocada tía Sissy que pone el picante a la austera familia católica; tenderos judíos que no fían; el torpe lechero que habla con su caballo repartidor, las solteronas muertas de hambre que intentan subsistir con las clases de piano, los matones… Todos ellos animarán la acción del relato y la vida de Francie, contados de forma sencilla y cercana, sin gran maestría en la lengua pero sí con dominio del diálogo y una acertada combinación con la narración.
Novela de inspiración autobiográfica (aunque la autora decía que había contado la infancia que le habría gustado vivir), tiene continuación en “Mañana puede ser un gran día” que según la crítica no alcanzó el nivel de la primera parte. Su éxito fue tal al publicarse que la adaptación cinematográfica no se hizo esperar, dirigida nada menos que por Elia Kazan. Sin embargo, en décadas posteriores quedó sumida en un injusto olvido debido a la errónea etiqueta de novela sentimental para chicas (lo que los americanos llaman “chicklit”) del que la ha rescatado Lumen para el lector español.
Absolutamente recomendable, para disfrute de todas las edades y la familia.
Para mí ha sido un bálsamo de tranquilidad entre tanto libro intenso o descarnado, tan en boga hoy en día.
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