Género: Narrativa
Traducción: Isabel Ferrer y Carlos Milla
Editorial: Roca
SINOPSIS:
Traducción: Isabel Ferrer y Carlos Milla
Editorial: Roca
SINOPSIS:
«Soy Homer, el hermano ciego. No perdí la vista de golpe, fue como en el cine: un fundido lento.»
Así empieza la historia de los hermanos Collyer que conmocionó al Nueva York de finales de los años cuarenta cuando los encontraron sepultados bajo toneladas de basura en su mansión de la Quinta Avenida. Doctorow aprovecha su propia fascinación por ellos, para llevarnos de la mano a través de los acontecimientos que rodearon la vida de sus personajes, que deciden ausentarse de la vida pero que a cambio consiguen que la vida acuda a la puerta de su casa.
OPINIÓN:
Así empieza la historia de los hermanos Collyer que conmocionó al Nueva York de finales de los años cuarenta cuando los encontraron sepultados bajo toneladas de basura en su mansión de la Quinta Avenida. Doctorow aprovecha su propia fascinación por ellos, para llevarnos de la mano a través de los acontecimientos que rodearon la vida de sus personajes, que deciden ausentarse de la vida pero que a cambio consiguen que la vida acuda a la puerta de su casa.
OPINIÓN:
Esta interesante y muy amena novela está
basada en hechos reales, aunque el autor se permite varias licencias,
la principal de ellas temporal: los hermanos Collyer murieron en 1947 y
el autor nos lleva hasta, intuyo, los años 70. Digo intuyo porque no hay
referencias temporales explícitas, pero por las descripciones de
objetos, costumbres y situaciones, la obra parece nacer a finales del
siglo XIX (esto coincidiría con la historia real) y terminar allá por
los 70 (insisto, esto lo he deducido, no se da ninguna fecha en toda la
obra).
Este diario de ochenta años –la novela son los recuerdos de uno de los dos hermanos- se nos ofrece condensado en apenas doscientas páginas. Personalmente me gusta la proporción: ni se centra en un período corto, con lo que el lector suele quedar queriendo saber más de sus personajes, ni se va por las ramas con apuntes histórico-sociológicos para lucimiento del trabajo de documentación que, por muy respetable que sea, puede llegar a distraer al lector de la historia, cuando no aburrir directamente. La relación páginas-tiempo real hace que la historia fluya de manera muy ágil, pero ofreciendo una buena instantánea de cada época.
Los protagonistas son dos hermanos adinerados que conviven tras la muerte de sus padres. Uno de ellos, Homer, quedó ciego durante su adolescencia, y es quien narra la historia. Me ha gustado mucho el tratamiento que el autor da a los dos protagonistas, sobre todo en la parte final, donde con dos ancianos excéntricos y aislados de la sociedad se podría haber caído tanto en la comedia esperpéntica como en el drama facilón. Sin embargo, Doctorow ofrece una imagen sobria de ambos, y mediante ellos tenemos acceso a lo que fueron los Estados Unidos durante ochenta años, y cómo vivieron los americanos la I y II Guerra Mundial, el cine mudo, los bailes de salón, la Guerra de Korea, el crack del 29…
Otro punto a favor es el abundante despliegue de curiosos secundarios: criados a quienes llegan a considerar parte de la familia, músicos de jazz, periodistas carroñeros, monjas misioneras, hippies, gansters, banqueros, policías…
Me ha gustado mucho y la recomiendo sin duda.
Este diario de ochenta años –la novela son los recuerdos de uno de los dos hermanos- se nos ofrece condensado en apenas doscientas páginas. Personalmente me gusta la proporción: ni se centra en un período corto, con lo que el lector suele quedar queriendo saber más de sus personajes, ni se va por las ramas con apuntes histórico-sociológicos para lucimiento del trabajo de documentación que, por muy respetable que sea, puede llegar a distraer al lector de la historia, cuando no aburrir directamente. La relación páginas-tiempo real hace que la historia fluya de manera muy ágil, pero ofreciendo una buena instantánea de cada época.
Los protagonistas son dos hermanos adinerados que conviven tras la muerte de sus padres. Uno de ellos, Homer, quedó ciego durante su adolescencia, y es quien narra la historia. Me ha gustado mucho el tratamiento que el autor da a los dos protagonistas, sobre todo en la parte final, donde con dos ancianos excéntricos y aislados de la sociedad se podría haber caído tanto en la comedia esperpéntica como en el drama facilón. Sin embargo, Doctorow ofrece una imagen sobria de ambos, y mediante ellos tenemos acceso a lo que fueron los Estados Unidos durante ochenta años, y cómo vivieron los americanos la I y II Guerra Mundial, el cine mudo, los bailes de salón, la Guerra de Korea, el crack del 29…
Otro punto a favor es el abundante despliegue de curiosos secundarios: criados a quienes llegan a considerar parte de la familia, músicos de jazz, periodistas carroñeros, monjas misioneras, hippies, gansters, banqueros, policías…
Me ha gustado mucho y la recomiendo sin duda.
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