Género: Poesía
Editorial: Grupo Tierra Trivium
Editorial: Grupo Tierra Trivium
SINOPSIS:
Tras casi una década aportando su visión narrativa a la novela tradicional, el autor decidió ejecutar una cabriola circense inesperada y adentrarse en el mundo de las pulsiones inmediatas. Durante los últimos años ha hecho de la lírica, la prosa poética, los aforismos y las ráfagas de insensatez emocional su nueva casa y su nuevo bastión. La bandera de su nueva realidad. A modo de santuarios, cuatro son los refugios donde esconde su mensaje y su palabra. Cuatro son los feudos diseminados por las páginas de este libro, cada uno con su propio nombre, donde el autor perpetúa, negro sobre blanco, sus emociones más personales y sus reflexiones más insondables acerca del amor, del desamor, de la vida, de la muerte y del mundo. Su perspectiva del cosmos que le rodea, un universo gobernado por ese reloj de arena con el cristal roto cuyo flujo se atrancó y detuvo hace ya mucho tiempo. Tuya es la decisión de aceptar su invitación de acompañarlo y compartir el paisaje reflejado en ese juego de espejos empañados por el paso del tiempo. Puede que la propuesta te resulte apetecible o puede que la detestes. Lo único innegable es que, de no rehusarla, el viaje dejará huella en ti.
OPINIÓN:
Que Pedro de Paz es un maestro de las letras es algo que sabemos los que hemos leído sus novelas o seguimos sus publicaciones en redes sociales. Su talento narrativo deslumbra incluso en esas historias cómicas con las que consigue robarnos una carcajada cada día.Es su faceta más lírica e intimista la que nos muestra en “Caricias de Fogueo”, un poemario que recoge, entre otras, algunas de las ráfagas que ha compartido en Internet a lo largo de los años.
El libro lo componen poemas y textos de prosa poética que terminas con una sonrisa aflorando a tus labios, o una lágrima resbalando por tu mejilla; porque nadie como él es capaz de despertar emociones que llevan años aletargadas.
No suelo leer poesía, pero siendo el autor quién es, y habiéndole escuchado recitar aquel “No den de comer al poeta” en el Café Libertad hace ya algún tiempo; “Caricias de fogueo” era una lectura obligatoria.
Y necesaria, porque en estos días tan terriblemente duros, llorar y reír al son de sus versos ha sido una tabla de salvación en medio de un terrible oleaje que, por momentos, me puede.
Ana G. Aranda
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