FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Yoko Ogihara y Fernando CordobésEditorial: Impedimenta
SINOPSIS:
Esta obra, de una crudeza inusual, sufrió durante años la censura que prohibía a los japoneses publicar ningún tipo de escrito sobre la guerra. Es la primera vez que se traduce al castellano.
Tamiki Hara se hallaba en Hiroshima el día 6 de agosto de 1945 a las ocho y quince minutos, momento en que estalló la bomba que impondría una nueva manera de contemplar el mundo. Como él mismo describe en su impactante Flores de verano (obra ganadora del Premio Takitaro Minakami), en ese instante el autor se hallaba en una casa construida por su padre, lo suficientemente lejos del lugar de la explosión, gracias a lo cual pudo sobrevivir. Valiéndose de tres momentos narrativos diferentes, Hara narra el antes, el durante y el después de la tragedia. Con un lenguaje exento de florituras, durísimo, preciso y contundente, pero lleno de una hermosura casi poética, el autor narra cómo afloran a su alrededor la confusión, la destrucción, el horror, y lo mejor y lo peor de la condición humana.
OPINIÓN:
Se trata de un libro corto que se compone de tres relatos basados en la experiencia del autor, superviviente de la bomba atómica de Hiroshima: “Preludio a la aniquilación”, “Flores de verano” y “De las ruinas”. En el primero describe la situación en la ciudad antes de la tragedia, el miedo a los bombardeos, la evacuación... En “Flores de verano” relata la terrible experiencia de la bomba atómica y en “De las ruinas” nos cuenta lo que sucedió justo después. Las dos últimas narraciones, narradas además en primera persona, son realmente escalofriantes y plasman las terribles imágenes que presenció y vivió, la desolación, el atroz sufrimiento humano, los efectos posteriores de la radiación (“Pronto supimos que debía haber algo en el aire de Hiroshima, algún tipo de sustancia que hacía que la gente muriera”). Está escrito con una prosa concisa y clara, que deja constancia de una de las mayores masacres de la historia del ser humano. Es un libro testimonial, que aunque duro, debería ser casi de lectura obligatoria, para que nada semejante se repita nunca.
Esther Rodríguez
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