15 de noviembre de 2018

"Mamíferos que escriben", de Manuel Moyano

mamiferos que escriben manuel moyano
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: Micromegas

SINOPSIS: 
Decidir si la literatura puede considerarse un don o una enfermedad es el dilema que aletea en estas páginas. En cualquier caso, resulta fatalmente irrenunciable para quienes le son adictos, del mismo modo en que no se puede dimitir de ser bajo ni desistir de tener los ojos marrones. Moyano recorre con ánimo proselitista, pero a la vez iconoclasta, la vida y la obra de autores que un día se instalaron en su mente sin propósito de marcharse. En otras ocasiones, transfigurado en una suerte de fetichista literario, visita sus casas o sus tumbas armado de una libreta. Este libro propone un acercamiento distinto y personal a escritores muy diversos: Auster, Lovecraft, Cioran, Bukowski, Bioy Casares, Dylan Thomas, Lorca, Kipling, Cunqueiro, Cortázar y Borges. También figuran en él creadores próximos al fenómeno literario como Bob Dylan y Kubrick. El arte en general y la literatura en particular son inservibles pero -la pregunta es de Truman Capote- "si la civilización se desmorona, ¿es dinero lo que sus herederos encontrarán entre las ruinas? ¿O una estatua, un poema, una obra de teatro?"

OPINIÓN:
A partir de artículos escritos para la extinta revista El Kraken, Moyano compone este ensayo sobre sus gustos y filias literarias (con Stanley Kubrick y el entonces aún no Premio Nobel Bob Dylan como invitados), compartiendo con el lector, en el tono de la más agradable charla posible frente a un café o una cerveza, anécdotas y extremos poco conocidos de los perfiles de dichos autores, aunando los relatos con su propia vida y experiencias: primeras lecturas, rasgos de personalidad compartidos, visitas a casas y tumbas, etc… Todo muy alejado (afortunadamente) de insulsos datos biográficos y frías fechas sobre un eje cronológico.
Así nos habla de su devoción por Auster y Bukowski (que comparto) o nos muestra un perfil misántropo y oscuro de Lovecraft (que muchos conocerán, pero yo, por ejemplo, aún no he caído en las páginas de este archiconocido autor, y puede que ahora lo haga). También acompañaremos al autor a la Granada de García Lorca, a contemplar la alargada sombra de un ciprés llamado Borges, que siempre se extendió sobre el aura de Bioy Casares, o a revisar los cronopios de Cortázar y reivindicar la figura de Cunqueiro.
La escritura es el estado natural de Manuel Moyano: lo hace como otros respiran. Y eso es algo que el lector puede apreciar nada más posar la vista en las páginas de este libro del que, a pesar de su pequeña extensión, recomiendo una lectura pausada para desgranar y disfrutar como se merece cada pasaje.

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