3 de octubre de 2019

"El laberinto de las aceitunas", de Eduardo Mendoza

el laberinto de las aceitunas
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa, Humor
Editorial: Seix Barral

SINOPSIS:
«El planteamiento de El laberinto de las aceitunas es tan absurdo que permite cualquier atentado contra las normas del realismo, e incluso de la verosimilitud, como, por ejemplo, que sea el propio detective loco quien cuente su aventura en un estilo heterodoxo, vulgar y culterano. Huelga decir que se trata de un relato humorístico, remotamente emparentado con la literatura picaresca y el esperpento.» Eduardo Mendoza.

El laberinto de las aceitunas sitúa nuevamente en el centro de una espiral de intriga al detective manicomial y paródico que protagonizará El misterio de la cripta embrujada. Arrastrado por el azar más disparatado, en esta ocasión ha de enfrentarse a una desconocida red de maleantes que a toda costa trata de recuperar un maletín repleto de dinero y perdido en curiosas circunstancias. 
No es menos deslumbrante aquí que en sus obras anteriores la capacidad de Eduardo Mendoza para la escritura que contiene en sí su propia caricatura, a la vez que la de un género, el policiaco, y la de una sociedad multiforme, ridícula y degradante que sólo puede ser reconocida a través de los más variados registros expresivos. Pero su imaginación literaria va esta vez todavía más lejos: en un triple salto mortal llega, por la distorsión de la peripecia policial, no ya al reino del humor y el absurdo, sino al de la fabulación que roza, tras lo esperpéntico, el área del prodigio surreal.

OPINIÓN:
Mi opinión sobre los libros de Eduardo Mendoza siempre ha sido ambigua, en general no me desagradan, pero tampoco me entusiasman. “El laberinto de las aceitunas” es la segunda novela protagonizada por el detective sin nombre que aparecía en “El misterio de la cripta embrujada”, novela esta que no me gustó nada. En cambio, disfruté algo más la tercera de la saga, “La aventura del tocador de señoras”, escrita más de veinte años después de la primera. Así que mis expectativas eran inciertas en esta ocasión.
Reencontramos al personaje anónimo, que lleva ya seis años ingresado en un manicomio de Barcelona, y que esta vez es secuestrado y enviado a Madrid para participar en el pago de un rescate, donde nada saldrá como debiera. Escapando una y otra vez de los peligros que le acechan, el estrafalario protagonista, con sus rocambolescos métodos y con ayuda de algún otro personaje, ejercerá sus dotes detectivescas para desentrañar qué se esconde en realidad detrás de un maletín lleno de dinero que todos buscan.
Si bien he disfrutado del detective "loco" y de su singular modo de hablar, con el que él mismo nos cuenta la historia –un lenguaje rimbombante y demasiado culto para el papel que representa–; así como de la comicidad de la obra –no solo por su protagonista sino también por los muchos despropósitos que se encadenan–; en cambio la trama, en principio interesante, se va volviendo demasiado intrincada y hasta pesada en algún momento, para además terminar dejando cabos sueltos sin aclarar.
No me ha disgustado tanto como “El misterio de la cripta embrujada”, ni me ha gustado como “La aventura del tocador de señoras”, y creo que podría haber prescindido de su lectura; pero he leído el libro en un club de lectura presencial, donde siempre hay aportes diversos e interesantes, y no me arrepiento de ello. Incluso tengo curiosidad por leer el resto de la saga, publicada más recientemente.
Esther Rodríguez

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