16 de febrero de 2020

"La hermana", de Sándor Márai

la hermana sandor marai
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Mária Szijj y J. M. González Trevejo
Editorial: Salamandra

SINOPSIS:
Escrita en 1946 a continuación de El último encuentro, esta novela es otro claro exponente de la especial sensibilidad y talento del gran autor húngaro para abordar las preocupaciones primordiales del ser humano, aquellas que trascienden los momentos históricos y las fronteras geográficas. La pasión, el dolor, la enfermedad, el éxtasis del arte y el misterio de la muerte son algunos de esos temas intemporales que Sándor Márai trata magistralmente en estas páginas, la última obra que publicó en su país antes de exiliarse.
En la cumbre de su fama como pianista, Z. se dirige en tren a Florencia invitado por el gobierno italiano para dar un concierto. Poco antes de cruzar la frontera, se siente indispuesto y, tras su actuación, debe ser ingresado en un hospital florentino aquejado de una rara enfermedad vírica. Allí, mientras se debate entre la vida y la muerte, tendrá lugar un diálogo intenso y decisivo con el médico que lo atiende, una indagación sin concesiones sobre el precario equilibrio entre el poder curativo de la ciencia y el espíritu de lucha del paciente. Una noche, presa del delirio causado por la morfina, Z. escucha una voz femenina que le susurra: «no quiero que mueras». Las palabras actúan como un revulsivo que lo llevará a replantearse aspectos fundamentales de su vida.
Pocas veces una novela ha tratado con tanta elegancia y lucidez la profunda relación entre médico y enfermo. Ante el ineludible encuentro con el dolor y la enfermedad, a Z. sólo le queda bucear en los límites de su ser y de sus fantasmas personales.

OPINIÓN:
El libro consta de diversos capítulos, pero para mí hay dos partes diferenciadas. Por un lado tenemos un narrador en primera persona que relata la insólita Navidad que pasó en un hotel de montaña en Transilvania, donde quedó atrapado durante unos días, junto a otros huéspedes, debido a las adversas condiciones climatológicas. Allí se produjo el encuentro entre el narrador y un viejo conocido, Z., un gran y aplaudido músico. Como escribe el autor: “Fue, naturalmente, la casualidad lo que determinó aquel encuentro navideño, tal como sucede con toda circunstancia humana crucial”. La segunda parte, más extensa, consiste en el manuscrito que escribió Z., en el que narra el proceso de una larga y dolorosa enfermedad que sufrió.
“La hermana” me ha recordado bastante a “El último encuentro”, el único libro que había leído de Márai, con el que comparte la poca acción y un estilo descriptivo, denso y reflexivo. Aunque quizá su prosa haga que no sea una lectura para todos los gustos, personalmente me parece una obra de gran belleza, para saborear pausadamente.
He disfrutado mucho ambas partes. Los capítulos en el hotel se puede decir que son más amenos, en ellos además sientes la atmósfera que viven los huéspedes de un modo muy logrado, y las reflexiones también son muy interesantes, sobre todo a raíz de un suceso inesperado. La segunda parte es más introspectiva, Z. se sumerge en los abismos de su enfermedad y de su propio ser de un modo magnífico, y reflexiona sobre temas de índole muy diversa. De aquí he copiado unos cuantos fragmentos que me han parecido muy buenos.
La historia se sitúa durante la segunda guerra mundial, y me ha llamado la atención la preocupación que el autor transmite en varias ocasiones sobre la guerra, la destrucción, la infinidad de desgracias y el futuro de la humanidad en general.
Aunque me gustó más “El último encuentro”, en mi opinión “La hermana” es igualmente una novela profunda muy recomendable.
Copio dos fragmentos que me han gustado, el primero de la primera página, el segundo es el último fragmento del libro:
“Sin embargo, en el destino de una sola persona la fatalidad puede condensarse con la misma intensidad que en el de pueblos enteros.”
“Tal vez haya lectores que lean esta historia como la última composición de un músico, en la que la melodía importa más que la letra. Y está bien que así sea, pues, aunque la melodía nunca tiene un «significado», lo dice todo, todo lo que no puede decirse con palabras.”
Esther Rodríguez

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