22 de septiembre de 2020

"La piel del tambor", de Arturo-Pérez Reverte

la piel del tambor perez reverte
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Editorial: Alfaguara

SINOPSIS: 
Un pirata informático que se infiltra en el Vaticano. Una iglesia barroca, en Sevilla, que mata para defenderse. Tres pintorescos malvados que aspiran a mantener viva la copla española. Una bella aristócrata andaluza. Un apuesto sacerdote-agente especialista en asuntos sucios. Un banquero celoso y su secretario ludópata. Una septuagenaria que bebe Coca-cola. La tarjeta postal de una mujer muerta un siglo atrás. Y el misterioso legado del capitán Xaloc, último corsario español, desaparecido frente a las costas de Cuba en 1898.
Con esos ingredientes, Arturo Pérez-Reverte construye en La piel del tambor una ingeniosa, compleja y fascinante trama novelesca. Con su imaginación desbordante, su espectacular dominio de la ingeniería narrativa y de los diversos géneros superpuestos -misterio, policíaco, historia, romanticismo, aventura, folletín- el autor nos sumerge sin aliento en una historia que corta al lector cualquier posible retirada, arrastrándolo a un enigma cuya clave se esconde a la sombra de los viejos muelles del Guadalquivir; donde todavía hoy, en las noches de luna llena, sombras de mujer agitan sus pañuelos y goletas tripuladas por fantasmas siguen zarpando rumbo a las Antillas.

OPINIÓN:
"—Sólo sé una cosa: cuando termine la seducción habremos terminado también nosotros, porque la lógica y la razón significan el final. Pero mientras una pobre mujer necesite arrodillarse en busca de esperanza o consuelo, mi pequeña iglesia debe mantenerse en pie —sacó del bolsillo el pañuelo sucio y se sonó ruidosamente. La luz poniente resaltaba los pelos blancos de su barbilla mal afeitada—. Con toda nuestra miserable condición a cuestas, los curas como yo seguimos siendo necesarios… Somos la vieja y parcheada piel del tambor sobre la que aún redobla la gloria de Dios. Y sólo un loco envidiaría semejante secreto. Nosotros conocemos —ahora el párroco torció el gesto bajo las cicatrices, en una mueca absorta y oscura— al ángel que tiene la llave del abismo".

Leí La Piel del Tambor ... por su nombre, que me parecía muy extraño, como de guerra, y conociendo a Pérez-Reverte, a quien le encanta escribir de batallas y de peleas, me temía que fuera una historia bélica ... y lo tuve unos meses en la mesilla de espera, sin animarme a comenzar la lectura.
Pero ¡qué sorpresa! fue todo lo contrario ... ha sido una de las novelas más bellas y entretenidas que he leído en los últimos tiempos.
Como fondo tiene el romántico escenario de la morisca y aristocrática Sevilla y es una historia de amor dentro de otra historia de amor y de vocaciones firmes, muy humana y muy divina.
Historia y tradición, leyenda y folclor, arquitectura y arte, psicología y religión, se mezclan con intrigas palaciegas, especulaciones inmobiliarias, hackers y usureros, asesinatos y secuestros, en un estilo sencillo y fluido, y a veces muy poético y muy filosófico, sin ninguna escena chocante ... por el contrario, todo es manejado en una forma intrigante e interesante, pero agradable ... con varios sorpresivos giros en el argumento.
Todos los personajes, muy redondeados, son entrañables y están muy bien descritos y caracterizados... Uno se encariña hasta con los malos ... muy folklóricos y muy estereotipados tipos sevillanos ... y de otras queridas regiones de España.
No quería que se terminara y hasta me ponía a releer por puro placer, para no llegar al final ... que fue muy sorprendente e inesperado.
Me ha encantado y la recomiendo muy especialmente.

"Pero estaban los tres a salvo, y aquello era Sevilla. Y el domingo toreaba Curro Romero en La Maestranza. Y Triana se erguía iluminada al otro lado del río, como un refugio, custodiada cual centinela impasible por el perfil de bronce de Juan Belmonte. Y había once bares en trescientos metros, en el Altozano. Y la sabiduría, el tiempo cambiante y la piedra inmutable aguardaban en el fondo de botellas de cristal negro y manzanilla rubia. Y en algún sitio una guitarra rasgueaba impaciente, en espera de la voz que le templara una copla. Y después de todo, nada era tan importante. Un día, don Ibrahim, el Potro, la Niña, el rey de España y el papa de Roma, todos ellos estarían muertos. Pero aquella ciudad seguiría allí, donde siempre estuvo, oliendo a azahar y naranjas amargas, y a dama de noche, y a jazmín en primavera. Mirándose en el río por el que habían llegado y se habían ido tantas cosas buenas y malas, tantos sueños y tantas vidas: Paraste el caballo, yo lumbre te di y fueron dos verdes luceros de mayo tus ojos pa mí… Cantó la Niña. Y como si el cantar fuera una señal, un lejano redoble de tambor o un suspiro tras una reja, los tres compadres se pusieron en marcha, el uno junto al otro, sin mirar atrás. Y la luna los fue siguiendo silenciosamente por el agua del río, hasta que se alejaron entre las sombras y sólo quedó atrás, muy bajito, el eco de la última copla de la Niña Puñales".
Lucila Argüello

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