19 de abril de 2014

"Los bienes de este mundo", de Irène Némirovsky

Los bienes de este mundo Irène Némirovsky
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: José Antonio Soriano Marco 
Editorial: Salamandra

SINOPSIS:
Publicada por entregas en el semanario Gringoire entre abril y junio de 1941 bajo el epígrafe «Obra inédita de una mujer joven» para eludir la prohibición de trabajar que el gobierno de Vichy imponía a los judíos, esta novela se editaría en 1947, cinco años después del asesinato de su autora en Auschwitz. La profunda discordancia entre la indiferente placidez de la vida burguesa y el dramático devenir de los acontecimientos —que sería el leitmotiv de su siguiente y última obra, la excepcional Suite francesa—, es el hilo conductor del que Némirovsky se sirve para narrar las vicisitudes de una familia burguesa del norte de Francia sobre el trasfondo de un período especialmente convulso de la historia europea que culmina con el desmoronamiento del orden social que siguió a la ocupación alemana.
Hijo de los propietarios de una importante fábrica de papel desde hace generaciones, el joven Pierre Hardelot contraviene los deseos de sus padres renunciando a su compromiso de boda con Simone, la rica heredera que han escogido para él. Para mayor escarnio, Pierre se ha enamorado de Agnès, que no tiene dote y pertenece a una familia de la pequeña burguesía de reciente arraigo en el pueblo. Así, por medio de la rebelde actitud de Pierre y la decadencia de los Hardelot, Némirovsky ha escrito una persuasiva historia de amor, dulce y amarga por igual, en la que acompaña a los personajes con una mirada inclemente, aunque siempre teñida de afecto y comprensión.

OPINIÓN:
Adoro a Irène Némirovsky y pensar en lo que fue su vida y su destino me emociona. He leído casi al completo los libros en español o catalán que han salido de ella. “Los bienes de este mundo” es la obra recientemente publicada, que no la última, de la autora ucraniana, con la que Salamandra ha querido conquistar de nuevo a sus fieles. Hace varios años que nos tienen acostumbrados a sacar de su chistera una novela de Irène Némirovsky  ya es una ocasión esperada (sacan una obra al año aproximadamente sobre el mes de abril). Que me perdonen los devotos de semana santa, pero mientras ellos manifiestan su fervor por las calles, en sus procesiones, yo me he dedicado con ansia a la lectura de “Los bienes de este mundo” (Ya he dicho que la adoro ¿no?). 
Una vez más Némirovsky deleita con una novela corta, que yo describiría como una especie de mini "Suite francesa", la magna e inacabada obra de Irène. En ambas novelas se describe el éxodo masivo de civiles, refugiados obligados a abandonar sus casas, sus tierras, sus negocios, en plena batalla. Es un caos donde cunde la desesperación, la muerte y también tiene lugar el amor y la esperanza.
Volviendo a la obra que nos ocupa, "Los bienes de este mundo" narra la vida del “clan” de los Haredot durante varias generaciones. Los Haredot son una familia aburguesada, de clase media, poseedora de una importante fábrica de papel, de raíces fuertemente arraigadas en la apacible Saint-Elme, una región del noreste francés, aparentemente inexpugnable. Hasta aquí se trata de una historia familiar, la de un apellido reconocido, Haredot, que evoca seguridad, riqueza, recursos, un futuro para sus herederos y entorno más próximo. Si nos quedamos con esta idea recuerda muchísimo a “Los Buddenbrook”, de Thomas Mann, pero hay más.
La historia arranca a inicios del siglo XX y atraviesa, sin concesiones, los estragos de la I Guerra Mundial, para posteriormente revivir los tiempos de tregua hasta el estallido de la II Guerra Mundial y la ocupación alemana de Francia en el año 1941.
Némirovsky no expone ni ahonda en los motivos de sendas contiendas, no obstante su mirada aguda y su estilo magistral muestran con descripciones precisas y certeras las consecuencias que estos hechos infligieron en la existencia de millones de seres, cuando los cimientos del mundo debieron tambalearse en lo más hondo. A través del viejo Julien Haredot, de Pierre Haredot y su mujer Agnés, del hijo de ambos, Guy, y otros personajes no menos importantes, se experimenta los sinsabores de aquellos tiempos. 
No se puede ignorar que la propia Nemirovsy fue testigo de estos acontecimientos. Nacida en 1903, pudo ser consciente de las consecuencias de la Gran guerra, vivir ese periodo de presunta paz y felicidad desde 1919-1938 y ser protagonista de una nueva sacudida del mundo, hasta su muerte en el campo de concentración de Auschwitz en 1942. Con todo, la mirada de Irène Némirovsky es lúcida, punzante, irónica, y aunque dolorosa, es especialmente esperanzadora. 
Es un libro que concluyo con pesar porque ahora me tocará esperar y que he disfrutado por las ganas que tenia de reencontrarme con Némirovsky.
Y termino con unas frases de la novela:
“Un Harredot necesita saber dónde está, aunque sea en el infierno. Después de todo estuve en él durante cuatro años. Pero, demonios, sabía, dónde me encontraba, mientras que ahora lo insoportable es esta especie de limbo, de niebla, de espejismo… ¡Bah! Este miedo tremendo pero impreciso es el mal de la época; seguramente en los manuales de Historia se leerá‘ Entre 1920 y 19… el mundo vivió un periodo relativamente feliz’"
“Había hecho acopio de todos los bienes de este mundo, toda la amargura y dulzura de la tierra habían dado su fruto.”
Dolors Martínez

4 comentarios:

  1. Lo tuyo por la obra de Némirovsky es auténtica pasión :)
    Yo me quedé en "Suite francesa", pero tengo "David Golder" pendiente y no tardará en caer.

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    Respuestas
    1. Sí, sí, soy fan total de Nemirovsky, lo reconozco. Cada una con sus fetiches, en tu caso Jane Austen, yo Nemi :)

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  2. Yo también soy fan total. Libro de ella que cae en mis manos, lo leo sin dudar. Llevo va, creo que 9, y este está al caer ;-)
    Gracias!

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