10 de julio de 2013

"Cannery Row", de John Steinbeck

Cannery Row John Steinbeck
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: José Luis Piquero
Editorial: Navona

SINOPSIS:
Cannery Row, el arrabal conservero de Monterrey, es un poema, un hedor, un ruido chirriante, una cualidad de la luz, una tonalidad, un hábito, una nostalgia, un sueño. Es el lugar donde viven Mack y sus muchachos, golfos y vagabundos de buen corazón; y Doc, el científico individualista, alma auténtica del barrio; y Dora, bondadosa madame del burdel Bandera del Oso; y Lee Chong, el astuto tendero chino que siempre acaba proporcionando crédito para todas las francachelas. Y los pescadores y los perros callejeros y las prostitutas y los artistas y los soldados con sus novias. Sobre las cabañas y los bares de Cannery Row gravitan las fuerzas del bien y del mal, que arrastran a los personajes y les confieren la función de catalizadores de la gran urdimbre cósmica.

OPINIÓN:
Esta obra de uno de mis autores predilectos (que ahora lo es aún más) sorprende por varias razones.
Una puede ser el tono desenfadado con que está escrita. No voy a calificarla como comedia, pero desde luego carece del potencial dramático de “Las uvas de la ira” o “La perla”. Y aunque los personajes que la protagonizan dan para ahondar en las miserias de la existencia (vagabundos, prostitutas, lobos solitarios…) el autor no busca la lágrima fácil (cosa que, por otro lado, nunca ha hecho, pues sus dramas son bien complejos) y nos muestra el lado menos gris del arrabal.
Por otro lado es una historia que sin tener un tema central, sin tener la clásica estructura comienzo-nudo-desenlace, limitándose a describir el día a día de las gentes de Cannery Row durante un período más bien breve de tiempo, engancha desde las primeras líneas y el lector siente que hay una historia más allá de la descripción de los personajes; y es que realmente la hay: la historia es Cannery Row en sí, sus calles, sus edificios, su gente.
Además Steinbeck recurre, como ya hiciera en “Las uvas de la ira”, a intercalar breves capítulos ajenos a la historia (aunque aquí se aprecia menos pues dicha historia no está muy claramente definida) en los que describe un atardecer, el recuerdo de uno de los personajes, una pequeña narración sobre un animal que llega al barrio, etc. que actúan como perfectos enlaces entre la fiesta que los vagabundos quieren dar al querido científico local, la epidemia de gripe o las meditaciones del tendero chino, historias estas últimas que conforman el grueso de la narración.

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