19 de julio de 2018

"Románov. Crónica de un final: 1917-1918"

Románov Crónica de un final 1917-1918
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Tatiana Shvaliova
Edición: Tatiana Shvaliova con la colaboración de Ezra Alcázar
Editorial: Páginas de Espuma

SINOPSIS:
Correspondencia y memoria de una familia, documental del final de los últimos zares de Rusia, este libro recoge cartas, diarios, documentos y testimonios  sobre uno de los episodios más trágicos de nuestra historia.
Durante trescientos años el destino de todas las Rusias había sido guiado por la dinastía Románov. Cuando en 1896 Nicolás II fue coronado no podía imaginar que poco más de dos décadas después los acontecimientos tenían reservado para él y los suyos un trágico fin. A principios del siglo XX la imperial Rusia, sumida en la I Guerra Mundial y en un clima prerrevolucionario, se rompe en mil pedazos y la revolución de febrero de 1917  desemboca en la abdicación del zar, la aparición del sóviet como nuevo modelo de poder, el posterior cautiverio de la familia real y su ejecución en julio de 1918. 
En aquellos meses convulsos todos sus integrantes –los zares y sus cinco hijos– vivieron tres encierros en los que la correspondencia y el diario fueron una vía de escape, confesión y diálogo con el exterior. Estas páginas, construidas desde la pasión y el amor, la incomprensión y el temor, la memoria y el análisis de una época, recorren aquellas vidas y sus propias escrituras que son testimonio histórico, pero también vital y cotidiano, de uno de los episodios decisivos de la historia contemporánea.

OPINIÓN:
Estos días se han cumplido 100 años de la ejecución del zar Nicolás II y su familia que se dio lugar en la noche del 16 al 17 de julio de 1918.
La presente publicación recopila los testimonios de la familia y allegados, desde febrero de 1917 a julio de 1918. En ella encontramos sobre todo fragmentos del diario de Nicolás II y de la zarina Alejandra, también algunas cartas de sus hijas e hijo, las memorias de Pierre Guillard, su profesor, y algún escrito de las memorias de Aleksandr Kérenski, que tras la revolución ocupó puestos importantes en el Gobierno Provisional de Rusia.
El libro se estructura en tres partes que se corresponden con los tres lugares en los que la familia pasó el cautiverio. Primero en Tsárskoye Seló, después en Tobolsk y finalmente en Ekaterimburgo. 
Nadie de la familia sospechó su final, así que nos encontramos ante escritos que describen, en numerosas ocasiones, hechos cotidianos. Nicolás II describe, por ejemplo, la preocupación por lo que sucede en el país, la primera guerra mundial, el desasosiego por estar lejos de su familia cuando el deber le reclamaba, y también nos hace participes de las pequeñas cosas del día a día, como sus lecturas o los paseos y juegos con la familia. 
A lo largo de las páginas se nos descubre la forma de ser de todos ellos, especialmente del zar y la zarina, y del conjunto, una familia muy unida, creyente, leal y fuerte.
Me ha gustado mucho conocer los últimos momentos de la familia Románov. El zar era una figura clave en los acontecimientos y la atmósfera política de su país era una cuestión primordial para él y su familia. Al tiempo que sabemos de su vida, se es testigo de los cambios que la sociedad rusa reclamaba y, con ello, el conflicto interno que se avecinaba. Una lectura muy interesante que se lee con avidez (al menos yo, a cada nota o carta leída, pensaba "otra, un poco más", y seguía).
Dolors Martínez

1 comentario:

  1. A propósito de los cien años de la caída del zarismo, este libro pinta interesante. Debería ser un recordatorio de los reyes y reinas que quedan en el mundo, principalmente para los de España e Inglaterra, de que su cabeza todavía puede estar en las manos de sus súbditos, aunque por hoy, los súbditos parecen muy contentos con sus figuras decorativas. Lo que pasa es que estas clases parasitarias vegetan fundamentadas por una tradición y tarde o temprano terminan haciendo daño al organismo en el que habitan. Por cierto, si bien es que en América Latina no tenemos familias reales, nuestra mentalidad de colonos nos hace no solo crear nuestros propios nuevos reyes, sino también obedecer en muchos aspectos a nuestros antiguos reyes de cuño europeo.

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