14 de septiembre de 2018

"Sucios, grasientos, rebeldes. Una revolución greaser", de VV.AA.

Sucios grasientos rebeldes
FICHA TÉCNICA:
Género: Narrativa
Traducción: Javier Lucini
Editorial: La Felguera

SINOPSIS: 
Aquí están los hillbillies y rednecks revolucionarios! ¡La Nación de la Basura Blanca! ¡Los greasers de la «brillantina revolucionaria»! Todos esos amantes de las armas que escuchaban country y rock and roll, amaban las motos y se vestían impecablemente. Tipos que en otro tiempo vivían en las colinas de lugares remotos y aislados y que la prensa solía describir como contrabandistas de whisky, violentos e inestables.

Esta es una historia insólita y desconocida, una unión (casi) imposible entre la bandera confederada y el black power en las peligrosas calles de Chicago, una ciudad convertida en jungla y en medio de un clima de levantamiento armado. A finales de los años sesenta, los Jóvenes Patriotas se unieron a los Panteras Negras y los puertorriqueños Young Lords para crear un Frente Unido contra el Fascismo. Llevaban chaquetas o gorras con la bandera sureña. Su líder, en la conferencia inaugural de aquella inaudita alianza rebelde, se preguntaba: «¿Quién de todos los aquí presentes y quién de ahí fuera va a dejar que el hijo de puta del capitalismo y el racismo derribe al pueblo a punta de pistola? ¿Quién va a hacerlo? ¿Quién es el perro racista? Dejadle subir aquí para que pueda arrancarle la cabeza a bocados. Dejad que me ponga en contacto con ese hijo-de-la-gran-puta y, si queréis, podéis abuchear. Y poned de fondo a Johnny Cash, porque Johnny Cash dice la verdad». Había llegado el Stone Revolutionary Grease, como fueron conocidos, un numeroso grupo de seguidores de Chuck Berry y enemigos del orden y la ley.
Más tarde, fundaron Rising Up Angry (1969-1975), una organización revolucionaria que publicó un potente y bello periódico del que te ofrecemos una selección de sus más potentes manifiestos, proclamas e incendios. El nombre lo tomaron de la película Wild in the streets y dio voz a las pandillas más duras de Chicago, algunas de ellas verdaderos ejércitos urbanos, como los Blackstone Rangers, Egyptian Cobras, Palmer Gaylords, Black Disciples, Young Comancheros, Black Angels, Mohawks, Hudsons, North Park, Latin Eagles o los hoy célebres Latin Kings. Fueron los primeros en hacer un llamamiento y soñar con el fin de las guerras por el territorio. El plan tenía como objetivo unirlas contra un mismo objetivo, la policía, o como dijo el líder pantera Huey P. Newton, «los hombres de negocios, el maldito Mickey Mouse y los cerdos».

«Llevamos mucho tiempo cabreados, curtiéndonos. Tenemos hambre, hambre de vida. Pisamos el acelerador, estamos locos, corremos, discutimos, presionamos, empujamos. Somos luchadores. Sí, arremetemos y golpeamos […] Nos vamos a ALZAR EN LA FURIA, y no de manera clandestina. Somos directos, somos igual de duros, infames, sucios y directos que la ciudad de Chicago; ¡y haremos lo que haga falta para recuperar la ciudad y hacerla nuestra!», proclamaban en el primer número de Rising Up Angry. Aquí está. ¡Han llegado! La tropa sucia, grasienta y rebelde.

OPINIÓN:
A todos nos resulta familiar la organización Panteras Negras, jóvenes de color que lucharon contra los prejuicios raciales y los abusos policiales. Sin embargo, no fueron la única pandilla (pues, aunque organización política, su raíz está en pandillas de barrio) que alzaron la voz, y las armas, contra el poder establecido, el poder del capitalismo, el poder del hombre blanco de negocios.
A finales de los sesenta, los Young Patriots (jóvenes de raza blanca descendientes de los rednecks de las colinas, obreros y muy pobres) se unen a los Panteras y otras organizaciones de jóvenes latinos y orientales para formar una alianza frente al enemigo común. Se intenta concienciar a los más jóvenes de que las luchas entre bandas no sólo no llevan a ninguna parte, sino que favorecen a los poderes fácticos teniéndolos muy ocupados en luchas absurdas. Las pandillas se reconfiguraron en asociaciones de carácter político-social que comienzan actividades de ayuda a la comunidad sirviendo desayunos calientes, prestando servicios de asesoría legal, medicina y educación. Además de esta labor social, también se constituyen grupos de autodefensa donde se enseña el funcionamiento y manejo de armas: la policía no defiende al pueblo, sino al hombre de negocios, y no dudarán en disparar para defender sus intereses y derechos básicos. De este modo comienza una campaña a distintos niveles (se intenta la negociación primero, la intimidación después) contra policías y políticos corruptos, caseros usureros y cualquiera que no acepte la igualdad de todos los ciudadanos. Por otro lado, comienza a publicarse el periódico «Rising Up Angry», altavoz a través del cual estas asociaciones denuncian los abusos que se cometen sobre la comunidad, y se tratan otros temas como el fascismo que se esconde tras la fachada del ciudadano ideal, el engaño de Vietnam, las actividades a realizar e incluso se realiza un interesante estudio del mafioso de principios de siglo, distinguiendo entre quienes luchaban por el pueblo contra el sistema, cuyo ejemplo más destacable es John Dillinger, y quienes no eran más que otra pieza del sistema podrido, a quienes las autoridades casi permitían sus actividades ilícitas, como el archiconocido Al Capone.
El grueso de la obra es una recopilación de artículos y fotografías contenidas en aquel periódico, una radiografía de una época que ha permanecido silenciada durante muchos años y que recuerda en gran medida (y por desgracia, parece que no se avanza mucho) a situaciones que siguen viviendo hoy en día los menos favorecidos económicamente, siendo el ejemplo más significativo el de la presión inmobiliaria para expulsar a los pobres de sus casas y poder demoler y construir nuevamente para un sector de población privilegiado.

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