Género: Poesía
Editorial: Contrabando
Editorial: Contrabando
SINOPSIS:
Uno solo acepta ser prologuista de buenos amigos o grandes libros. Si tienes que arriesgar tu pellejo que sea por un buen amigo o por un libro que merezca la pena. Con “Heredar la nada” de Pedro Serrano –Premio Tiflos para escritores con discapacidad visual-, se cumplen los dos requisitos. Se trata de un gran poemario y de un buen amigo. O puede que sea al revés, que se trate de un buen poemario y de un gran amigo. El orden de los factores no altera el resultado.
Pedro Serrano (Pinoso, 1963) –polifacético personaje borgiano uno y múltiple, o múltiple de uno-, posiblemente se vea más como un topo que excava galerías en el interior de un sueño vital que se derrumba lentamente, pero a mí me gusta más la metáfora de un ciego disparando versos al corazón de las tinieblas del fracaso vital que nos rodea.
Pedro Serrano (Pinoso, 1963) –polifacético personaje borgiano uno y múltiple, o múltiple de uno-, posiblemente se vea más como un topo que excava galerías en el interior de un sueño vital que se derrumba lentamente, pero a mí me gusta más la metáfora de un ciego disparando versos al corazón de las tinieblas del fracaso vital que nos rodea.
(Ramón Bascuñana)
OPINIÓN:
Dice el poeta Ramón Bascuñana en el prólogo: «Un libro de poemas debería ser un bosque, un bosque impenetrable, o un desierto interminable, o la caverna primigenia, o el útero esencial. Lugares donde orientarse es difícil o, al menos, dificultoso…». Y todo esto es «Heredar la nada»: un laberinto frío plagado de sombras y sobrevolado por una constante sensación de fracaso vital, de desilusión; una cueva en la que la luz sólo entra para cegarnos aún más.
Abundan en la obra los juegos de contrarios: luz/sombra, poesía/silencio, vida/muerte, materia/nada… siendo la primera dupla la de mayor peso, como puede apreciarse citando algunos versos de varios poemas:
Manteniendo el juego de contrarios, nos habla el autor también de las heridas del poeta y de la poesía que nace de la herida; del mismo modo, de la batalla entre poesía/ficción y realidad, donde esta última se alza triunfante:
Paradójicamente, en la parte final, una suerte de monólogo interior sobre la muerte titulada «Postrero: heredar la nada», encontramos los versos más cálidos, aquellos donde la luz no peca de exceso y deja de ser un haz cegador para iluminarnos en una reconciliación con lo que nos rodea.
«Heredar la nada» fue galardonada con el Premio Tiflos 2016 para escritores con discapacidad visual, y ha sido esta oscuridad que poco a poco se cierne sobre el autor lo que le ha llevado a buscar, quizá casi de modo involuntario, nuevas formas de representar ideas sobre el papel, dando lugar una poesía de enorme contenido visual, casi táctil, que el propio Serrano considera el diagnóstico de su situación.
Una delicia de obra para quienes, como yo, disfrutan caminando entre las sombras, con poemas que suponen un directo al mentón que nos deja tambaleándonos con motivos como el poeta llorando en la ducha, el sueño de los vivos y los muertos o la inutilidad del genio; con versos que obligan a detener la lectura para poder reposar la imagen brindada (El piano es sólo un símbolo / el genio debería perder la costumbre de tocar). Uno de los poemarios más intensos y potentes que he leído en mucho tiempo y que sin duda recomiendo.
Abundan en la obra los juegos de contrarios: luz/sombra, poesía/silencio, vida/muerte, materia/nada… siendo la primera dupla la de mayor peso, como puede apreciarse citando algunos versos de varios poemas:
Algunas noches alumbran más que el resto de luces encendidas.
Con las luces apagadas hay cosas que empiezan a vivir y a tener más sentido.
Espero a que la luz se ande ensuciando de oscuro.
La luz, definitivamente, es heredar la nada.
La pasión está conectada a un router
el deseo sólo se dispara
en una zona wifi.
Dignifica siempre con palabras
lo que amas
hereda el calor de los que se
encienden otra vez con el deseo.
Una delicia de obra para quienes, como yo, disfrutan caminando entre las sombras, con poemas que suponen un directo al mentón que nos deja tambaleándonos con motivos como el poeta llorando en la ducha, el sueño de los vivos y los muertos o la inutilidad del genio; con versos que obligan a detener la lectura para poder reposar la imagen brindada (El piano es sólo un símbolo / el genio debería perder la costumbre de tocar). Uno de los poemarios más intensos y potentes que he leído en mucho tiempo y que sin duda recomiendo.
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