Género: Narrativa
Editorial: Plaza & Janés
SINOPSIS:
En un pequeño y céntrico barrio de la ciudad hay cinco mujeres que compran flores. Al principio ninguna lo hace para sí misma: una las compra para su amor secreto, otra para su despacho, la tercera para pintarlas, otra para sus clientas, la última... para un muerto. La última soy yo y ésta es mi historia.
Después de la pérdida de su pareja, Marina se da cuenta de que está totalmente perdida: había ocupado el asiento del copiloto durante demasiado tiempo. Buscando empezar de cero acepta un trabajo provisional en una curiosa floristería llamada El Jardín del Ángel. Allí conocerá a otras mujeres muy diferentes entre sí, pero que, como ella, se encuentran en una encrucijada vital con respecto a su trabajo, sus amantes, sus deseos o su familia. De la relación entre ellas y Olivia, la excéntrica y sabia dueña del local, surgirá una estrecha amistad de la que dependerá el nuevo rumbo que tomarán sus vidas.
Las mujeres que compran flores son:
Marina
Sufre el síndrome del copiloto: siempre ha dependido de que su pareja le marque el rumbo de su vida. Su flor es la violeta , que simboliza la humildad y la timidez, pero también la confianza en sí misma que debe ganarse.
Casandra
Padece el síndrome de la superwoman: antes que depender de nadie se aplicaría la eutanasia activa. Prioriza su éxito profesional sobre su vida personal, en el caso de tenerla. Su flor es la orquídea azul, símbolo del relax que le falta.
Gala
Representa el síndrome de Galatea: cree firmemente que la mujer tiene hoy todos los derechos. Todos salvo el de envejecer. Su flor es el lirio blanco, símbolo de una coquetería que no se marchita hasta morir.
Aurora
Encarna el síndrome de la bella sufriente: confunde el amor con la obsesión. Es decir, cuanto más dolor más enamorada se siente. Su flor es la caléndula, la flor de la pena. Pero también es símbolo de la crueldad que no se atreve a devolver, ni siquiera en pequeñas dosis, para defenderse.
Victoria
Una de esas mujeres que han decidido poder con todo -la mejor madre, la mejor trabajadora, la mejor hija-, o dicho de otro modo, las que tienen el síndrome de la omnipotente. Su flor es la del membrillo, la flor de la tentación. La tentación de romper con todo y liberarse.
Después de la pérdida de su pareja, Marina se da cuenta de que está totalmente perdida: había ocupado el asiento del copiloto durante demasiado tiempo. Buscando empezar de cero acepta un trabajo provisional en una curiosa floristería llamada El Jardín del Ángel. Allí conocerá a otras mujeres muy diferentes entre sí, pero que, como ella, se encuentran en una encrucijada vital con respecto a su trabajo, sus amantes, sus deseos o su familia. De la relación entre ellas y Olivia, la excéntrica y sabia dueña del local, surgirá una estrecha amistad de la que dependerá el nuevo rumbo que tomarán sus vidas.
Las mujeres que compran flores son:
Marina
Sufre el síndrome del copiloto: siempre ha dependido de que su pareja le marque el rumbo de su vida. Su flor es la violeta , que simboliza la humildad y la timidez, pero también la confianza en sí misma que debe ganarse.
Casandra
Padece el síndrome de la superwoman: antes que depender de nadie se aplicaría la eutanasia activa. Prioriza su éxito profesional sobre su vida personal, en el caso de tenerla. Su flor es la orquídea azul, símbolo del relax que le falta.
Gala
Representa el síndrome de Galatea: cree firmemente que la mujer tiene hoy todos los derechos. Todos salvo el de envejecer. Su flor es el lirio blanco, símbolo de una coquetería que no se marchita hasta morir.
Aurora
Encarna el síndrome de la bella sufriente: confunde el amor con la obsesión. Es decir, cuanto más dolor más enamorada se siente. Su flor es la caléndula, la flor de la pena. Pero también es símbolo de la crueldad que no se atreve a devolver, ni siquiera en pequeñas dosis, para defenderse.
Victoria
Una de esas mujeres que han decidido poder con todo -la mejor madre, la mejor trabajadora, la mejor hija-, o dicho de otro modo, las que tienen el síndrome de la omnipotente. Su flor es la del membrillo, la flor de la tentación. La tentación de romper con todo y liberarse.
Adictiva, divertida, romántica, honesta, "Mujeres que compran flores" es una emocionante novela sobre la amistad, una aventura cotidiana en busca de la independencia femenina, un épico viaje al centro de los sueños de la mujer contemporánea.
En el mes de mayo del 2019, mes de las flores y de las madres, el libro escogido por aplastante mayoría para ser leído en forma conjunta en el Club de Lectura Literatura+1, fue MUJERES QUE COMPRAN FLORES de Vanessa Montfort.
La lectura comienza de forma muy atractiva porque Montfort adopta como vivaz protagonista paralela a la ciudad de Madrid, específicamente, al castizo Barrio de Las Letras y a la Plaza del Ángel, con detalladas y amorosas descripciones de lugares históricos y turísticos que aparentemente son reales; así como de teatros, cafés y restaurantes a los que hace propaganda gratuita ...
Los sagrados huesos de Cervantes y Lope de Vega, acompañados ambos con histórica reverencia por la Cruz de Malta, también tienen su participación, su simpático y bufo homenaje ...
También pone a actuar como personajes secundarios a personalidades actuales de la vida real: pintor, editor, director de cine, escritora ... y a ella misma, la autora Vanessa Montfort quien hace su entrada triunfal en el Jardín del Ángel en un recurso de interacción de la ficción con la realidad muy a lo Woody Allen en película La Rosa Púrpura del Cairo y de Unamuno en la “nivola” Niebla.
… Me provocó intriga saber cómo iban a terminar las historias de las cinco mujeres ...
Sobre todo, me gustaron y me parecieron emocionantes los capítulos entreverados en las historias de las mujeres, de la solitaria odisea de liberación de la doliente viuda Marina en el velero Peter Pan por el Mediterráneo; destino: Tánger y el metafórico funeral acuático de las cenizas del difunto marido Óscar, cuyo fantasma no deja de aparecérsele durante los momentos tormentosos de la travesía. Ésa fue mi parte favorita y la considero bien lograda, escrita con gracia, realismo, fantasía y poesía ...
Esta novela, obra de una mujer, con protagonistas mujeres, simbólicamente escenificada en un jardín plantado donde fue un cementerio, el camposanto de un famoso y antiquísimo convento, funcionó como un refrescante oasis de frivolidad, muy apropiado para comentarios ligeros y graciosos, y para ilustraciones lindas y floridas ... al mismo tiempo que dio lugar a cuestionamientos bastante serios, interesantes y profundos (algunas veces retrospectivos, otras introspectivos) sobre el final del camino al que conduce el feminismo llevado a extremos, la paradoja de la esclavizante liberación femenina ... la soledad de la libertad … después de libros más densos y masculinos que hemos leído en el Club de Lectura de Literatura+1.
El dedo florido de la novela hurga en la llaga emocional del duelo, la dependencia psicológica, la baja autoestima, la soledad afectiva en aras del triunfo profesional, la maternidad, el matrimonio, la infidelidad, los padres y las madres, la violación, el adulterio, la homosexualidad, la transformación personal y la liberación espiritual, la entrega en adopción de un hijo y la concepción artificial fuera del matrimonio, y sobre todo, prolifera en la sororidad frente al amor y la sexualidad, y sus implicaciones en todos y cada uno de estos temas … decorados con diferentes clases de flores y sus significados.
Por éso, la obra me pareció como una caricatura de parábola, ... supuesta fábula, que intenta ser aleccionadora de cómo deben de vivir las mujeres feministas y liberadas en el siglo XXI, dejando totalmente a un lado sus intereses maternales y familiares ... con ejemplos de supuestos síndromes pseudo psicológicos ...
Y amenizada, para despertar interés, con toda clase de enrevesadas aventuras eróticas de un grupo de mujeres sexualmente promiscuas; unas adúlteras y otras lesbianas ... (sufrí un shock lector que me hizo abandonar la lectura por dos días); con caracteres muy estereotipados y bien dibujados, pero que llegan a ser cansones con sus cursis consignas repetitivas, sus clichés y su falta de moralidad.
La novela hace gala de una ramillete de sentencias, dichos y refranes enarbolados por el ángel jardinero o hada madrina ... defensora de la humanidad, que se burla de la autoridad ... un ser mágico que oficia de vestal o sibila etérea y difusa, envuelta en un aura de misterio ... proclamando un oráculo de mensajes libertarios, anárquicos y epicúreos, menospreciando el sagrado rol de la maternidad en el matrimonio y el papel fundamental de la familia en la sociedad ... (Para mis adentros pensaba que menos mal que las lectoras del club son personas adultas con criterio formado).
Creí que el libro estaba bien escrito, porque es ameno de leer ... tiene frases interesantes e ingeniosas ... salidas humorísticas; descripciones muy bien detalladas y agradables ... figuras poéticas y mucho simbolismo que interpretar ... que al principio causan muy buena impresión … al principio, antes de descubrir las incongruencias, cabos sueltos, improvisaciones, faltas de edición, errores ortográficos y un final precipitado.
En conclusión, aunque la novela Mujeres que Compran Flores me entretuvo y la disfruté, esta parodia de la vida femenina me parece exagerada y peligrosa si llega a caer en manos de jovencitas que no saben lo que es la vida y la puedan tomar en serio. He dicho...
La lectura comienza de forma muy atractiva porque Montfort adopta como vivaz protagonista paralela a la ciudad de Madrid, específicamente, al castizo Barrio de Las Letras y a la Plaza del Ángel, con detalladas y amorosas descripciones de lugares históricos y turísticos que aparentemente son reales; así como de teatros, cafés y restaurantes a los que hace propaganda gratuita ...
Los sagrados huesos de Cervantes y Lope de Vega, acompañados ambos con histórica reverencia por la Cruz de Malta, también tienen su participación, su simpático y bufo homenaje ...
También pone a actuar como personajes secundarios a personalidades actuales de la vida real: pintor, editor, director de cine, escritora ... y a ella misma, la autora Vanessa Montfort quien hace su entrada triunfal en el Jardín del Ángel en un recurso de interacción de la ficción con la realidad muy a lo Woody Allen en película La Rosa Púrpura del Cairo y de Unamuno en la “nivola” Niebla.
… Me provocó intriga saber cómo iban a terminar las historias de las cinco mujeres ...
Sobre todo, me gustaron y me parecieron emocionantes los capítulos entreverados en las historias de las mujeres, de la solitaria odisea de liberación de la doliente viuda Marina en el velero Peter Pan por el Mediterráneo; destino: Tánger y el metafórico funeral acuático de las cenizas del difunto marido Óscar, cuyo fantasma no deja de aparecérsele durante los momentos tormentosos de la travesía. Ésa fue mi parte favorita y la considero bien lograda, escrita con gracia, realismo, fantasía y poesía ...
Esta novela, obra de una mujer, con protagonistas mujeres, simbólicamente escenificada en un jardín plantado donde fue un cementerio, el camposanto de un famoso y antiquísimo convento, funcionó como un refrescante oasis de frivolidad, muy apropiado para comentarios ligeros y graciosos, y para ilustraciones lindas y floridas ... al mismo tiempo que dio lugar a cuestionamientos bastante serios, interesantes y profundos (algunas veces retrospectivos, otras introspectivos) sobre el final del camino al que conduce el feminismo llevado a extremos, la paradoja de la esclavizante liberación femenina ... la soledad de la libertad … después de libros más densos y masculinos que hemos leído en el Club de Lectura de Literatura+1.
El dedo florido de la novela hurga en la llaga emocional del duelo, la dependencia psicológica, la baja autoestima, la soledad afectiva en aras del triunfo profesional, la maternidad, el matrimonio, la infidelidad, los padres y las madres, la violación, el adulterio, la homosexualidad, la transformación personal y la liberación espiritual, la entrega en adopción de un hijo y la concepción artificial fuera del matrimonio, y sobre todo, prolifera en la sororidad frente al amor y la sexualidad, y sus implicaciones en todos y cada uno de estos temas … decorados con diferentes clases de flores y sus significados.
Por éso, la obra me pareció como una caricatura de parábola, ... supuesta fábula, que intenta ser aleccionadora de cómo deben de vivir las mujeres feministas y liberadas en el siglo XXI, dejando totalmente a un lado sus intereses maternales y familiares ... con ejemplos de supuestos síndromes pseudo psicológicos ...
Y amenizada, para despertar interés, con toda clase de enrevesadas aventuras eróticas de un grupo de mujeres sexualmente promiscuas; unas adúlteras y otras lesbianas ... (sufrí un shock lector que me hizo abandonar la lectura por dos días); con caracteres muy estereotipados y bien dibujados, pero que llegan a ser cansones con sus cursis consignas repetitivas, sus clichés y su falta de moralidad.
La novela hace gala de una ramillete de sentencias, dichos y refranes enarbolados por el ángel jardinero o hada madrina ... defensora de la humanidad, que se burla de la autoridad ... un ser mágico que oficia de vestal o sibila etérea y difusa, envuelta en un aura de misterio ... proclamando un oráculo de mensajes libertarios, anárquicos y epicúreos, menospreciando el sagrado rol de la maternidad en el matrimonio y el papel fundamental de la familia en la sociedad ... (Para mis adentros pensaba que menos mal que las lectoras del club son personas adultas con criterio formado).
Creí que el libro estaba bien escrito, porque es ameno de leer ... tiene frases interesantes e ingeniosas ... salidas humorísticas; descripciones muy bien detalladas y agradables ... figuras poéticas y mucho simbolismo que interpretar ... que al principio causan muy buena impresión … al principio, antes de descubrir las incongruencias, cabos sueltos, improvisaciones, faltas de edición, errores ortográficos y un final precipitado.
En conclusión, aunque la novela Mujeres que Compran Flores me entretuvo y la disfruté, esta parodia de la vida femenina me parece exagerada y peligrosa si llega a caer en manos de jovencitas que no saben lo que es la vida y la puedan tomar en serio. He dicho...
Lucila Argüello
Es un libro que se puede leer fácilmente, pero que no me dejará un recuerdo imborrable.
Creo que la idea inicial no era mala y que simplemente no se aprovechó lo suficiente. Pareciera que Vanessa Montfort escribió como habla o piensa, sin mucho pensarlo ni corregirlo.
A mi parecer, escogió la facilidad, sin profundizar ciertos aspectos y siendo muy pesada en otros. Lleno de lugares comunes y estereotipos, me parece que el libro fue escrito para ser un éxito comercial sin más.
Las mujeres son descritas como seres vulnerables, víctimas de su entorno.
Dos aspectos me molestaron bastante, la relación amorosa triangular de Cassandra y la aparición de la autora en su propio libro, culminación de la megalomanía para mí.
Si algo me gustó de este libro, fue la interacción que generó entre los miembros de este club.
Es un libro que se puede leer fácilmente, pero que no me dejará un recuerdo imborrable.
Creo que la idea inicial no era mala y que simplemente no se aprovechó lo suficiente. Pareciera que Vanessa Montfort escribió como habla o piensa, sin mucho pensarlo ni corregirlo.
A mi parecer, escogió la facilidad, sin profundizar ciertos aspectos y siendo muy pesada en otros. Lleno de lugares comunes y estereotipos, me parece que el libro fue escrito para ser un éxito comercial sin más.
Las mujeres son descritas como seres vulnerables, víctimas de su entorno.
Dos aspectos me molestaron bastante, la relación amorosa triangular de Cassandra y la aparición de la autora en su propio libro, culminación de la megalomanía para mí.
Si algo me gustó de este libro, fue la interacción que generó entre los miembros de este club.
Caroline Sakaël
A veces es complicado entender por qué queda una sensación de no me agrada o sí me gusta en algunas cosas, simplemente se siente. En mi caso esta lectura no me terminó de llenar y tal vez sea por la misma razón que en otras lecturas, no me gusta cómo se maneja a ciertos personajes y a pesar de que es entendible que debe haber variedad de personajes, mi problema es cuando los estandarizan a todos, en este caso a un grupo, a los hombres. Las protagonistas están claramente diseñadas aun entre sus conflictos internos, tienen variedad de personalidad, o sea son individuales e inclusive las secundarias lo son, pero con respecto a lo otro hay un gran detalle que no me deja de dar vueltas en la cabeza, ¿en realidad todos los hombres somos así? Ocultando nuestros miedos en “hacer lo correcto”, no lo creo, no es una defensa de género, más bien es una aclaración importante. Me parece entender, en esta obra, que la sociedad del patriarcado altera la vida y el camino de las mujeres nada más, algo que no es así, pues a los hombres también afecta y no me refiero a las vivencias únicamente, sino a los sentimientos. Es un tema que seguro tiene varios puntos de vista, pero que a su vez es importante tratarlo, porque yo estoy seguro que también hay “hombres que compran flores”.
No he tenido la oportunidad de leer otra obra de la autora y según he leído ella misma dice que esta historia marcó "un giro radical a su producción". No sé cuál sea ese giro, pero mi comentario va expresamente sobre la sensación que me dejó el libro de este mes, no sé si Vanessa Montfort, condujo así su relato por algún motivo, tan solo sé que yo me sentí triste al leer a personajes hombres, todos tan vacíos, miedosos (incluyendo al arqueólogo), me sentí triste por una razón fundamental: no me gusta los estereotipos de ninguna clase, de ninguna forma, por ningún motivo, eso solo lleva a justificaciones sin fundamentos para generar muchos conflictos u odios.
La obra la encontré vista con un solo lado del prismático, los hombres del relato todos engañaron y mintieron, se escondieron o fueron empujados a actuar. Eso para una obra podrá estar bien, aunque no guste a muchos (incluyéndome), pero se debe dejar claro, he aquí mi aclaración importante: que no todos los hombres actuamos ocultando miedos tras acciones aparentemente correctas, que terminan por no serlo, porque a muchos también nos gusta comprar flores para desahogarnos del abrumador deseo de ser feliz y no tener una receta para ello.
A veces es complicado entender por qué queda una sensación de no me agrada o sí me gusta en algunas cosas, simplemente se siente. En mi caso esta lectura no me terminó de llenar y tal vez sea por la misma razón que en otras lecturas, no me gusta cómo se maneja a ciertos personajes y a pesar de que es entendible que debe haber variedad de personajes, mi problema es cuando los estandarizan a todos, en este caso a un grupo, a los hombres. Las protagonistas están claramente diseñadas aun entre sus conflictos internos, tienen variedad de personalidad, o sea son individuales e inclusive las secundarias lo son, pero con respecto a lo otro hay un gran detalle que no me deja de dar vueltas en la cabeza, ¿en realidad todos los hombres somos así? Ocultando nuestros miedos en “hacer lo correcto”, no lo creo, no es una defensa de género, más bien es una aclaración importante. Me parece entender, en esta obra, que la sociedad del patriarcado altera la vida y el camino de las mujeres nada más, algo que no es así, pues a los hombres también afecta y no me refiero a las vivencias únicamente, sino a los sentimientos. Es un tema que seguro tiene varios puntos de vista, pero que a su vez es importante tratarlo, porque yo estoy seguro que también hay “hombres que compran flores”.
No he tenido la oportunidad de leer otra obra de la autora y según he leído ella misma dice que esta historia marcó "un giro radical a su producción". No sé cuál sea ese giro, pero mi comentario va expresamente sobre la sensación que me dejó el libro de este mes, no sé si Vanessa Montfort, condujo así su relato por algún motivo, tan solo sé que yo me sentí triste al leer a personajes hombres, todos tan vacíos, miedosos (incluyendo al arqueólogo), me sentí triste por una razón fundamental: no me gusta los estereotipos de ninguna clase, de ninguna forma, por ningún motivo, eso solo lleva a justificaciones sin fundamentos para generar muchos conflictos u odios.
La obra la encontré vista con un solo lado del prismático, los hombres del relato todos engañaron y mintieron, se escondieron o fueron empujados a actuar. Eso para una obra podrá estar bien, aunque no guste a muchos (incluyéndome), pero se debe dejar claro, he aquí mi aclaración importante: que no todos los hombres actuamos ocultando miedos tras acciones aparentemente correctas, que terminan por no serlo, porque a muchos también nos gusta comprar flores para desahogarnos del abrumador deseo de ser feliz y no tener una receta para ello.
Milton Mantilla
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