Género: Narrativa
Editorial: Seix Barral
SINOPSIS:
"Un andar solitario entre la gente" es la historia de un caminante que escribe siempre a lápiz, recortando y pegando cosas, recogiendo papeles por la calle, en la estela de artistas que han practicado el arte del collage, la basura y el reciclaje —como Diane Arbus o Dubuffet—, así como la de los grandes caminantes urbanos de la literatura: de Quincey, Baudelaire, Poe, Joyce, Walter Benjamin, Melville, Lorca, Whitman… A la manera de Poeta en Nueva York, de Lorca, la narración de "Un andar solitario entre la gente" está hecha de celebración y denuncia: la denuncia del ruido extremo del capitalismo, de la conversión de todo en mercancía y basura; y la celebración de la belleza y la variedad del mundo, de la mirada ecológica y estética que recicla la basura en fertilidad y arte.
«Me gusta la literatura que me trastorna y me embriaga como vino o música, que me saca de mí, que me fuerza a leerla en voz alta y a favorecer su contagio, que me explica el mundo y me pone en pie de guerra con el mundo y me refugia de él y me revela con la misma vehemencia todo su horror y toda su belleza.»
Una fascinante novela que reconstruye los pasos de los grandes caminantes urbanos de la literatura y del arte que han querido explicarse la época que les ha tocado vivir.
OPINIÓN:
“Las preocupaciones y las obsesiones se disuelven en la observación incesante. Soy no lo que pienso o recuerdo o imagino sino lo que van viendo mis ojos y lo que escuchan mis oídos, el espía en la misión secreta de percibirlo todo, de coleccionarlo todo …… Es el futuro adivinado lo que resuena en la memoria, no el pasado inexistente”.
Cacofonía urbana transformada en poesía ... transformada al final en basura política.
Delicatessen literaria. Goce de las palabras y de la literatura. Actualidad y renovación en el estilo ... innovación del relato breve… alarido de denuncia que de pronto se convierte en expresión de odio hacia Estados Unidos … donde el narrador se siente un alien lleno de crítica envidiosa, retratando a la basura y a los homeless.
Al principio, nos sentimos identificados con el cronista que no suelta el móvil en todas sus caminatas, grabando todo lo que oye y lo que lee. Curioseamos con su espionaje callejero y su botín de bazofias propagandísticas, que colecciona. Cuenta todo lo que ve como un madrileño Peter Handke.
El paisaje citadino cambia de Madrid a Londres a París, después a New York, y de época; y desfilan autores famosos, también vagabundos, algunos beodos, personificados con sus manías, sus desencuentros, sus trágicas anécdotas … en diferentes fragmentos, que van interactuando con las observaciones recopiladas por el narrador.
Fragmentos de humanidad unificados con la maestría del artista ... un collage de vida moderna y antigua ... una pintura literaria hecha de colores... palabras ... olores … flashes de vida en retazos de conversaciones ... vagabundos y mendigos, autores caminantes, poetas pordioseros, actores ... el disfrute de la prosa.
De pronto, un giro: los mini relatos cotidianos y literarios, van escalando una colina ecológica y el libro se vuelve verde … ya no solamente denuncia el ruido y el acoso de los comerciales, sino también el de la basura indestructible que cubre nuestro planeta azul, engulléndolo …
Y le entra de repente la comezón política … entonces el verde ecológico parece volverse de envidia verdosa … pareciera que cree que hablando mal de Estados Unidos y de Trump, indudablemente, su libro acerca de la basura, captará simpatías políticas socialistas nórdicas, buena crítica y mejores ventas … y siendo un autor ya premiado, miembro de la Real Academia Española y que escribe muy bien … seguramente con esta crítica social, que yo considero un desperdicio de talento … porque basura y homeless hay en todas partes, va a situarse en la lista de candidatos al Premio Nobel de Literatura.
Homo sum, humani nihil a me alienum puto ...
"Como es hombre de erudiciones singulares, resulta que sabe mucho de Proudhon y de otros socialistas utópicos franceses. Me dice una frase de Proudhon. Yo creo que es la primera persona que me habla de Proudhon en los últimos cuarenta y tantos años. Dice: «El bienestar sin educación embrutece a las personas y las vuelve insolentes»
... las botas de Allan Poe y Thomas De Quincey y las de Charles Baudelaire, las de Charlotte Brontë, los botines mínimos y las zapatillas de casa de Emily Dickinson, los zapatos de Dickens y los de Benito Pérez Galdós, que también anduvo lo suyo por Madrid y por Londres, los zapatos austeros de señora inglesa de Virginia Woolf, los feos zapatos planos de mujer grande de Vivian Maier, los de Diane Arbus, a la que se le torcerían los tacones cuando llevara muchas horas vagabundeando entre los dementes y los fenómenos de Nueva York, los zapatos que imagino elegantes de Frank O’Hara en el Midtown de los años cincuenta, a la hora del almuerzo, ejecutando una tap dance de rapidez y de paseos volubles, los zapatitos de bailarín de Truman Capote, los zapatos serios pero descuidados que llevarían a John Cheever como un sonámbulo sin voluntad hacia las tiendas de licores …
… Familias con una blanda obesidad colectiva de leones marinos engullen alimentos ficticios en el decorado corporativo de un McDonald’s o un Wendy’s o un T. G. Friday o un Popeye o un Subway. Comen carne empapada de antibióticos y hormonas, patatas fritas en grasas saturadas, bebidas endulzadas con jarabe de maíz transgénico”.
Lucila Argüello
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