Género: Narrativa
Traducción: Joaquín Martínez Llorente
Traducción: Joaquín Martínez Llorente
Editorial: Espasa
SINOPSIS:
El Diario recoge las anotaciones comprendidas entre el 1 de enero de 1660, cuando Samuel Pepys lo inició siendo un modesto oficinista, hasta el 31 de mayo de 1669, cuando lo tuvo que dejar, convertido en un muy respetado y opulento alto cargo de la Armada con aspiraciones de convertirse en parlamentario. En el período reseñado, y gracias a su posición profesional y a ser vecino de Londres, pudo observar movimientos políticos tan importantes en la historia de Inglaterra como la Restauración monárquica de Carlos II; fenómenos sociales y culturales como la fundación de la Royal Society, la reapertura de los teatros tras la época puritana, incidentes militares como la segunda de las guerras con Holanda (1665-1667) y célebres catástrofes públicas como la gran plaga (1665) y el incendio de Londres (1666).
El Diario recoge las anotaciones comprendidas entre el 1 de enero de 1660, cuando Samuel Pepys lo inició siendo un modesto oficinista, hasta el 31 de mayo de 1669, cuando lo tuvo que dejar, convertido en un muy respetado y opulento alto cargo de la Armada con aspiraciones de convertirse en parlamentario. En el período reseñado, y gracias a su posición profesional y a ser vecino de Londres, pudo observar movimientos políticos tan importantes en la historia de Inglaterra como la Restauración monárquica de Carlos II; fenómenos sociales y culturales como la fundación de la Royal Society, la reapertura de los teatros tras la época puritana, incidentes militares como la segunda de las guerras con Holanda (1665-1667) y célebres catástrofes públicas como la gran plaga (1665) y el incendio de Londres (1666).
OPINIÓN:
"El Diario recoge las anotaciones comprendidas entre el 1 de enero de 1660, cuando Samuel Pepys lo inició siendo un modesto oficinista, hasta el 31 de mayo de 1669, cuando lo tuvo que dejar, convertido en un muy respetado y opulento alto cargo de la Armada con aspiraciones de convertirse en parlamentario. En el período reseñado, y gracias a su posición profesional y a ser vecino de Londres, pudo observar movimientos políticos tan importantes en la historia de Inglaterra como la Restauración monárquica de Carlos II; fenómenos sociales y culturales como la fundación de la Royal Society, la reapertura de los teatros tras la época puritana, incidentes militares como la segunda de las guerras con Holanda (1665-1667) y célebres catástrofes públicas como la gran plaga (1665) y el incendio de Londres (1666). PARTE DEL PRÓLOGO".He comenzado a leer este libro sin saber de antemano lo que era en realidad: un documento totalmente auténtico y único, no una obra de ficción, sino un diario íntimo legitimo, escrito en taquigrafía del método de Thomas Shelton, y con las partes escabrosas en español y francés ...
Además, es un testimonio veraz de hechos históricos recogidos cotidianamente en un diario privado que narra en lenguaje muy sencillo, sin muchos adornos y con bastante flema inglesa, tanto actividades rutinarias laborales, familiares, domésticas y sociales, como acontecimientos citadinos, políticos y militares muy importantes de Londres y del Reino de Inglaterra, como la restauración monárquica de Carlos II de Inglaterra; chismes y escándalos palaciegos: los excesos del rey y de la corte; guerra con Holanda; intimidades de la armada; intrigas cortesanas del Duque de York, del Duque de Buckingham y de Lord Sandwich, Sir Edward Montagu, su protector al principio … y su protegido al final ...
Es muy dramático leer de primera mano los acontecimientos de la peste que asoló Londres con más de 100,000 muertos en alrededor de año y medio. El angustioso conteo semanal de los decesos y la emoción cuando se vio por fin descender la curva ... (algo que hemos vivido en carne propia en la actualidad en el año 2020, en el mundo entero).
Lo mismo sucede con el incendio galopante y casi imparable de Londres, y los desesperados esfuerzos de Samuel Pepys y sus amigos para poner a salvo sus pertenencias.
El diario lo comienza Pepys a los 26 años y medio y lo sigue por casi 10 años hasta que lo abandona por tener problemas de visión. Escribió 3,100 páginas en 3,439 días. Siempre comienza el día con "arriba" y lo termina casi siempre con "cenar y a la cama."
He disfrutado leyendo, con chismosa curiosidad, sobre las lujosas modas, tanto de ropa y accesorios (encajes carísimos y hasta dorados, terciopelo, pelucas, parches negros en la cara, rizos blancos postizos), como de decoración y de coches, y los detalles de las opulentas cenas y alegres saraos descritos con detalles, especialmente la celebración anual por su exitosa cirugía de una piedra en la vejiga y su fiesta de año nuevo. ¡No me imaginaba que los ingleses eran gente tan alegre y tan sociable!
Me impactó su amor por la cultura, las artes plásticas, la música, el teatro y la literatura; su curiosidad por los descubrimientos científicos (se hizo miembro de la recién creada Royal Society de Londres); y su amor por los libros: era bibliófilo y logró reunir una enorme biblioteca de temas muy variados, encuadernada uniformemente a todo lujo, con ornamentos dorados y colocada en libreros especialmente diseñados por él y ejecutados en maderas finas, que a su muerte fue donada al Magdalene College.
A pesar de tener un frenético horario de actividades laborales, sociales y artísticas, siempre encontraba tiempo para leer y para escribir su diario. Creo que dormía muy poco.
Además del inglés, hablaba francés, español y latín; componía música, y tocaba varios instrumentos; disfrutaba mucho de las conversaciones con personas inteligentes y también era un orador extraordinario.
Pero, para mí, lo más impresionante del diario es asomarse, como a través de una ventana, y fisgonear, no solamente en su vida íntima, sus devaneos y sus detalles domésticos, sino también en su alma ... porque Pepys era un hombre bastante inocente, sencillo, agradecido, piadoso y amoroso con sus padres y esposa, a la que nunca menciona con su nombre, sino solamente y con remordimientos "mi pobre esposa" pues aunque la adoraba, eso no impedía que le fuera infiel constantemente, en cualquier oportunidad y de cualquier forma: … “no consigo dominar mi naturaleza, que valora el placer por encima de todas las cosas”… Aun así, me parece que era noble y un poco ingenuo, a pesar de su agudeza para los negocios, su tacto para las relaciones sociales y laborales, y su gran elocuencia, que le llevaron, junto con una energía y capacidad de trabajo casi inhumana, a ascender de un modesto empleado, a un gran ejecutivo en múltiples cargos, muy adinerado, en solamente 10 años. Pepys era ordenado, metódico, económico aunque no tacaño, disciplinado y sabía dominar sus pasiones, pues dejó de tomar alcohol en exceso cuando se dio cuenta de ello; se ponía multas a sí mismo cuando rompía sus votos, hechos por puro puritanismo, de no ir al teatro (placer que le fascinaba y cuyas obras sabía apreciar y criticar muy bien) y el producto de las auto multas iba para los pobres. Era costumbre entonces comer naranjas en el teatro, así que cuando hacía sus minuciosas cuentas de gastos, computaba el precio de las entradas al teatro mas el costo de las naranjas (seguramente eran caras, importadas).
Samuel Pepys fue un hombre asombrosamente multifacético y de gran inteligencia social. Me ha gustado mucho leer su diario: me he sentido como su amiga, escuchando sus confidencias y sus más íntimos sentimientos y pensamientos; o como un confesor oyendo los pecados de un penitente; o como una espectadora transportada a 1600-1669 en una máquina del tiempo.
"NOTA 3. A saber: por las mañanas, en la oficina (a veces desde las cuatro o las cinco); visitas a palacio, en el otro extremo de la ciudad, para despachar con alguno de los superiores; paseos por las Bolsas o Lonjas (los dos edificios llamados Exchange), visitas a las librerías, comidas, sesiones de teatro, reuniones de comités, tocar música, leer, asistir a reuniones científicas, música, encuentros furtivos con amantes, cuentas y redacción de cartas (a veces hasta las dos o las tres de la madrugada)".
Lucila Argüello
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